El objetivo de la reforma financiera aprobada por el gobierno de España hace dos semanas, es reactivar el crédito. La reforma obliga al saneamiento de las pérdidas potenciales vinculadas al “ladrillo” y al suelo. Para ello los bancos pueden ampliar su capital en el mercado, solicitar dinero del FROB (crédito del sector público a los bancos), realizar fusiones o bien liquidar la institución.
Actualmente la banca tiene 323 mil millones de riesgo promotor inmobiliario. De estos activos, 88 mil millones son de terrenos y promociones no finalizadas y 87 mil millones de otros activos muy problemáticos: en total, son unos 175 mil millones definidos como activos problemáticos. La banca ha provisionado ya unos 60 mil millones (el 34% de los activos problemáticos de media), pero el Ministerio de Economía quiere, mediante la reforma del sistema financiero, que se provisionen otros 50 mil millones más, lo que haría que quedará provisionado un 63% de los 175 mil millones de activos problemáticos.
Mayores provisiones
La duda está en si se han definido bien los 175 mil millones de activos problemáticos, porque ¿qué hay de los 148 mil millones de riesgo promotor restantes? Es probable que requieran también provisiones de al menos un 25%, que es posiblemente la rebaja media que habría que hacer al precio de esos inmuebles para venderlos razonablemente rápido. Los bancos deben vender inmuebles para obtener liquidez que les permita volver a dar crédito a la economía. Eso supondría otros 37 mil millones más de pérdidas o provisiones. Entonces el Estado tendrá que volver a rescatar a aquellas entidades que tras las provisiones no alcancen los ratios de capital exigidos por la “European Banking Asociation” (EBA) y BASILEA III.
Por tanto, aunque en principio, se dijo que para tapar el agujero de los activos “tóxicos” (inmobiliarios) se exigiría un desembolso de 50.000 millones a las entidades, sin embargo, algunos estudios apuntan a que el sector podría necesitar otros 37.000 millones si el sector inmobiliario no se recupera y la morosidad sigue llegando a los balances.
El problema de la descapitalización.
Pero estas mayores provisiones, si está bien hecho el cálculo, supondrían, como es obvio, adelantar pérdidas futuras, lo que reduce los recursos propios (o no los incrementa). Ante esa reducción de recursos propios llega el problema de cómo recapitalizar la banca, es decir, como reforzar el nivel de solvencia de la banca después de dotar las nuevas provisiones.
Hay 2 alternativas de solución:
1) Las fusiones
Las fusiones y absorciones, pueden producir sinergias que mejoren los ratios de eficiencia (por ejemplo, reduciendo directivos, plantillas y sucursales) y por tanto, a medio plazo, aumentar los beneficios retenidos, es decir, los recursos propios. Estas fusiones deberían servir para deshacerse de los malos gestores son aproximadamente el 50% de los que ahora tienen las entidades con problemas. Hay que evitar que esos malos gestores se perpetúen en las nuevas entidades.
2) La liquidación
Solo hay dos tipos de entidades: las viables/solventes y las que no lo son. A las segundas, las inviables, si no son absorbidas, porque nadie las quiere, hay que intervenirlas cuanto antes y vender sus activos. Si con la venta (subasta) de sus activos no se consigue cancelar sus pasivos, entonces habrá que echar mano del FROB y del Fondo de Garantía de Depósitos para saldar la diferencia. Tanto si las entidades se fusionan como si se liquidan hay que evitar que los malos gestores se vayan a su casa con indemnizaciones escandalosas.
En definitiva, se necesita seguir con las reformas del sector financiero que ayuden a devolver el crédito a la economía. No se debe olvidar que los problemas de la banca impiden la recuperación de la economía.
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