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En un reciente artículo de Ricardo Angoso (Venezuela al borde de la quiebra por la bajada del petróleo)se señala que el descenso de los precios del petróleo amenazan la estabilidad interna de Venezuela: "por cada 10 dólares que baja el crudo, Caracas dejaría de ingresar en sus arcas 5.000 millones de dólares al año, lo que empujaría al Estado a la quiebra". En el The Economist de esta semana Venezuela aparece como el país de América Latina con la previsión de tasa de crecimeinto más baja para 2009 (-3%). Además, la inflación de Venezuela es hoy la más alta de América Latina: el 30% de inflación en 2008.


La crisis mundial actual está afectando a una economía tan endeble y dependiente del petróleo como la venezolana. Efectivamente, el descenso de los precios del petróleo amenaza la estabilidad interna de Venezuela y la exportación del socialismo del Siglo XXI del presidente Hugo Chávez al resto de América Latina. Por cada 10 dólares que baja el crudo, Caracas dejaría de ingresar en sus arcas 5.000 millones de dólares al año, según la revista The Economist, y por debajo de los 75 dólares el barril no se puede sostener el actual ritmo de importaciones de la economía venezolana y los megaproyectos que impulsa Chávez en el resto el continente. Algunos economistas piensan en Venezuela que el Estado chavista puede mostrarse incapaz de pagar sus deudas tras la bajada en los precios del petróleo, incluyendo las compras de armas, principalmente a Irán y Rusia, dos de sus principales proveedores.

EL PROBLEMA DE LA CORRUPCIÓN

Al mal comportamiento económico se une la gran lacra del Gobierno chavista, reconocida por el propio Chávez, que es la corrupción. Esta se ha extendido como un pulpo por toda la sociedad e instituciones y le está restando legitimidad y credibilidad a un régimen que supuestamente nació para acabar con siglos de impunidad y latrocinio organizado desde el Estado. Una nueva clase social conformada al calor de las riquezas acarreadas por el petróleo y los beneficios obtenidos por pertenecer a la nomenclatura del nuevo régimen, se ha desarrollado prodigiosamente en los últimos años y se ha escindido claramente de la sociedad, tal como han denunciado numerosas fuentes independientes y medios alternativos a los del régimen. El propio Chávez ha reconocido repetidas veces que este auténtico tumor puede acabar con la auténtica esencia revolucionaria y ha llamado a combatir esta lacra.

EL PROBLEMA DE LA CRIMINALIDAD 

Además, está el asunto de la criminalidad, que cada vez preocupa más a los venezolanos y que se ha convertido en uno de los principales problemas del país; robos y asesinatos a diario, secuestros sin resolver, una tasa de homicidios insoportable y un clima de inseguridad que se extiende a todos los estratos sociales y urbes, por no hablar de la ineficacia policial y la impunidad, han hecho de Venezuela uno de los países más peligrosos del mundo.

En cualquier comparación internacional Venezuela aparece entre los tres países más peligrosos del mundo. Lo increíble es que en los años ochenta la tasa de homicidios en Venezuela era de alrededor de 8 homicidios por cien mil habitantes, por debajo de 12, el nivel sobre el cual se considera que un país enfrenta un problema de violencia. Hoy, por obra y gracia de la revolución chavista, la tasa de homicidios es cuatro veces más y Caracas es la capital con más crímenes al año de toda América Latina y una de las más peligrosas del mundo.

Desde que Hugo Chávez llegó al poder en 1998, la tasa de criminalidad en el país aumentó 67 por ciento, ubicándose ahora en 52 homicidios 100.000. En Caracas, el número de homicidios es de 130 por cada 100 mil habitantes, según cifras oficiales, una cifra sensiblemente superior a las de otras ciudades del continente. Las cifras extraoficiales elevan aún más esa dantesca tasa de homicidios.

En definitva, las perspectivas para Venezuela, para este año que entra, son malas tanto desde el punto de vista, económico como político y social.

Fuente: Ricardo Angoso: "Venezuela al borde de la quiebra por la bajada del petróleo"


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La crisis mundial actual está afectando a una economía tan endeble y dependiente del petróleo como la venezolana. Efectivamente, el descenso de los precios del petróleo amenaza la estabilidad interna de Venezuela y la exportación del socialismo del Siglo XXI del presidente Hugo Chávez al resto de América Latina. Por cada 10 dólares que baja el crudo, Caracas dejaría de ingresar en sus arcas 5.000 millones de dólares al año, según la revista The Economist, y por debajo de los 75 dólares el barril no se puede sostener el actual ritmo de importaciones de la economía venezolana y los megaproyectos que impulsa Chávez en el resto el continente. Algunos economistas piensan en Venezuela que el Estado chavista puede mostrarse incapaz de pagar sus deudas tras la bajada en los precios del petróleo, incluyendo las compras de armas, principalmente a Irán y Rusia, dos de sus principales proveedores.

EL PROBLEMA DE LA CORRUPCIÓN

Al mal comportamiento económico se une la gran lacra del Gobierno chavista, reconocida por el propio Chávez, que es la corrupción. Esta se ha extendido como un pulpo por toda la sociedad e instituciones y le está restando legitimidad y credibilidad a un régimen que supuestamente nació para acabar con siglos de impunidad y latrocinio organizado desde el Estado. Una nueva clase social conformada al calor de las riquezas acarreadas por el petróleo y los beneficios obtenidos por pertenecer a la nomenclatura del nuevo régimen, se ha desarrollado prodigiosamente en los últimos años y se ha escindido claramente de la sociedad, tal como han denunciado numerosas fuentes independientes y medios alternativos a los del régimen. El propio Chávez ha reconocido repetidas veces que este auténtico tumor puede acabar con la auténtica esencia revolucionaria y ha llamado a combatir esta lacra.

EL PROBLEMA DE LA CRIMINALIDAD 

Además, está el asunto de la criminalidad, que cada vez preocupa más a los venezolanos y que se ha convertido en uno de los principales problemas del país; robos y asesinatos a diario, secuestros sin resolver, una tasa de homicidios insoportable y un clima de inseguridad que se extiende a todos los estratos sociales y urbes, por no hablar de la ineficacia policial y la impunidad, han hecho de Venezuela uno de los países más peligrosos del mundo.

En cualquier comparación internacional Venezuela aparece entre los tres países más peligrosos del mundo. Lo increíble es que en los años ochenta la tasa de homicidios en Venezuela era de alrededor de 8 homicidios por cien mil habitantes, por debajo de 12, el nivel sobre el cual se considera que un país enfrenta un problema de violencia. Hoy, por obra y gracia de la revolución chavista, la tasa de homicidios es cuatro veces más y Caracas es la capital con más crímenes al año de toda América Latina y una de las más peligrosas del mundo.

Desde que Hugo Chávez llegó al poder en 1998, la tasa de criminalidad en el país aumentó 67 por ciento, ubicándose ahora en 52 homicidios 100.000. En Caracas, el número de homicidios es de 130 por cada 100 mil habitantes, según cifras oficiales, una cifra sensiblemente superior a las de otras ciudades del continente. Las cifras extraoficiales elevan aún más esa dantesca tasa de homicidios.

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La crisis mundial actual está afectando a una economía tan endeble y dependiente del petróleo como la venezolana. Efectivamente, el descenso de los precios del petróleo amenaza la estabilidad interna de Venezuela y la exportación del socialismo del Siglo XXI del presidente Hugo Chávez al resto de América Latina. Por cada 10 dólares que baja el crudo, Caracas dejaría de ingresar en sus arcas 5.000 millones de dólares al año, según la revista The Economist, y por debajo de los 75 dólares el barril no se puede sostener el actual ritmo de importaciones de la economía venezolana y los megaproyectos que impulsa Chávez en el resto el continente. Algunos economistas piensan en Venezuela que el Estado chavista puede mostrarse incapaz de pagar sus deudas tras la bajada en los precios del petróleo, incluyendo las compras de armas, principalmente a Irán y Rusia, dos de sus principales proveedores.

EL PROBLEMA DE LA CORRUPCIÓN

Al mal comportamiento económico se une la gran lacra del Gobierno chavista, reconocida por el propio Chávez, que es la corrupción. Esta se ha extendido como un pulpo por toda la sociedad e instituciones y le está restando legitimidad y credibilidad a un régimen que supuestamente nació para acabar con siglos de impunidad y latrocinio organizado desde el Estado. Una nueva clase social conformada al calor de las riquezas acarreadas por el petróleo y los beneficios obtenidos por pertenecer a la nomenclatura del nuevo régimen, se ha desarrollado prodigiosamente en los últimos años y se ha escindido claramente de la sociedad, tal como han denunciado numerosas fuentes independientes y medios alternativos a los del régimen. El propio Chávez ha reconocido repetidas veces que este auténtico tumor puede acabar con la auténtica esencia revolucionaria y ha llamado a combatir esta lacra.

EL PROBLEMA DE LA CRIMINALIDAD

Además, está el asunto de la criminalidad, que cada vez preocupa más a los venezolanos y que se ha convertido en uno de los principales problemas del país; robos y asesinatos a diario, secuestros sin resolver, una tasa de homicidios insoportable y un clima de inseguridad que se extiende a todos los estratos sociales y urbes, por no hablar de la ineficacia policial y la impunidad, han hecho de Venezuela uno de los países más peligrosos del mundo.

En cualquier comparación internacional Venezuela aparece entre los tres países más peligrosos del mundo. Lo increíble es que en los años ochenta la tasa de homicidios en Venezuela era de alrededor de 8 homicidios por cien mil habitantes, por debajo de 12, el nivel sobre el cual se considera que un país enfrenta un problema de violencia. Hoy, por obra y gracia de la revolución chavista, la tasa de homicidios es cuatro veces más y Caracas es la capital con más crímenes al año de toda América Latina y una de las más peligrosas del mundo.

Desde que Hugo Chávez llegó al poder en 1998, la tasa de criminalidad en el país aumentó 67 por ciento, ubicándose ahora en 52 homicidios 100.000. En Caracas, el número de homicidios es de 130 por cada 100 mil habitantes, según cifras oficiales, una cifra sensiblemente superior a las de otras ciudades del continente. Las cifras extraoficiales elevan aún más esa dantesca tasa de homicidios.

En definitva, las perspectivas para Venezuela, para este año que entra, son malas tanto desde el punto de vista, económico como político y social.

Fuente: Ricardo Angoso: «Venezuela al borde de la quiebra por la bajada del petróleo»

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