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De las dos medidas, referentes a privatizaciones, anunciadas hoy por el Presidente del Gobierno, la privatización de un porcentaje del 30% de la lotería es la que menos efectos puede tener sobre la economía real. Se trataría tan sólo de aumentar el flujo de ingresos provenientes de las ventas de lotería correspondientes a años futuros. Se trata únicamente de una alternativa financiera ya que el Estado se encuentra con la necesidad de reducir su apelación a los mercados financieros en el momento actual. Tampoco se afectará a su gestión ya que el nuevo socio en Loterías no tendrá la mayoría en su consejo de administración y cabe interpretar que su influencia en la misma no será determinante.

Privatización de Barajas y El Prat

Más interesante por sus efectos sobre la economía real es la anunciada privatización de la gestión de los aeropuertos de El Prat y de Barajas (en la foto). La privatización de la gestión de dichos aeropuertos tendrá mayores efectos económicos positivos en la medida en que sirva para introducir una mayor competencia entre aeropuertos. Dicha competencia resulta difícil de lograr si los aeropuertos son gestionados, como en la actualidad, por una única empresa pública: AENA; pero puede lograrse si se mantiene la propiedad pública y se somete a concurso público la gestión, incluyendo la gestión de los riesgos comerciales y financieros.

Competencia entre aeropuertos

Para que exista competencia sería conveniente que se evitaran posibles distorsiones derivadas de la acción de las Administraciones Públicas donde se encuentran ubicados los distintos aeropuertos. Es decir, de poco serviría privatizar la gestión y luego acudir a las ayudas públicas para intentar atraer más tráfico aéreo que sus competidores más directos.

Sobre la participación del sector privado en el 49% del capital de la nueva sociedad de gestión de aeropuertos y servicios aeroportuarios, Fomento podría encontrar dificultades para encontrar socios privados que aporten el capital correspondiente pero no dominen la gestión, si finalmente no tienen el control de la sociedad por otra vía, especialmente en la situación actual de importante restricción financiera. Si los nuevos accionistas de dicha sociedad obtuvieran una ventaja en la posterior privatización del resto del capital podría aumentar el interés de esta venta parcial.

No obstante, una privatización parcial como la prevista, en principio, no introduciría algunos elementos importantes para lograr una mayor eficiencia en el sistema aeroportuario, como son incrementar el nivel de competencia entre aeropuertos, ya que seguirían bajo la gestión de una única empresa. Para conseguir un mayor nivel de competencia sería preferible optar por la venta (o por la cesión de la gestión) de aeropuertos uno a uno.

Quizá haya llegado también el momento de replantearse el cierre de algunos aeropuertos, pero para eso antes habría que poner a la venta uno a uno para ver cuales se quedaría el sector privado. Es preciso considerar que puede haber aeropuertos deficitarios actualmente en AENA que podrían ser rentables con un gestor privado.

En los casos de aeropuertos pequeños o grandes que fuesen deficitarios incluso aunque los gestionase el sector privado y se decidiese no cerrarlos siempre se podría ceder  la gestión a una empresa privada pero acompañada de una subvención, siendo el adjudicatario aquel concursante que, cumpliendo determinados requisitos mínimos, generara un menor coste para las Administraciones Públicas en términos de menor subvención.

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