WP_Post Object ( [ID] => 7958 [post_author] => 28817 [post_date] => 2010-10-01 14:45:04 [post_date_gmt] => 2010-10-01 12:45:04 [post_content] => Pregunta pertinente en una semana en la que en España se ha conocido el Proyecto de Presupuestos Generales para 2011, con un fuerte ajuste del gasto público. El FMI en su último World Economic Outlook intenta aportar algo de luz al intenso debate sobre este tema que se está dirimiendo entre economistas de diferentes escuelas económicas. Los gobiernos de los países desarrollados se han visto obligados a poner en marcha duros planes de consolidación fiscal para mitigar el severo impacto de la recesión sobre sus finanzas. En media, el déficit público está cerca del 10% del PIB y la deuda alcanzará este año el 100% del PIB, máximo del último medio siglo. A corto plazo, la consolidación fiscal suele tener un efecto contractivo sobre la actividad y el empleo. Una reducción del déficit público de 1 p.p. normalmente provoca una caída del PIB del 0,5% en los dos años siguientes, así como un aumento de la tasa de paro en algo más de 0,3 p.p. El FMI cita algunos factores que pueden mitigar estos efectos negativos, si bien en el contexto actual –tipos bajos y austeridad generalizada–, su capacidad de compensación es reducida: ▪ En épocas de ajuste fiscal, los bancos centrales suelen aplicar políticas monetarias expansivas que sostienen la demanda interna. Según el FMI, el tipo de intervención se rebaja en torno a 20 pb ante una reducción del déficit del 1% del PIB. Sin embargo, si los tipos están cerca del 0% –como sucede en algunos países avanzados–, el margen de maniobra de la política monetaria es reducido. ▪ Además, la divisa tiende a depreciarse alrededor de un 1,1% en términos reales ante una consolidación fiscal del 1% del PIB, impulsando la contribución de las exportaciones netas al crecimiento. Lógicamente, este efecto positivo será menor cuanto mayor sea el número de países que acometen ajustes simultáneamente. En el corto plazo, los ajustes fiscales basados en recortes de gasto son menos contractivos que las subidas de impuestos. El impacto sobre la actividad de una reducción del déficit de un 1% del PIB varía entre -1,3% y -0,3% (y entre +0,6 y +0,2 p.p. en el caso del paro) en función de que se acometa por una u otra vía. ▪ Normalmente, los recortes de gastos se asocian con una mayor disciplina fiscal, impulsando la confianza de los agentes y la disposición del banco central a bajar tipos. ▪ Además, los bancos centrales disponen de un menor margen de maniobra si se elevan los impuestos indirectos, por el efecto inflacionista de esta medida. Además, el FMI señala que el impacto negativo de un ajuste fiscal es menor cuando se acomete después de episodios de elevado riesgo soberano, por los efectos positivos del retorno de la confianza. En el largo plazo, la consolidación tiene un efecto expansivo: la reducción de la deuda pública presiona a la baja los tipos de interés reales y da margen para reducir los impuestos, impulsando la inversión. El FMI estima que una caída permanente de la deuda pública de un 10% del PIB provoca un aumento del PIB del 1,4%. En la actualidad, asistimos a un esfuerzo generalizado de saneamiento de las finanzas públicas por parte de las economías desarrolladas, lo que supone que los efectos contractivos de la consolidación tenderán a amplificarse, al menos a corto plazo. La mejora de la confianza que estas políticas puedan acarrear difícilmente compensará sus efectos negativos sobre la actividad y el empleo, pero estos sacrificios son necesarios para reforzar la solvencia de los Estados y recuperar la confianza de los mercados. En cualquier caso, deberían ir acompañados de reformas estructurales que permitan elevar el crecimiento potencial y dar respuesta a los retos a los que se enfrentan las economías desarrolladas –en particular, el envejecimiento demográfico–. De todo lo anterior podemos extraer algunas ideas: 1) Parece difícil con el ajuste de gasto público anunciado que se puedan alcanzar las previsiones de crecimiento oficiales para España en 2010 (+1,3%), eso sí, a medio plazo lo anterior puede verse compensado por el aumento de credibilidad, descenso de la prima de riesgo, etc. 2) Los bancos centrales no podrán compensar ese esfuerzo fiscal (aunque otro día repasaremos su margen de actuación), pero lo que cada vez parece más claro es que las subidas de tipos se van a retrasar hasta bien entrado el 2012. 3) Los tipos de cambio van a ser una fuente de conflicto en los próximos meses. [post_title] => ¿Qué coste tendrán en términos de crecimiento los ajustes fiscales? 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Pregunta pertinente en una semana en la que en España se ha conocido el Proyecto de Presupuestos Generales para 2011, con un fuerte ajuste del gasto público. El FMI en su último World Economic Outlook intenta aportar algo de luz al intenso debate sobre este tema que se está dirimiendo entre economistas de diferentes escuelas económicas.
Los gobiernos de los países desarrollados se han visto obligados a poner en marcha duros planes de consolidación fiscal para mitigar el severo impacto de la recesión sobre sus finanzas. En media, el déficit público está cerca del 10% del PIB y la deuda alcanzará este año el 100% del PIB, máximo del último medio siglo.
A corto plazo, la consolidación fiscal suele tener un efecto contractivo sobre la actividad y el empleo. Una reducción del déficit público de 1 p.p. normalmente provoca una caída del PIB del 0,5% en los dos años siguientes, así como un aumento de la tasa de paro en algo más de 0,3 p.p.
El FMI cita algunos factores que pueden mitigar estos efectos negativos, si bien en el contexto actual –tipos bajos y austeridad generalizada–, su capacidad de compensación es reducida:
▪ En épocas de ajuste fiscal, los bancos centrales suelen aplicar políticas monetarias expansivas que sostienen la demanda interna. Según el FMI, el tipo de intervención se rebaja en torno a 20 pb ante una reducción del déficit del 1% del PIB. Sin embargo, si los tipos están cerca del 0% –como sucede en algunos países avanzados–, el margen de maniobra de la política monetaria es reducido.
▪ Además, la divisa tiende a depreciarse alrededor de un 1,1% en términos reales ante una consolidación fiscal del 1% del PIB, impulsando la contribución de las exportaciones netas al crecimiento. Lógicamente, este efecto positivo será menor cuanto mayor sea el número de países que acometen ajustes simultáneamente.
En el corto plazo, los ajustes fiscales basados en recortes de gasto son menos contractivos que las subidas de impuestos. El impacto sobre la actividad de una reducción del déficit de un 1% del PIB varía entre -1,3% y -0,3% (y entre +0,6 y +0,2 p.p. en el caso del paro) en función de que se acometa por una u otra vía.
▪ Normalmente, los recortes de gastos se asocian con una mayor disciplina fiscal, impulsando la confianza de los agentes y la disposición del banco central a bajar tipos.
▪ Además, los bancos centrales disponen de un menor margen de maniobra si se elevan los impuestos indirectos, por el efecto inflacionista de esta medida.
Además, el FMI señala que el impacto negativo de un ajuste fiscal es menor cuando se acomete después de episodios de elevado riesgo soberano, por los efectos positivos del retorno de la confianza. En el largo plazo, la consolidación tiene un efecto expansivo: la reducción de la deuda pública presiona a la baja los tipos de interés reales y da margen para reducir los impuestos, impulsando la inversión. El FMI estima que una caída permanente de la deuda pública de un 10% del PIB provoca un aumento del PIB del 1,4%.
En la actualidad, asistimos a un esfuerzo generalizado de saneamiento de las finanzas públicas por parte de las economías desarrolladas, lo que supone que los efectos contractivos de la consolidación tenderán a amplificarse, al menos a corto plazo.
La mejora de la confianza que estas políticas puedan acarrear difícilmente compensará sus efectos negativos sobre la actividad y el empleo, pero estos sacrificios son necesarios para reforzar la solvencia de los Estados y recuperar la confianza de los mercados. En cualquier caso, deberían ir acompañados de reformas estructurales que permitan elevar el crecimiento potencial y dar respuesta a los retos a los que se enfrentan las economías desarrolladas –en particular, el envejecimiento demográfico–.
De todo lo anterior podemos extraer algunas ideas:
1) Parece difícil con el ajuste de gasto público anunciado que se puedan alcanzar las previsiones de crecimiento oficiales para España en 2010 (+1,3%), eso sí, a medio plazo lo anterior puede verse compensado por el aumento de credibilidad, descenso de la prima de riesgo, etc.
2) Los bancos centrales no podrán compensar ese esfuerzo fiscal (aunque otro día repasaremos su margen de actuación), pero lo que cada vez parece más claro es que las subidas de tipos se van a retrasar hasta bien entrado el 2012.
3) Los tipos de cambio van a ser una fuente de conflicto en los próximos meses.
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