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¿Qué transmiten los cuentos infantiles?

Este mes de abril he leído unas declaraciones de la Ministra de Igualdad del Reino de España que insta a adaptar la literatura infantil a los tiempos modernos. Dice la ministra que los cuentos que leo a mis hijos son sexistas. Me he quedado preocupado porque durante muchos años, vengo leyendo por las noches, como tantos padres, cuentos a mis hijos. No puedo calcular el tiempo que he dedicado a esa labor pero son ratos muy agradables, impagables, que comparto con mis hijos y con personajes como Caperucita Roja, Los Tres Cerditos, Pinocho, Blancanieves, La Cenicienta, Pulgarcito, La Ratita Presumida, etc.

¿Qué transmiten esos cuentos? ¿Habré ayudado a mis hijos ser mejores? ¿He de sentirme culpable? He hecho un poco de reflexión para intentar dar respuesta a estas preguntas. Las palabras de la Ministra no han caído en saco roto. He descubierto, analizando cuento por cuento, que esta literatura infantil envía a los niños y a los mayores mensajes positivos de generosidad, solidaridad (servicio a los demás), valentía, humildad, sinceridad, defensa del débil frente al fuerte, obediencia a los padres, lealtad, sencillez, trabajo bien hecho, etc. Se trata de virtudes o bienes morales que son distintos y que, por tanto, hay que diferenciarlos de los denominados bienes materiales. Parece que la sociedad actual pone más el foco en los bienes físicos que en los morales y por eso tienen tanta importancia en los medios de comunicación y en un blog como este la crisis económica, la creación de riqueza y empleo, el comercio, la producción de bienes y servicios y el consumo. Parece que el mensaje es: ¡Gocemos de los bienes materiales y cuantos más mejor! Esto que está muy bien puede, sin embargo, impulsar al hombre a venerar a esos bienes materiales como si fuesen los únicos bienes.

El bien moral está por encima del bien físico

Pero el bien físico no es el mejor si lo comparamos con el bien moral. La Ministra de Igualdad que es una ministra joven y moderna y que se llama Bibiana, un nombre que parece sacado de un cuento, no le gustan los cuentos infantiles quizá por qué no se los han contado de pequeña o porque le parecen antiguos. Ciertamente son antiguos: transmiten, desde hace siglos, bienes morales. Y es que antiguamente los políticos hablaban mucho más que se habla ahora de los bienes morales, de las buenas costumbres y de virtudes; en cambio en la actualidad, como ya hemos indicado, nos dedicamos a hablar más de cuestiones y de políticas económicas: la deuda griega, la subida de impuestos, la búsqueda del bienestar y el aumento de la riqueza y el empleo. Sin embargo, estos bienes físicos se me antoja que son menos importantes que los bienes morales. Nadie duda de que los bienes físicos, como por ejemplo, dormir, comer, el descanso, la libertad, la propiedad, etc., son buenos ya que nos permiten vivir exentos de hambre y sed, de enfermedad, de guerra, de intranquilidad o cautiverio. Pero, aún siendo bienes, son menos importantes que los bienes morales como son la justicia, el amor a los demás, la paciencia, la templanza, la lealtad, etc. Con estas virtudes combatimos vicios como la injusticia, el egoísmo, la pereza, la tristeza o la sensualidad. 

Es más importante ser que tener

Hay dos características que tiene el bien moral y que no tiene el bien material. La primera nota del bien moral, que ya sería suficiente para darle la primacía sobre el bien físico, es que hace bueno al que lo posee. Los bienes y los males morales hacen bueno o malo al hombre, cosa que no pasa con los bienes o males físicos. Cuantas veces le decimos a nuestros hijos es más importante el ser (bienes morales) que el tener (bienes físicos). Nadie es más bueno que otro por disfrutar de más bienes físicos como tener más propiedades, hartura de comida, salud, paz o libertad, ni nadie es más malo que otro por no tenerlos y padecer hambre, enfermedad, guerra o cautiverio. En cambio los bienes morales son patrimonio de los virtuosos y la ausencia de esos bienes morales hace que la gente sea envidiosa, egoísta, perezosa, descontrolada en la comida y en la bebida, iracunda características que que en los cuentos infantiles personifican los malvados. 

La segunda nota del bien moral, que también le da primacía sobre el bien físico, es que no puede ser objeto de abuso. La virtud moral tiene la ventaja de no ser nunca demasiado buena. Nadie puede abusar o usar mal de los bienes morales. Una persona nunca es demasiada justa, generosa, caritativa, paciente o moderada. En cambio con el bien físico sucede al revés: se puede abusar de la propiedad, de la salud, de la libertad y de todo tipo de bienestar material. Solo hay que asomarse a las páginas de los periódicos para constatar el abuso que muchas veces hacemos de nuestros bienes físicos y de las repercusiones negativas que desgraciadamente tienen en los demás. Por eso es necesario educar a nuestros hijos, con el ejemplo y la educación, en los bienes morales para que sepan actuar de forma justa, generosa, paciente y respetuosa consigo mismos y con los demás. Algunos cuentos transmiten esas virtudes.

¿Qué crees que transmiten los cuentos? ¿Tienen los cuentos infantiles contenidos tóxicos que se deben corregir?

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