WP_Post Object ( [ID] => 3825 [post_author] => 28824 [post_date] => 2008-10-29 09:05:45 [post_date_gmt] => 2008-10-29 08:05:45 [post_content] => Los últimos datos El próximo diciembre, como cada año, el Gobierno volverá a revisar el cuadro macroeconómico que presentó en el Proyecto de Presupuestos Generales hace menos de un mes. Entonces estimaba para la Administración Central (Estado y Organismos Autónomos) un déficit de 1,6% del PIB. Pues bien, esta cifra, casi con toda probabilidad, será superada al final de año. Ayer se presentaron los datos de déficit público acumulado hasta septiembre: 13.576 millones (1,24% del PIB). La tendencia es preocupante porque este desfase entre ingresos y gastos ha aumentado rápidamente en los últimos meses. Los estabilizadores automáticos actúan directamente sobre las cuentas públicas, por lo que la desaceleración de nuestra economía no hace sino disminuir los ingresos y, de la misma forma, la menor actividad hace que aumenten los gastos por prestaciones (217.000 desempleados más según la EPA del tercer trimestre). En este contexto, ¿cuál debería ser el papel que desempeñe la política fiscal? El marco general de la política fiscal A la política fiscal le corresponden tres grandes objetivos: asignación, redistribución y estabilización macroeconómica. El primero de ello no es otra cosa que dirigir recursos hacia la producción de bienes y servicios. El segundo se diseña y opera a través de distintos instrumentos, fundamentalmente los impuestos y las subvenciones. Y, por último, la estabilización macro tiene como misión gestionar la demanda agregada. Resulta harto complicado separar estas tres funciones ya que las políticas de asignación y de redistribución impactan sobre la composición del gasto y, por ende, sobre la propia demanda agregada. ¿Con cuál nos quedamos? Dicho esto, la política fiscal por la que nuestra economía debería optar sería aquella que prestara especial atención a las cuestiones de estabilización macroeconómica. Por supuesto, sin dejar a un lado los otros dos objetivos y sabiendo que el margen con el que cuenta es más bien poco. La complicada situación coyuntural a la que nos enfrentamos debe estimular a que los responsables de la misma hagan que la política fiscal rinda al máximo de sus capacidades como herramienta macroeconómica. Un correcto aprovechamiento de esta capacidad permitirá contribuir, junto con otro tipo de reformas estructurales así como con medidas liberalizadoras, al diseño y transformación del modelo económico de la economía española. Parece que las últimas noticias en materia de política monetaria –tipos de interés e inyecciones de liquidez- están devolviendo en parte la tranquilidad a los mercados financieros (el euribor se situó ayer por debajo del 5% por primera vez desde mayo de este año) Hagamos pues los deberes con la política fiscal. Recuperemos la confianza tanto interna como de cara a los mercados internacionales. No olvidemos que esto será incluso mucho más relevante cuando se recupere la estabilidad financiera internacional y España pueda entonces optar a la financiación que tanto necesita. [post_title] => ¿A qué objetivos debe atender la política fiscal? [post_excerpt] => [post_status] => publish [comment_status] => open [ping_status] => closed [post_password] => [post_name] => a_que_objetivos [to_ping] => [pinged] => [post_modified] => 2023-12-13 13:43:12 [post_modified_gmt] => 2023-12-13 12:43:12 [post_content_filtered] => [post_parent] => 0 [guid] => https://economy.blogs.ie.edu/archives/2008/10/a_que_objetivos.php [menu_order] => 0 [post_type] => post [post_mime_type] => [comment_count] => 1 [filter] => raw )
Los últimos datos
El próximo diciembre, como cada año, el Gobierno volverá a revisar el cuadro macroeconómico que presentó en el Proyecto de Presupuestos Generales hace menos de un mes. Entonces estimaba para la Administración Central (Estado y Organismos Autónomos) un déficit de 1,6% del PIB. Pues bien, esta cifra, casi con toda probabilidad, será superada al final de año. Ayer se presentaron los datos de déficit público acumulado hasta septiembre: 13.576 millones (1,24% del PIB). La tendencia es preocupante porque este desfase entre ingresos y gastos ha aumentado rápidamente en los últimos meses.
Los estabilizadores automáticos actúan directamente sobre las cuentas públicas, por lo que la desaceleración de nuestra economía no hace sino disminuir los ingresos y, de la misma forma, la menor actividad hace que aumenten los gastos por prestaciones (217.000 desempleados más según la EPA del tercer trimestre). En este contexto, ¿cuál debería ser el papel que desempeñe la política fiscal?
El marco general de la política fiscal
A la política fiscal le corresponden tres grandes objetivos: asignación, redistribución y estabilización macroeconómica. El primero de ello no es otra cosa que dirigir recursos hacia la producción de bienes y servicios. El segundo se diseña y opera a través de distintos instrumentos, fundamentalmente los impuestos y las subvenciones. Y, por último, la estabilización macro tiene como misión gestionar la demanda agregada. Resulta harto complicado separar estas tres funciones ya que las políticas de asignación y de redistribución impactan sobre la composición del gasto y, por ende, sobre la propia demanda agregada.
¿Con cuál nos quedamos?
Dicho esto, la política fiscal por la que nuestra economía debería optar sería aquella que prestara especial atención a las cuestiones de estabilización macroeconómica. Por supuesto, sin dejar a un lado los otros dos objetivos y sabiendo que el margen con el que cuenta es más bien poco. La complicada situación coyuntural a la que nos enfrentamos debe estimular a que los responsables de la misma hagan que la política fiscal rinda al máximo de sus capacidades como herramienta macroeconómica. Un correcto aprovechamiento de esta capacidad permitirá contribuir, junto con otro tipo de reformas estructurales así como con medidas liberalizadoras, al diseño y transformación del modelo económico de la economía española.
Parece que las últimas noticias en materia de política monetaria –tipos de interés e inyecciones de liquidez- están devolviendo en parte la tranquilidad a los mercados financieros (el euribor se situó ayer por debajo del 5% por primera vez desde mayo de este año) Hagamos pues los deberes con la política fiscal. Recuperemos la confianza tanto interna como de cara a los mercados internacionales. No olvidemos que esto será incluso mucho más relevante cuando se recupere la estabilidad financiera internacional y España pueda entonces optar a la financiación que tanto necesita.
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