WP_Post Object ( [ID] => 11168 [post_author] => 28821 [post_date] => 2011-08-11 13:32:03 [post_date_gmt] => 2011-08-11 11:32:03 [post_content] =>El pasado martes la Fed sorprendió a los mercados con un mensaje extraordinario: mantendría su tipo de intervención en niveles mínimos hasta al menos mediados de 2013. Es la primera vez que la Fed —y, en realidad, cualquiera de los principales bancos centrales— se compromete tan explícitamente con un nivel de tipos (entre el 0% y el 0,25%, en este caso), pero lo más excepcional es el amplio período de tiempo comprometido, cerca de dos años.
Semejante apuesta sólo se puede entender desde las siguientes consideraciones:
1) su diagnóstico sobre las perspectivas económicas es lo bastante pesimista como para considerar extremadamente improbable que las condiciones le exijan una subida de tipos antes de esa fecha;
2) una vez finalizado (en junio) el segundo programa de compra de bonos, en la duda sobre la conveniencia de poner en marcha un tercero (QE3) y ante la imposibilidad de tipos nominales negativos, la manera más eficaz de mantener relajada la curva de rentabilidades del dólar es asegurando al mercado que se tardará mucho en subir tipos;
y 3) la referencia mínima de mediados de 2013 tiene también sentido porque es algo más de lo que los mercados estaban descontando antes del anuncio (primera subida en el segundo trimestre de 2013).
El mensaje ha cumplido el objetivo de relajar aun más la curva de rentabilidades del dólar, pero no está clara su repercusión sobre la renta variable, a la que le viene bien una curva de tipos relajada, pero no tanto el pesimismo económico mostrado por la Fed y la incertidumbre que persiste sobre si habrá o no QE3. Y es que la renta variable podría necesitar nuevas inyecciones de liquidez para recuperar la senda alcista.
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El pasado martes la Fed sorprendió a los mercados con un mensaje extraordinario: mantendría su tipo de intervención en niveles mínimos hasta al menos mediados de 2013. Es la primera vez que la Fed —y, en realidad, cualquiera de los principales bancos centrales— se compromete tan explícitamente con un nivel de tipos (entre el 0% y el 0,25%, en este caso), pero lo más excepcional es el amplio período de tiempo comprometido, cerca de dos años.
Semejante apuesta sólo se puede entender desde las siguientes consideraciones:
1) su diagnóstico sobre las perspectivas económicas es lo bastante pesimista como para considerar extremadamente improbable que las condiciones le exijan una subida de tipos antes de esa fecha;
2) una vez finalizado (en junio) el segundo programa de compra de bonos, en la duda sobre la conveniencia de poner en marcha un tercero (QE3) y ante la imposibilidad de tipos nominales negativos, la manera más eficaz de mantener relajada la curva de rentabilidades del dólar es asegurando al mercado que se tardará mucho en subir tipos;
y 3) la referencia mínima de mediados de 2013 tiene también sentido porque es algo más de lo que los mercados estaban descontando antes del anuncio (primera subida en el segundo trimestre de 2013).
El mensaje ha cumplido el objetivo de relajar aun más la curva de rentabilidades del dólar, pero no está clara su repercusión sobre la renta variable, a la que le viene bien una curva de tipos relajada, pero no tanto el pesimismo económico mostrado por la Fed y la incertidumbre que persiste sobre si habrá o no QE3. Y es que la renta variable podría necesitar nuevas inyecciones de liquidez para recuperar la senda alcista.
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