Un artículo de Thomas Catan publicado esta semana en The Wall Street Journal (Spain’s Struggles Illustrate Pitfalls of Europe’s Common Currency) pone de manifiesto la baja competitividad de la economía española que se agrava además por la fortaleza del euro frente al resto de las divisas. El artículo explica que un país puede recuperar su competitividad mediante devaluaciones de su divisa. Efectivamente, antes de su incorporación al euro, España devaluó la peseta en varias ocasiones para salir de las crisis económicas. El artículo de Catan apunta que, como España no tiene ahora moneda propia para devaluar, deberá ganar competitividad a través de rebajas salariales y de precios respecto a sus socios de la zona euro.
Esta solución no es nada fácil ya que España es un país inflacionista. Es más, en los últimos 10 años, España ha tenido el dudoso honor de ser el país más inflacionario de la Eurozona. Precisamente y como consecuencia de nuestra mayor inflación hemos tenido que sufrir disminuciones de competitividad de nuestros productos en el exterior. Esta pérdida de competitividad, se manifiesta en la pérdida de puestos en el ranking de competitividad del World Economic Forum (del 22 del mundo al 33, en 10 años). Desgraciadamente, hay una fuerte resistencia a bajar precios y salarios por lo que España seguirá siendo muy poco competitiva. La otra opción sería salirse del euro para poder devaluar.
¿Hay razones para que España se salga del euro?
Un artículo de Martin Feldstein («¿Sobrevivirá el euro a la crisis?», EXPANSIÓN 25 de noviembre de 2008) pone de manifiesto que el principal motivo para que un país opte por separarse del euro sería poder devaluar el tipo de cambio de su moneda. Por eso algunos analistas han considerado la alternativa de que España se saliera del euro y así tener una moneda que poder devaluar y recuperar la competitividad perdida por nuestra mayor inflación. Por ejemplo, Wolfgang Munchau en un artículo publicado en Financial Times («Spain has more reason to quit the euro than Italy») señala que si en vez de estar en el euro España tuviera una moneda propia le permitiría una rápida salida de la crisis ya que actualmente ante una demanda interna muy baja se podría pensar que depreciando una hipotética peseta aumentarían las exportaciones. Además, con el elevado déficit público que tenemos (y los que vamos a tener) la deuda pública española se va a disparar por lo que resultará muy complicado colocarla. Si dejáramos, en cambio, de formar parte del euro y, por tanto, del Banco Central Europeo (BCE), nuestro nuevo banco emisor nacional (Banco de España) podría comprar esa deuda pública y financiar así el déficit público.
¿Hubiera sufrido España la crisis que padecemos si nunca hubiera formado parte de euro?
De no haber estado en el euro, la política monetaria hubiera seguido otros derroteros y el Banco de España hubiera subido más los tipos de interés de lo que lo ha hecho el BCE. Con tipos de interés más altos el crecimiento hubiera sido menor pero quizá con una composición más equilibrada (hubiera habido una menor demanda y construcción de viviendas). Es decir, con tipos de interés más altos se habrían producido menores desequilibrios, una menor «burbuja inmobiliaria» pero también un menor crecimiento económico y mucha menos creación de empleo. Esta fase baja del ciclo sería mucho menos dura y con menos desempleados. El euro explica, en parte, nuestros desequilibrios y problemas actuales. Si esto es así ¿por qué resulta difícil que España se salga del euro?
¿Hay razones para seguir perteneciendo al euro?
Las ventajas de estar en el euro son muchas y quizá no compensen las que obtendríamos si nos saliéramos de él ¿Por qué? 1º) gracias al euro nuestra credibilidad internacional durante estos más de 10 años ha sido mayor y nuestros tipos de interés mucho más bajos, lo que nos ha permitido crecer muy por encima de nuestros socios europeos; el éxito económico español se debe al euro, 2º) es muy probable que si nos saliésemos el aumento de la competitividad derivado de la depreciación de la peseta perjudicaría las exportaciones del resto de los países de la Unión Europea (UE) lo que pondría en peligro nuestras buenas relaciones y probablemente nuestra condición de miembro de la UE, 3º) porque la política monetaria del BCE y todo el mercado monetario está muy cristalizado en España y eso tiene difícil vuelta atrás, 4º) al entrar en el euro se ha eliminado el riesgo del tipo de cambio, que ha permitido una gran accesibilidad de las empresas españolas a la financiación internacional lo que les ha permitido su fuerte expansión en el exterior, 5º) fuera del euro la inflación española sería probablemente mucho mayor y como consecuencia el tipo de cambio de la peseta sufriría una enorme volatilidad con respecto a otras monedas lo que generaría bastante incertidumbre en las relaciones económicas de España con el resto del mundo y 6º) una reintroducción de la peseta empeoraría la gestión de las finanzas públicas con aumentos en el déficit presupuestario y la deuda pública. Esto aumentaría el riesgo país por lo que resultaría mucho más caro obtener financiación en los mercados financieros internacionales. En resumen los costes de estar dentro del euro son muy inferiores a los de abandonarlo.
¿Qué puede hacer España para evitar un largo periodo de estancamiento económico?
Desechada la posibilidad de abandonar el euro, y ante la imposibilidad de devaluar, la competitividad sólo se puede alcanzar mediante estímulo a la competencia y reformas estructurales que permitan, a su vez, una mayor movilidad de los factores productivos y mayor flexibilidad de la economía. Se puede aumentar también la productividad mejorando las infraestructuras (carreteras, autopistas de peaje, infraestructuras hidráulicas y ferrocarriles), los niveles educativos y las tecnologías de la información y del conocimiento. De no seguir este camino lo único que nos espera es una crisis como las que han tenido Japón, Italia y Portugal, durante diez años. Es decir, una larga recesión económica, en toda regla, con daños incalculables. Y entonces sí que habrá que hacer, durante muchos años, esas reformas estructurales (a la japonesa) para ganar competitividad y poder así salir del «hoyo» en el que nos hemos metido.
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