A raíz de la última crisis, ha ido cobrando cada vez más protagonismo el Informe de Estabilidad Financiera que elabora cada seis meses el FMI, como la mejor herramienta de análisis de la situación del sistema financiero internacional.
Esta semana se acaba de publicar el último número en el que se destaca que la recuperación económica a dos velocidades plantea diferentes retos en materia de políticas de actuación. En los países avanzados la tarea principal radica en reorientar las políticas para que se centren menos en el apoyo macroeconómico y el suministro de liquidez y más en aspectos estructurales. En los emergentes, la tarea consiste en limitar el sobrecalentamiento de la economía y la acumulación de factores de vulnerabilidad.
En el corto plazo, el reto más importante es la captación de fondos por parte de los bancos y estados soberanos, particularmente en algunos países vulnerables de la zona euro. A escala global, los vencimientos de deuda de las entidades financieras en los próximos dos años se sitúan en 3,6 billones de dólares.
Las políticas para lograr la consolidación fiscal y fortalecer los balances bancarios deben estar respaldadas por mecanismos creíbles que no lastren nuevamente las finanzas públicas o la financiación de los bancos. En general, pese al traslado de los riesgos del sector privado al sector público, todavía no se ha recuperado la confianza en los sistemas bancarios de muchas economías avanzadas, circunstancia que ha interactuado negativamente con los riesgos soberanos en la zona euro.
Para restaurar la confianza y reducir la excesiva dependencia de financiación vía banco central es necesario reforzar los balances en la zona euro. Los países cuyos sistemas bancarios siguen en dificultades deben mejorar la transparencia (mediante la realización de pruebas de esfuerzo más rigurosas y realistas), recapitalizarse y reestructurarse. Sin estas reformas, las dificultades de financiación a corto plazo pueden agravarse y desembocar en otra crisis de liquidez sistémica. Por tanto, el informe vuelve a poner de manifiesto que una de las lecciones de la última crisis es que la estabilidad financiera va a ser un objetivo prioritario de la política económica. Algo de lo que seguro vamos a escribir mucho a partir de ahora.
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