La situación política y económica que atraviesa España tiene algunos rasgos similares a los que tenían Gran Bretaña y Estados Unidos al final de la década de los 70 del siglo pasado. ¿Evolucionará la economía española de forma parecida a como lo hicieron esas dos grandes potencias? Parece probable.
Thatcher
Hagamos un poco de historia. A mediados de los años 70, en Gran Bretaña, el Gobierno laborista fue incapaz de resolver la crisis económica provocada por la subida de los precios del petróleo. A causa de ello, el primer ministro, James Callaghan, fue derrotado en las elecciones de 1979 por Margaret Thatcher.
En EEUU, en esos mismos años, se produjo un cambio de idénticas características. Ronald Reagan ganó las elecciones al presidente Carter en 1980, entre otros motivos por la mala situación de la economía.
Tanto Thatcher como Reagan apostaron por el crecimiento económico, la creación de empleo y la estabilización de los precios. La forma de conseguir estos objetivos consistió en rebajas fiscales, privatización de las empresas públicas, mejora de la productividad, apostar por una mayor flexibilidad salarial, acabar con las industrias sin futuro y confiar en los mecanismos del mercado como sistema de asignación eficiente de recursos.
Junto a estas políticas hubo, sin embargo, dos medidas que, a corto plazo, deprimieron la economía: la reducción del gasto público para intentar equilibrar los presupuestos y la subida de los tipos de interés para luchar contra la inflación.
Como consecuencia del ajuste del Gobierno de Thatcher, en los años 1980 y 1981 la economía británica sufrió una dura recesión. En 1980 el crecimiento fue del -1,9% y en 1982 del -1%. Sin embargo, y a pesar de esa recesión, en el conjunto de los 11 años en que Margaret Thatcher estuvo al frente, el país tuvo la tasa más elevada de crecimiento económico de toda Europa.
Reagan
Una cosa parecida ocurrió en EEUU. Reagan, que empezó a gobernar en 1981, aplicó políticas económicas de ajuste parecidas a las de Thatcher. Pero Reagan, que observó lo que había ocurrido en Gran Bretaña, suavizó el recorte del gasto para intentar evitar la thatcherización de la economía americana. En el lenguaje de los asesores de Reagan se denominaba thatcherización a la recesión británica de 1980-81. Sin embargo, Estados Unidos no pudo evitarla y en 1982, también como consecuencia de las políticas monetarias y fiscales restrictivas, la economía norteamericana sufrió una crisis aguda y se contrajo un 2,1%. A pesar de ella, en los seis años siguientes de la Presidencia de Reagan (1983-88), la economía americana creció a un ritmo muy rápido, con una media anual del PIB del 4,4%.
Rajoy
Algo parecido puede ocurrir en España. El nuevo Gobierno del Partido Popular va a heredar, al igual que Reagan y Thatcher, una situación caótica: recesión, desempleo, problemas en el sistema financiero, escasez de crédito y tipos de interés de la deuda pública altos. Y el nuevo Ejecutivo de Mariano Rajoy deberá decirle a los españoles que hay que apretarse el cinturón, que la herencia recibida es muy mala y que hay que reducir el gasto público y aumentar algunos impuestos y tasas: ése es el precio que habrá que pagar para reducir el déficit público y generar así la confianza que provoque el advenimiento de una prolongada recuperación económica. La thatcherización (recesión) será difícil de evitar.
Sin embargo, si junto al ajuste fiscal antes citado se hacen de inmediato las reformas estructurales (la bancaria, laboral, de la Sanidad, Administraciones Públicas, vivienda, etcétera.) y se reducen, además, el Impuesto de Sociedades y las cotizaciones a la Seguridad Social, se podría conseguir, más bien pronto que tarde, la confianza de los empresarios e inversores en la economía española que estimule la parte productiva de la economía a la vez que se empieza a crear empleo.
En definitiva, sería de esperar que al final llegara la recuperación, probablemente en 2013, como así ocurrió en los dos momentos históricos antes analizados. Y al igual que hicieron Reagan y Thatcher, Mariano Rajoy tratará de adjudicarse todo el crédito de la recuperación y de culpar al anterior de la necesidad del duro ajuste y de sus efectos negativos. Razón no le va a faltar.
Comentarios