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En este blog, al que aún estoy casi recién llegada, ya he tenido la oportunidad de referirme a la economía china en términos positivos. Ahora bien, como seguro sabéis, no es oro todo lo que reluce bajo el sol asiático. China tiene aún pendientes numerosas reformas que atañen tanto a aspectos puramente económicos como especialmente a otros más apremiantes si cabe para el bienestar de sus ciudadanos.

Distintas organizaciones han denunciado, por ejemplo, el incumplimiento de las autoridades chinas de sus compromisos de mejora en la defensa de los derechos humanos y de las libertades. Otras organizaciones han reclamado de China su adhesión a pactos internacionales de defensa del medioambiente (aunque China no es un gran emisor de gases efecto invernadero per cápita, si lo es en términos absolutos por su propio tamaño y por la etapa de desarrollo en que se encuentra).

Estas cuestiones tienen una interesante vertiente económica. Existe una amplia literatura que trata la relación entre desarrollo económico e instituciones políticas y medioambiente. En concreto, la pregunta es si el crecimiento económico y el consiguiente bienestar material conducen a mejoras en las libertades políticas y en el respeto del medioambiente. En economía no resulta sencillo responder a determinadas cuestiones sobre la dirección de la causalidad. Así, por ejemplo, también puede argumentarse que las libertades políticas facilitan libertades económicas que impulsan el crecimiento. Y es probable que incluso sean factores que se alimentan mutuamente.

Esperemos que en el caso de China se satisfaga la hipótesis que Lipset lanzó hace casi medio siglo, y que establece que el desarrollo económico despierta mayores deseos de libertad que acaban haciéndose realidad (casos como el de Chile y España parecen encajar en esta teoría). Confiemos también en que el bienestar material despierte mayor conciencia medioambiental entre los ciudadanos chinos y que el gobierno sepa responder a sus demandas (lo que es más probable si también se instauran las libertades democráticas).

Pero nada de lo anterior sucederá con la necesaria rapidez sin una decidida voluntad de cambio por parte de las autoridades chinas. Sería deseable que los Juegos Olímpicos que hoy comienzan oficialmente fueran el pistoletazo de salida para esa transformación.

P.D.: Desear también desde aquí que la delegación española logre grandes resultados (aunque lo importante no es ganar, sino participar, que decía el Barón de Coubertin…) y nos haga disfrutar como lo están haciendo nuestros deportistas en los últimos tiempos. ¡Suerte a todos ellos!


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8
Ago

Los Juegos Olímpicos, ¿simple escaparate o pistoletazo de salida?

Escrito el 8 agosto 2008 por María Jesús Valdemoros en Economía Global

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En este blog, al que aún estoy casi recién llegada, ya he tenido la oportunidad de referirme a la economía china en términos positivos. Ahora bien, como seguro sabéis, no es oro todo lo que reluce bajo el sol asiático. China tiene aún pendientes numerosas reformas que atañen tanto a aspectos puramente económicos como especialmente a otros más apremiantes si cabe para el bienestar de sus ciudadanos.

Distintas organizaciones han denunciado, por ejemplo, el incumplimiento de las autoridades chinas de sus compromisos de mejora en la defensa de los derechos humanos y de las libertades. Otras organizaciones han reclamado de China su adhesión a pactos internacionales de defensa del medioambiente (aunque China no es un gran emisor de gases efecto invernadero per cápita, si lo es en términos absolutos por su propio tamaño y por la etapa de desarrollo en que se encuentra).

Estas cuestiones tienen una interesante vertiente económica. Existe una amplia literatura que trata la relación entre desarrollo económico e instituciones políticas y medioambiente. En concreto, la pregunta es si el crecimiento económico y el consiguiente bienestar material conducen a mejoras en las libertades políticas y en el respeto del medioambiente. En economía no resulta sencillo responder a determinadas cuestiones sobre la dirección de la causalidad. Así, por ejemplo, también puede argumentarse que las libertades políticas facilitan libertades económicas que impulsan el crecimiento. Y es probable que incluso sean factores que se alimentan mutuamente.

Esperemos que en el caso de China se satisfaga la hipótesis que Lipset lanzó hace casi medio siglo, y que establece que el desarrollo económico despierta mayores deseos de libertad que acaban haciéndose realidad (casos como el de Chile y España parecen encajar en esta teoría). Confiemos también en que el bienestar material despierte mayor conciencia medioambiental entre los ciudadanos chinos y que el gobierno sepa responder a sus demandas (lo que es más probable si también se instauran las libertades democráticas).

Pero nada de lo anterior sucederá con la necesaria rapidez sin una decidida voluntad de cambio por parte de las autoridades chinas. Sería deseable que los Juegos Olímpicos que hoy comienzan oficialmente fueran el pistoletazo de salida para esa transformación.

P.D.: Desear también desde aquí que la delegación española logre grandes resultados (aunque lo importante no es ganar, sino participar, que decía el Barón de Coubertin…) y nos haga disfrutar como lo están haciendo nuestros deportistas en los últimos tiempos. ¡Suerte a todos ellos!


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En este blog, al que aún estoy casi recién llegada, ya he tenido la oportunidad de referirme a la economía china en términos positivos. Ahora bien, como seguro sabéis, no es oro todo lo que reluce bajo el sol asiático. China tiene aún pendientes numerosas reformas que atañen tanto a aspectos puramente económicos como especialmente a otros más apremiantes si cabe para el bienestar de sus ciudadanos.

Distintas organizaciones han denunciado, por ejemplo, el incumplimiento de las autoridades chinas de sus compromisos de mejora en la defensa de los derechos humanos y de las libertades. Otras organizaciones han reclamado de China su adhesión a pactos internacionales de defensa del medioambiente (aunque China no es un gran emisor de gases efecto invernadero per cápita, si lo es en términos absolutos por su propio tamaño y por la etapa de desarrollo en que se encuentra).

Estas cuestiones tienen una interesante vertiente económica. Existe una amplia literatura que trata la relación entre desarrollo económico e instituciones políticas y medioambiente. En concreto, la pregunta es si el crecimiento económico y el consiguiente bienestar material conducen a mejoras en las libertades políticas y en el respeto del medioambiente. En economía no resulta sencillo responder a determinadas cuestiones sobre la dirección de la causalidad. Así, por ejemplo, también puede argumentarse que las libertades políticas facilitan libertades económicas que impulsan el crecimiento. Y es probable que incluso sean factores que se alimentan mutuamente.

Esperemos que en el caso de China se satisfaga la hipótesis que Lipset lanzó hace casi medio siglo, y que establece que el desarrollo económico despierta mayores deseos de libertad que acaban haciéndose realidad (casos como el de Chile y España parecen encajar en esta teoría). Confiemos también en que el bienestar material despierte mayor conciencia medioambiental entre los ciudadanos chinos y que el gobierno sepa responder a sus demandas (lo que es más probable si también se instauran las libertades democráticas).

Pero nada de lo anterior sucederá con la necesaria rapidez sin una decidida voluntad de cambio por parte de las autoridades chinas. Sería deseable que los Juegos Olímpicos que hoy comienzan oficialmente fueran el pistoletazo de salida para esa transformación.

P.D.: Desear también desde aquí que la delegación española logre grandes resultados (aunque lo importante no es ganar, sino participar, que decía el Barón de Coubertin…) y nos haga disfrutar como lo están haciendo nuestros deportistas en los últimos tiempos. ¡Suerte a todos ellos!

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