El impulso del pasado Consejo Europeo les duró a los activos de riesgo europeos hasta la víspera de la reunión del BCE, que no acabó de estar a la altura requerida y propició una nueva reacción adversa, en especial en los activos de España e Italia (primas soberanas de nuevo cerca de máximos) y en el propio euro (cerca de los mínimos de enero). Las dudas sobre las medidas adoptadas en la cumbre europea exigían probablemente un mayor compromiso del BCE con la estabilidad financiera de la zona. Al no expresarse este, en un contexto en el que los datos económicos continúan señalando contracción, la presión vuelve al Eurogrupo.
Foto: Reunión del BCE
La reunión del BCE se saldó con un esperado recorte de 25 pb en su tipo principal de intervención, que se sitúa en el mínimo histórico del 0,75%, y una menos prevista reducción del tipo de su facilidad de depósito en la misma cuantía hasta el 0%. Se reconoce que algunos riesgos económicos se han materializado y que el panorama económico continúa sesgado a la baja, al tiempo que los riesgos inflacionistas siguen percibiéndose como equilibrados. No hubo ningún anuncio de nuevas medidas extraordinarias de inyección de liquidez ni de una posible reactivación del programa de compra de deuda pública.
¿Qué impacto tiene esta bajada de tipos?
De este modo, el BCE ha optado por unas medidas que previsiblemente, como reconoció el propio Draghi, no tendrán un impacto directo apreciable en una economía real en retroceso y quizás tampoco sobre las cuentas de resultados de los bancos, pues si bien es cierto que reducen sus costes de financiación también menguan sus ingresos asociados a la facilidad de depósito, cuyo saldo equivale a más del 70% de las financiaciones a tres años. Sin embargo, los bancos españoles podrían verse relativamente más beneficiados, puesto que su uso de la facilidad de depósito ha sido muy reducido (en el entorno de los 40.000 M EUR) frente a una participación en las subastas a tres años entre 150.000 y 200.000 M EUR. En cualquier caso se trata de un alivio muy modesto que no solucionará sus problemas de liquidez y solvencia.
La impotencia de Draghi
Quizás lo más descorazonador fue la aparente confesión de impotencia del propio presidente del BCE: no sólo reconoció el escaso impacto de las medidas adoptadas, sino que expresó su escepticismo sobre la eficacia de nuevas acciones no convencionales dada la naturaleza fragmentaria del mercado europeo. El BCE ni siquiera parece plantearse en estos momentos el apoyo directo a las deudas soberanas de España e Italia. De este modo, no se afronta el problema clave de la desigual distribución de la liquidez en la zona.
La facilidad de depósito
Es probable que el impacto económico potencialmente más favorable se deba a la repercusión de la en buena medida inesperada rebaja de la tasa de depósito sobre la curva del interbancario (la tasa de la facilidad de depósito es su verdadera referencia desde que hay oferta ilimitada de liquidez del BCE) y a su consiguiente efecto sobre la cotización del euro, que ayer se depreció más de un 1%, al tiempo que los tipos interbancarios se relajaban entre 10 y 30 pb. Un euro más débil es una gran noticia para Europa por su impacto sobre la demanda externa y sobre la inflación. Con el tipo interbancario a un día (Eonia) en niveles en torno al 0,13%, la curva monetaria europea se equipara a la de EEUU y los diferenciales de tipos dejan de favorecer al dólar.
Hay que esperar a que la economía se ponga todavía peor
De cara al futuro es probable que ya no haya más bajadas de tipos y, si la hay, su impacto económico será aún menor. La clave para Europa es cuándo se acometerán nuevas acciones no convencionales y rebajas adicionales de las exigencias de colateral. Probablemente el BCE nos obligará a esperar a un deterioro económico y financiero adicional. Por el momento le ha devuelto toda la presión al Eurogrupo, que se reúne el lunes.
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