Pocas sorpresas en los datos publicados esta mañana por el INE y eso no son precisamente buenas noticias. Aunque en momentos como los actuales la botella se puede ver medio llena o medio vacía, lo cierto es que después de haber tocado fondo, a la economía española le está costando mucho volver a crecer. Como ya anticipaban los datos de actividad mensuales, la economía volvió a estancarse en el tercer trimestre del año (0% trimestral y +0,2% interanual) confirmando que buena parte de la fuerte recuperación de la demanda nacional en el segundo trimestre se debió a decisiones de consumo e inversión anticipadas ante la subida del IVA que se produjo en julio. La caída de la demanda interna ha resultado muy intensa y ha restado 1,4 puntos al PIB trimestral, la mayor detracción desde el segundo trimestre de 2009. Por tanto, de julio a septiembre se ha producido un fuerte efecto compensación que se refleja en las caídas trimestrales en consumo privado (-1,1%) o inversión en bienes de equipo (-5,2%).
Ha sido la mejor aportación de la demanda externa la que ha impedido que el PIB volviera a comportamientos contractivos. No obstante, esta mayor contribución de la demanda externa no fue el resultado de un repunte de las exportaciones (0,1% trimestral), sino del intenso retroceso de las importaciones (-5% trimestral), dada la extrema debilidad de la demanda interna. Ello mostraría que la economía española tiene un déficit exterior estructural, que sólo se corrige cuando tiene lugar una intensa contracción de la demanda interna, pero que en cuanto el gasto interno vuelve a recuperarse, aunque sea levemente, se disparan de nuevo las importaciones y el déficit exterior. Esta elevada elasticidad de las importaciones respecto a la demanda interna provoca que gran parte de los aumentos de demanda se trasladen a producción y empleo en el exterior. Por tanto, para lograr un crecimiento equilibrado y generador de empleo resulta fundamental mejorar la competitividad de nuestros bienes y servicios; mientras tanto, la economía no será capaz de crecer sin generar déficit exterior, que a la postre es el que ha acabado con los últimos ciclos expansivos.
Por el lado de la oferta la construcción intensifica su contracción trimestral (-1,9% vs -1,6%) e interanual (-6,8% vs -6,6%), mientras que la industria, aunque mantiene tasas interanuales positivas, se modera respecto al 2T10 (+1,7%, seis décimas menos) e, incluso, registra el primer retroceso trimestral del último año (-1,3%), como consecuencia de la menor demanda de bienes de consumo e inversión. El mayor dinamismo proviene de los servicios (+0,6% trimestral y +0,9% interanual), especialmente de los de mercado, a diferencia del trimestre anterior: entre estos destaca el turismo, en contraste con el desplome de la venta de vehículos (las matriculaciones cayeron un 25% interanual).
El empleo, en términos de puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo (PTETC), sigue suavizando su ritmo de caída (-1,7% interanual vs -2,5% anterior), lo que supone la destrucción de casi 295.000 empleos en un año, sobre todo en la construcción y la industria (-9,5% y -3,6%, respectivamente).
Como consecuencia de la evolución conjunta de PIB y empleo, el avance de la productividad aparente del factor trabajo se reduce siete décimas hasta el 1,9% interanual (en términos de PTETC), si bien en términos de horas efectivamente trabajadas aumenta hasta el 1,4% (+0,8% anterior).
En el lado positivo destaca la caída de los costes laborales unitarios (-1,4%), que se ha correspondido con una moderación de la remuneración por asalariado (+0,5% interanual) y con un aumento de la productividad del 1,9%. El descenso de los CLU es una de las claves que permitirá recuperar la dañada competitividad.
El crecimiento en los próximos trimestres, hasta bien entrado 2011, estará lastrado por la necesaria corrección de los desequilibrios acumulados en la anterior etapa expansiva, por lo que será débil e insuficiente para generar empleo. La necesidad de avanzar en los procesos de desapalancamiento, tanto del sector público como privado, limitarán el crecimiento de la demanda interna, de forma que la recuperación deberá venir del exterior: esto requerirá un mayor dinamismo de la demanda de nuestros socios comerciales y mejoras más intensas de la competitividad.
En definitiva, los comportamientos por componentes que se observan tras los resultados del PIB muestran una imagen preocupante de la economía española y apuntarían a la persistencia de una situación muy debilitada para el próximo ejercicio, ya que es difícil vislumbrar en estos momentos las palancas del crecimiento.
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