Un artículo (“Cómo Milton Friedman salvó a Chile“) publicado,el 2 de marzo de este año, en The Wall Street Journal defiende que gracias a Friedman, los chilenos han sobrevivido al terremoto. El terremoto que sufrió Chile, la semana pasada, alcanzó una magnitud de 8,8 en la escala de Richter. Es decir, casi 500 veces más potente que el de Haití. Sin embargo, el balance provisional de fallecidos —795— es muy inferior a las 230.000 personas que se estima han muerto en Haití.
El autor (BRET STEPHENS) del artículo (How Milton Friedman Saved Chile), defiende que Friedman, y por extensión Pinochet, salvaron a Chile del terremoto. Señala que en 1973, el año en el que el gobierno populista de Salvador Allende fue derrocado por el general Augusto Pinochet, la economía chilena estaba en la ruina. La inflación alcanzaba una tasa anual de 1.000%, se habían agotado las reservas en divisa extranjera y el PIB per cápita era aproximadamente el de Perú y muy inferior al de Argentina.
Sin embargo, Chile tenía capital intelectual, gracias a un programa de intercambio entre la Universidad Católica y el departamento de economía de la Universidad de Chicago, por aquel entonces el hogar académico de Friedman. Incluso antes del golpe de estado de 1973, varios de los Chicago Boys chilenos habían redactado una serie de propuestas que equivalían a un manual para liberalizar la economía: drásticas reducciones del gasto fiscal y de la oferta monetaria; privatización de las compañías estatales y eliminación de obstáculos para la libre empresa, reducción del proteccionismo arancelario y fomento de la inversión extranjera.
En marzo de 1975, Pinochet se reunió durante 45 minutos con Friedman y le pidió que le escribiera una carta proponiéndole algunos remedios. Friedman respondió un mes más tarde con una propuesta de ocho puntos que reflejaba básicamente las ideas de los Chicago Boys. Pinochet designó entonces a una sucesión de Chicago Boys en los principales cargos económicos.
Durante el periodo militar (1973-1990) el PIB per cápita había subido 40% (en dólares de 2005) mientras las economías de Perú y Argentina se estancaron. Además los sucesores de Pinochet —una coalición de centroizquierda, elegida democráticamente— ampliaron las políticas de liberalización. El resultado es que los chilenos se han transformado en el pueblo más rico de América Latina. Tienen los niveles más bajos de corrupción, la tasa de mortalidad infantil más baja y el menor número de personas que vive por debajo del umbral de la pobreza.
Krugman en un artículo titulado “Fantasies of the Chicago Boys” publicado ayer en New York Times, opina lo contario y critica, como lo ha hecho siempre, a los Chicago Boys y a Friedman.
Sin embargo, hay que reconocer que en Chile la corrupción es muy baja. Y cuenta con uno de los códigos de construcción más estrictos del mundo, algo que tiene sentido en un país que está entre dos masivas placas tectónicas. Pero tener códigos es una cosa y hacerlos cumplir es otra. La calidad y consistencia de la aplicación de las normas es una muy buena “institución”. Y las buenas instituciones están muy relacionadas con la riqueza de las naciones. Mientras más pobre un país, más probable que se intenten reducir costes del hormigón, o use cemento de mala calidad, o se mienta sobre el acatamiento de las normas. En el terremoto de 2008 en Sichuan, China, miles de niños quedaron sepultados bajo escuelas construidas de acuerdo a los códigos.
¿Salvó Friedman a Chile de las consecuencias trágicas del terremoto?
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