Las incertidumbres sobre la concesión del premio Nobel de economía se han disipado: ya conocemos a los galardonados en 2010, que en esta edición han sido tres: Peter A. Diamond (MIT), Dale T. Mortensen, (U. Northwestern de Chicago) y Christopher A. Pissarides (LSE). Con este premio se ha reconocido las investigaciones de dichos economistas sobre los mercados en los que existen fricciones de búsqueda, como el mercado de trabajo, terreno en el cual han realizado notables aportaciones.
Unas aportaciones que, además, tienen implicaciones de política económica directas y de gran impacto. Así, cuando nos preguntamos por qué en un mercado de trabajo en el que el volumen de oferta es igual a la demanda puede existir desempleo, encontramos la respuesta en la existencia de fricciones en la búsqueda de empleo. Y dichas fricciones son consecuencia directa de las instituciones laborales con las que cuenta un país. Cuanto más difícil resulte que la oferta se encuentre con la demanda, mayor será el paro friccional, y en este sentido no resulta muy lógico que un país, como el nuestro, haya estado prohibiendo la participación del sector privado en la intermediación laboral. La reforma laboral recientemente aprobada en España mejora la situación, ya que por imposición de Bruselas (transposición de la Directiva de Servicios) tenemos que permitir la existencia de agencias privadas de colocación, lo que supone una gran noticia, que mejorará la eficiencia de la intermediación laboral en España y reducirá el paro friccional.
La academia sueca, en definitiva, ha fijado su atención en 2010 en economistas que han realizado importantes aportaciones en el ámbito de la economía laboral, algo que en España debería alegrarnos, ya que hoy también hemos conocido que la última encuesta del CIS ha situado al paro –en general, no sólo el friccional- como la principal preocupación de los ciudadanos.
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