WP_Post Object ( [ID] => 14223 [post_author] => 28817 [post_date] => 2012-04-25 09:00:45 [post_date_gmt] => 2012-04-25 07:00:45 [post_content] => La corrección de los elevados desequilibrios acumulados durante la anterior fase expansiva es condición necesaria para salir de la crisis y sentar las bases de un crecimiento sólido y sostenido en el medio plazo. Estos desequilibrios se reflejan en (i) la excesiva concentración de recursos en el sector inmobiliario, (ii) el elevado endeudamiento del sector privado y (iii) la prolongada pérdida de competitividad, que, fruto de los aumentos de costes y precios superiores a los nuestros socios y del escaso dinamismo de la productividad, se tradujo en un elevado déficit exterior y en un continuado aumento de la deuda externa. Mejora de la competitividad Precisamente este último, el deterioro de la competitividad, es uno de los desequilibrios que está mostrando una mayor corrección, lo que se concreta en las claras señales de mejora en la balanza con el exterior o en el creciente proceso de apertura de las empresas españolas. En este sentido, además, ante la debilidad de la demanda procedente de nuestros mercados tradicionales, cada vez son más las empresas, y de más sectores, las que aumentan su presencia en el exterior. En un contexto de extrema debilidad de la demanda interna, dado el necesario proceso de desapalancamiento público y privado, la demanda externa debe erigirse en el motor de la recuperación. Para ello es fundamental mejorar la dañada competitividad exterior de la economía (en términos del tipo de cambio efectivo real la pérdida acumulada en el periodo 1994-2008 superó el 20%, desde entonces apenas se ha recuperado un 5%) y, con ello, el potencial de crecimiento, lo que contribuirá a una salida más dinámica de la crisis. Diversos indicadores muestran que, desde que arrancó la actual crisis, se está empezando a avanzar en la recuperación de nuestra capacidad competitiva: 1) Al margen del componente energético o factores exógenos como subidas impositivas, las presiones inflacionistas están disminuyendo: la tasa subyacente se sitúa en torno al 1% y el diferencial con la UEM se ha recortado drásticamente hasta niveles negativos (-0,9 pp en términos del índice general y -0,7 pp del subyacente, con datos del pasado mes de marzo). 2) Desde la óptica del déficit por cuenta corriente, se ha producido una significativa corrección, mucho más intensa que en los países de nuestro entorno. Así, desde 2007 este desequilibrio se ha recortado un 64,1% (6,5 puntos de PIB) hasta el 3,5% del PIB, el más bajo en ocho años. Por tanto, hemos disminuido de forma muy apreciable nuestra necesidad de financiación externa y, por tanto, nuestra brecha entre ahorro e inversión interna. Probablemente, a finales de 2013 nuestro déficit de balanza por cuenta corriente se podrá situar por debajo del 1%, aunque el objetivo debe ser alcanzar superávits, al menos hasta que mejore la restricción financiera externa. Es importante destacar que la balanza comercial también ha reducido sensiblemente su saldo negativo, fundamentalmente el componente no energético, cuya intensa corrección compensó el deterioro del déficit energético: - En este sentido, el déficit no energético se encuentra en mínimos históricos (apenas 5.000 millones de euros en 2011, en contraste con los 65.000 millones de 2007) y la tasa de cobertura sin energía alcanza máximos de los últimos 25 años, muy cerca del 100%. - Por su parte, el pasado año España registró el primer superávit comercial con la UE, que absorbe las dos terceras partes de nuestras exportaciones y casi el 53% de nuestras importaciones. En cuanto a la balanza de servicios, al tradicional superávit del turismo se añade, desde 2010, un superávit creciente en los servicios no turísticos (3.400 millones de euros en 2011). 3) Además, las exportaciones de España han sufrido una menor pérdida en su cuota de mercado que las de otros países como Estados Unidos o Francia, tanto en términos de mercancías como de servicios comerciales. 4) Finalmente, la mejora de la competitividad exige también moderar el avance de los costes internos. En este sentido, desde 2008 los costes laborales unitarios se han reducido un 7%, en contraste con los aumentos registrados en Alemania, Francia, Italia o Irlanda. Por tanto, no todo son noticias negativas. Poco a poco nuestro país va reduciendo algunos de los más importantes desequilibrios que se acumularon en la anterior etapa expansiva. El coste está siendo muy alto, pero junto a las reformas de oferta es la clave para recuperar el crecimiento potencial perdido. 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La corrección de los elevados desequilibrios acumulados durante la anterior fase expansiva es condición necesaria para salir de la crisis y sentar las bases de un crecimiento sólido y sostenido en el medio plazo.
Estos desequilibrios se reflejan en (i) la excesiva concentración de recursos en el sector inmobiliario, (ii) el elevado endeudamiento del sector privado y (iii) la prolongada pérdida de competitividad, que, fruto de los aumentos de costes y precios superiores a los nuestros socios y del escaso dinamismo de la productividad, se tradujo en un elevado déficit exterior y en un continuado aumento de la deuda externa.
Mejora de la competitividad
Precisamente este último, el deterioro de la competitividad, es uno de los desequilibrios que está mostrando una mayor corrección, lo que se concreta en las claras señales de mejora en la balanza con el exterior o en el creciente proceso de apertura de las empresas españolas. En este sentido, además, ante la debilidad de la demanda procedente de nuestros mercados tradicionales, cada vez son más las empresas, y de más sectores, las que aumentan su presencia en el exterior.
En un contexto de extrema debilidad de la demanda interna, dado el necesario proceso de desapalancamiento público y privado, la demanda externa debe erigirse en el motor de la recuperación. Para ello es fundamental mejorar la dañada competitividad exterior de la economía (en términos del tipo de cambio efectivo real la pérdida acumulada en el periodo 1994-2008 superó el 20%, desde entonces apenas se ha recuperado un 5%) y, con ello, el potencial de crecimiento, lo que contribuirá a una salida más dinámica de la crisis. Diversos indicadores muestran que, desde que arrancó la actual crisis, se está empezando a avanzar en la recuperación de nuestra capacidad competitiva:
1) Al margen del componente energético o factores exógenos como subidas impositivas, las presiones inflacionistas están disminuyendo: la tasa subyacente se sitúa en torno al 1% y el diferencial con la UEM se ha recortado drásticamente hasta niveles negativos (-0,9 pp en términos del índice general y -0,7 pp del subyacente, con datos del pasado mes de marzo).
2) Desde la óptica del déficit por cuenta corriente, se ha producido una significativa corrección, mucho más intensa que en los países de nuestro entorno. Así, desde 2007 este desequilibrio se ha recortado un 64,1% (6,5 puntos de PIB) hasta el 3,5% del PIB, el más bajo en ocho años. Por tanto, hemos disminuido de forma muy apreciable nuestra necesidad de financiación externa y, por tanto, nuestra brecha entre ahorro e inversión interna. Probablemente, a finales de 2013 nuestro déficit de balanza por cuenta corriente se podrá situar por debajo del 1%, aunque el objetivo debe ser alcanzar superávits, al menos hasta que mejore la restricción financiera externa.
Es importante destacar que la balanza comercial también ha reducido sensiblemente su saldo negativo, fundamentalmente el componente no energético, cuya intensa corrección compensó el deterioro del déficit energético:
– En este sentido, el déficit no energético se encuentra en mínimos históricos (apenas 5.000 millones de euros en 2011, en contraste con los 65.000 millones de 2007) y la tasa de cobertura sin energía alcanza máximos de los últimos 25 años, muy cerca del 100%.
– Por su parte, el pasado año España registró el primer superávit comercial con la UE, que absorbe las dos terceras partes de nuestras exportaciones y casi el 53% de nuestras importaciones.
En cuanto a la balanza de servicios, al tradicional superávit del turismo se añade, desde 2010, un superávit creciente en los servicios no turísticos (3.400 millones de euros en 2011).
3) Además, las exportaciones de España han sufrido una menor pérdida en su cuota de mercado que las de otros países como Estados Unidos o Francia, tanto en términos de mercancías como de servicios comerciales.
4) Finalmente, la mejora de la competitividad exige también moderar el avance de los costes internos. En este sentido, desde 2008 los costes laborales unitarios se han reducido un 7%, en contraste con los aumentos registrados en Alemania, Francia, Italia o Irlanda.
Por tanto, no todo son noticias negativas. Poco a poco nuestro país va reduciendo algunos de los más importantes desequilibrios que se acumularon en la anterior etapa expansiva. El coste está siendo muy alto, pero junto a las reformas de oferta es la clave para recuperar el crecimiento potencial perdido.
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