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    [post_content] => Según la información publicada por el INE, la economía española sólo creció un 0,1% en el segundo trimestre del año (1% en el 2T de 2007 y 0,3% en el 1T de 2008) y un 1,8% en tasa interanual (3,9% en el 2T de 2007 y 2,6% en el 1T de 2008). Este crecimiento se repartiría entre un suave ritmo de avance del empleo (+0,4%) y una productividad que crece más que en el trimestre anterior (1,4% frente al 1,2%), tendencia que se suele repetir en todas las fases de corrección cíclica. Los datos publicados esta mañana confirman que el deterioro de la actividad está siendo muy intenso, afectando a casi todas las ramas de la actividad y a la mayoría de los componentes de la demanda.


Para una economía que superó el máximo en el primer trimestre de 2007 y que, por tanto, ya estaba en pleno cambio de fase en la primavera del año pasado, la crisis financiera internacional ha supuesto un golpe de gracia al afectar a la principal debilidad de nuestro modelo de crecimiento que era la dependencia del ahorro internacional, reflejada en un déficit de balanza por cuenta corriente cercano al 10% del PIB. Hemos vivido durante muchos años por encima de nuestras posibilidades y ahora que los inversores del resto del mundo no están dispuestos a prestarnos (o si lo hacen nos cobran un coste elevado) toca apretarse el cinturón, ahorrar más y, por tanto, crecer menos que a lo que estábamos acostumbrados.

De la información publicada esta mañana hay cosas que no me sorprenden, como el esperado retroceso de la inversión en construcción (-2,4% interanual y -2,2% en tasa trimestral) que en el caso de la inversión residencial es más intenso (-6,3% interanual y -5,6% trimestral). También era esperada la pérdida de impulso del empleo (+0,4% frente al 1,7% del 1T) tras los datos de la EPA y del INEM, así como el fuerte deterioro del consumo hasta mínimos en 14 años (+1,2% interanual y +0,1% trimestral). De la misma manera que es normal en las fases de corrección del ciclo de crecimiento en España que la demanda externa aporte crecimiento (+0,2 p.p. en el 2T frente a -0,3% en el 1T).

Sin embargo, me preocupa más el elevado contagio de la corrección de la construcción a las ramas industriales que decrecieron un 2,8% en tasa interanual de  abril a junio (-2,2% en tasa trimestral), así como la rápida desaceleración de la inversión en bienes de equipo (+2,3% frente al +5,2% del 1T). Si por el lado de la demanda la inversión ya está en territorio negativo y el consumo casi no crece y por el de la oferta tanto construcción como servicios están en zona recesiva, el pronóstico para los próximos trimestres no puede ser muy optimista.

Probablemente la actividad se estancará en otoño-invierno (con algún trimestre de crecimiento negativo) y se destruirá empleo. Podría tocarse fondo en verano de 2009, aunque eso dependerá de la evolución de la coyuntura económica y financiera internacional y, por tanto, de variables que no controlamos como tipo de interés, tipo de cambio y precio del petróleo. Aún en los escenario más optimistas me temo que no volveremos antes de 2011 a los ritmos de crecimiento potenciales que además serán sustancialmente inferiores a los del últimos ciclo (¿2,5%?).

En este escenario, la política económica no debería intentar frenar ajustes muy necesarios en algunos sectores. Para compensar las rentas de los grupos de agentes más necesitados ya están los estabilizadores automáticos. Los esfuerzos deben centrarse en el lado de la oferta, intentando mejorar la flexibilidad y competencia de nuestros mercados, así como la difusión de las nuevas tecnología. Aunque sigo pensando que la variable clave que determinará el futuro de nuestro país será la formación. En definitiva, podemos ir dando por cerrado un modelo de crecimiento que ha durado dos décadas e ir pensando que va a ser necesario algo diferente para competir en una economía globalizada a partir de ahora.


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27
Ago

Delicada situación de la economía española

Escrito el 27 agosto 2008 por José Ramón Diez Guijarro en Economía española

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Para una economía que superó el máximo en el primer trimestre de 2007 y que, por tanto, ya estaba en pleno cambio de fase en la primavera del año pasado, la crisis financiera internacional ha supuesto un golpe de gracia al afectar a la principal debilidad de nuestro modelo de crecimiento que era la dependencia del ahorro internacional, reflejada en un déficit de balanza por cuenta corriente cercano al 10% del PIB. Hemos vivido durante muchos años por encima de nuestras posibilidades y ahora que los inversores del resto del mundo no están dispuestos a prestarnos (o si lo hacen nos cobran un coste elevado) toca apretarse el cinturón, ahorrar más y, por tanto, crecer menos que a lo que estábamos acostumbrados.

De la información publicada esta mañana hay cosas que no me sorprenden, como el esperado retroceso de la inversión en construcción (-2,4% interanual y -2,2% en tasa trimestral) que en el caso de la inversión residencial es más intenso (-6,3% interanual y -5,6% trimestral). También era esperada la pérdida de impulso del empleo (+0,4% frente al 1,7% del 1T) tras los datos de la EPA y del INEM, así como el fuerte deterioro del consumo hasta mínimos en 14 años (+1,2% interanual y +0,1% trimestral). De la misma manera que es normal en las fases de corrección del ciclo de crecimiento en España que la demanda externa aporte crecimiento (+0,2 p.p. en el 2T frente a -0,3% en el 1T).

Sin embargo, me preocupa más el elevado contagio de la corrección de la construcción a las ramas industriales que decrecieron un 2,8% en tasa interanual de  abril a junio (-2,2% en tasa trimestral), así como la rápida desaceleración de la inversión en bienes de equipo (+2,3% frente al +5,2% del 1T). Si por el lado de la demanda la inversión ya está en territorio negativo y el consumo casi no crece y por el de la oferta tanto construcción como servicios están en zona recesiva, el pronóstico para los próximos trimestres no puede ser muy optimista.

Probablemente la actividad se estancará en otoño-invierno (con algún trimestre de crecimiento negativo) y se destruirá empleo. Podría tocarse fondo en verano de 2009, aunque eso dependerá de la evolución de la coyuntura económica y financiera internacional y, por tanto, de variables que no controlamos como tipo de interés, tipo de cambio y precio del petróleo. Aún en los escenario más optimistas me temo que no volveremos antes de 2011 a los ritmos de crecimiento potenciales que además serán sustancialmente inferiores a los del últimos ciclo (¿2,5%?).

En este escenario, la política económica no debería intentar frenar ajustes muy necesarios en algunos sectores. Para compensar las rentas de los grupos de agentes más necesitados ya están los estabilizadores automáticos. Los esfuerzos deben centrarse en el lado de la oferta, intentando mejorar la flexibilidad y competencia de nuestros mercados, así como la difusión de las nuevas tecnología. Aunque sigo pensando que la variable clave que determinará el futuro de nuestro país será la formación. En definitiva, podemos ir dando por cerrado un modelo de crecimiento que ha durado dos décadas e ir pensando que va a ser necesario algo diferente para competir en una economía globalizada a partir de ahora.


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Para una economía que superó el máximo en el primer trimestre de 2007 y que, por tanto, ya estaba en pleno cambio de fase en la primavera del año pasado, la crisis financiera internacional ha supuesto un golpe de gracia al afectar a la principal debilidad de nuestro modelo de crecimiento que era la dependencia del ahorro internacional, reflejada en un déficit de balanza por cuenta corriente cercano al 10% del PIB. Hemos vivido durante muchos años por encima de nuestras posibilidades y ahora que los inversores del resto del mundo no están dispuestos a prestarnos (o si lo hacen nos cobran un coste elevado) toca apretarse el cinturón, ahorrar más y, por tanto, crecer menos que a lo que estábamos acostumbrados.

De la información publicada esta mañana hay cosas que no me sorprenden, como el esperado retroceso de la inversión en construcción (-2,4% interanual y -2,2% en tasa trimestral) que en el caso de la inversión residencial es más intenso (-6,3% interanual y -5,6% trimestral). También era esperada la pérdida de impulso del empleo (+0,4% frente al 1,7% del 1T) tras los datos de la EPA y del INEM, así como el fuerte deterioro del consumo hasta mínimos en 14 años (+1,2% interanual y +0,1% trimestral). De la misma manera que es normal en las fases de corrección del ciclo de crecimiento en España que la demanda externa aporte crecimiento (+0,2 p.p. en el 2T frente a -0,3% en el 1T).

Sin embargo, me preocupa más el elevado contagio de la corrección de la construcción a las ramas industriales que decrecieron un 2,8% en tasa interanual de abril a junio (-2,2% en tasa trimestral), así como la rápida desaceleración de la inversión en bienes de equipo (+2,3% frente al +5,2% del 1T). Si por el lado de la demanda la inversión ya está en territorio negativo y el consumo casi no crece y por el de la oferta tanto construcción como servicios están en zona recesiva, el pronóstico para los próximos trimestres no puede ser muy optimista.

Probablemente la actividad se estancará en otoño-invierno (con algún trimestre de crecimiento negativo) y se destruirá empleo. Podría tocarse fondo en verano de 2009, aunque eso dependerá de la evolución de la coyuntura económica y financiera internacional y, por tanto, de variables que no controlamos como tipo de interés, tipo de cambio y precio del petróleo. Aún en los escenario más optimistas me temo que no volveremos antes de 2011 a los ritmos de crecimiento potenciales que además serán sustancialmente inferiores a los del últimos ciclo (¿2,5%?).

En este escenario, la política económica no debería intentar frenar ajustes muy necesarios en algunos sectores. Para compensar las rentas de los grupos de agentes más necesitados ya están los estabilizadores automáticos. Los esfuerzos deben centrarse en el lado de la oferta, intentando mejorar la flexibilidad y competencia de nuestros mercados, así como la difusión de las nuevas tecnología. Aunque sigo pensando que la variable clave que determinará el futuro de nuestro país será la formación. En definitiva, podemos ir dando por cerrado un modelo de crecimiento que ha durado dos décadas e ir pensando que va a ser necesario algo diferente para competir en una economía globalizada a partir de ahora.

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