Cuando estudiamos la estructura de produccion de cualquier país, en teoría solo consideramos el capital y el trabajo como factores de producción de las empresas, entendiendo que el resto de los factores se mantienen constantes. Pero las cenizas del volcán islandés de las pasadas semanas hace que nos replanteemos algunos supuestos que ademas de afectar a la capacidad de producción de un solo país, gracias a la globalización, provoca pérdidas en el resto de los países que le rodean. En este caso, se trata de un volcán, pero recientemente hemos vivido movimientos de tierra en diversos lugares del mundo, tsunamis, y un sin fin de procesos físicos de la tierra que definitivamente afectan a nuestra capacidad de producción nacional. Y lo más interesante es que no solo que nos permitan producir en mayor o menor medida, si no que se convierten en cuellos de botella dificilmente subsanables: ¿existe alguna otra forma de viajar entre Perth (Australia) y Londres (Reino Unido) que no sea un avión?
Las pérdidas estimadas en la economía global por la paralización del tráfico aéreo a causa de la explosión del volcán han sido millonarias, pero además de eso las pérdidas globales se estiman en más que las provocadas por la paralización del 11-S y en el caso español, Exceltur las cuatifica en más de 252 millones de euros, excluyendo las aerolíneas, que perdían entre 150 y 200 millones de euros diarios. Indudablemente estas pérdidas afectarán a la capacidad productiva de las empresas afectadas, a sus niveles de generación de empleo, a su disponibilidad financiera al final… y esto solo ha sido un volcán en Islandia, sin contar el resto de desastres naturales que estamos viviendo en los últimos años… ¿quiza la Tierra nos quiere decir algo a los economistas?
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