La semana pasada ha aparecido en los medios el posible divorcio de Silvio Berlusconi. Perteneciendo evidentemente esta cuestión al ámbito privado, no deja de sorprender el diferente comportamiento de los votantes de los diversos países de economías desarrolladas ante actuaciones similares de sus mandatarios.
Desde las ocho veces que fue reelegido Alice de Gasperi, desde 1945 hasta 1953 como primer ministro de Italia se han producido más de 50 cambios en el puesto en 64 años. Es una cifra cuando menos llamativa. El actual Presidente del Consejo de Ministros fue elegido por primera vez en 1994 , así que nos puede parecer que lleva una eternidad en los medios, pero entre su primera elección y la última en 2008 se intercalaron nombres como Lamberto Dini, Romano Prodi, Massimo D´Alema, y Giuliano Amato, alguno de ellos repitiendo en una sola década el cargo. Hay ex mandatarios de la república, como Bettino Craxi , que murieron en el exilio (Túnez 2000) huyendo de la justicia de su país, otros como Giulio Andreotti han visto su vida llevada al cine hace poco tiempo (Il Divo) que no les deja especialmente bien parados en su actividad como servidor público. Uno de los que más tiempo ocupó el cargo en el periodo desde la segunda guerra mundial, 6 años, Aldo Moro, fue secuestrado y asesinado por militantes de las Brigadas Rojas.
Quizás la razón de toda esta sucesión de acontecimientos es que Italia, miembro del G8 siempre depara sorpresas al resto del mundo, pero no a los italianos. Mientras el resto del mundo se dedica a caricaturizar o llenar páginas sobre el comportamiento del Señor Berlusconi, lo que parece cierto es que a sus ciudadanos esas cuestiones (fiestas de cumpleaños con la señorita Noemí Letizia, hacer esperar a la Canciller Merkel mientras habla por el móvil, comentarios sobre un fin de semana de camping tras el terremoto), no sólo no les molesta sino le hacen más popular, y en la actualidad goza de un índice de aceptación entre sus ciudadanos de un 77%, cifra seguro que envidiada por muchos de sus colegas europeos. El resto del planeta debe recordar que para juzgar a una de las siete economías más ricas del mundo hay que darse cuenta que hay mucho más de lo que parece a simple vista .
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