Esta semana fracasaron en Ginebra las negociaciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC) que tenían por objeto alcanzar un nuevo acuerdo de comercio global entre los países ricos y los emergentes. Es una mala noticia ya que durante las últimas décadas se ha estado produciendo un aumento de libertad en el comercio internacional que ha supuesto una mayor prosperidad para toda la economía mundial. Este progreso, como es bien sabido, ha sido mayor para los países industrializados que para los países más pobres dedicados a la producción agraria.
Ello se debe a que en los últimos cincuenta años el comercio mundial de productos agrícolas se ha liberalizado de manera muy lenta. Así, mientras que los aranceles de bienes industriales se han reducido del 40% al 3%, la protección de los productos agrícolas no ha variado y se ha mantenido prácticamente en los mismos niveles. Ello se debe a que aunque los países ricos han reducido algo sus aranceles, continúan desarrollando complejas barreras proteccionistas no arancelarias, como es el caso de los subsidios a la agricultura, que dificultan las importaciones de los productos procedentes de países pobres. Como consecuencia, durante los últimos cincuenta años el volumen de comercio internacional de bienes industriales se ha multiplicado por 18 veces en comparación con las 6 veces de los productos agrícolas.
Los países pobres han sufrido un deterioro muy grave de su sector agrícola al tener que competir con una agricultura subsidiada de las naciones desarrolladas (EEUU, la Unión Europea (UE) y Japón) y por eso llevan años insistiendo, sin éxito, en la eliminación de estos subsidios.
Perspectivas de futuro
El comercio internacional debe seguir jugando, en el futuro, un papel fundamental en el crecimiento económico de los países. Por ello, es necesario seguir potenciando los Acuerdos Multilaterales, gracias a los cuáles, los países en vías de desarrollo seguirán cobrando una mayor participación en el comercio internacional de bienes y servicios. En Ginebra los negociadores no lograron ponerse de acuerdo y se ha hablado de fracaso. El éxito sólo se logrará cuando los gobiernos acepten nuevas reglas del juego, es decir, un sistema de comercio internacional estable, liberal, generalizado y no discriminatorio.
En Ginebra los países pobres, liderados por China, India y Brasil, se han unido y han demostrado una gran capacidad para enfrentarse a los países ricos. Esta ronda, la Ronda Doha recién concluida, se ha diferenciado de las anteriores en que es la primera vez que los países del Sur tienen un papel verdaderamente activo y protagonista en una negociación de la OMC. El fracaso en la negociación debe servir de punto de partida de una nueva batalla comercial de los países emergentes frente a los países ricos. Antes o después los ricos tendrán que abrir sus mercados a las importaciones agrícolas procedentes de los países del Sur. Esto dará un fuerte impulso a estas economías ya que su sector agrícola representa un 30% de su PIB.
Tal como hemos señalado insistentemente desde este blog de economía es preciso seguir desmontando las barreras proteccionistas en el sector agrario de los países ricos lo que permitirá seguir aumentando el comercio internacional, el crecimiento y el empleo a nivel mundial. Por eso es necesario que cuanto antes países ricos y pobres entablen una nueva ronda de negociaciones en el marco de la OMC.
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