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    [post_content] => Hace 210 años, el 7 de junio de 1798, se publicó el “Primer ensayo sobre la población” de Thomas Robert Malthus (1766-1834). Desde entonces el crecimiento de la población mundial y las posibilidades de ser alimentada ha sido un tema de discusión permanente entre los economistas. La importancia y la influencia de las ideas maltusianas han sido tan grandes que Malthus junto con Marx, son los dos únicos economistas que según el Diccionario de la Real Academia Española, han conseguido que su apellido se convierta en un adjetivo (marxista y  maltusiano).


El principio fundamental de la teoría maltusiana es hacer depender el crecimiento de la población de las condiciones materiales de la economía, especialmente de la oferta de alimentos. En su primer ensayo, Malthus afirmaba: "La población, libre de restricciones, crece en progresión geométrica. Los alimentos aumentan sólo en progresión aritmética". Esta ley nunca fue probada, como el mismo Malthus reconoció en su obra posterior, más madura. Los datos con los que trabajó Malthus eran muy endebles. Al darse cuenta de que estos datos contradecían su modelo, Malthus se retractó de su afirmación juvenil. Con la esperanza de que su primer trabajo fuera olvidado, publicó una segunda edición del “Ensayo sobre la población”, la de 1803, muy  distinta de la primera: después de todo, pensó, nadie lee una primera edición cuando se ha publicado ya la segunda. Sin embargo, el texto original ha sido mucho más leído que la versión revisada.

Hoy, la mayoría de los expertos reconoce que el mundo produce suficientes alimentos para todos. En los últimos 50 años, la producción de alimentos ha superado el crecimiento de la población. Si el incremento de la población mundial no ha supuesto un problema en las últimas 5 décadas, cuando éste registraba tasas de crecimiento entorno al 2%, ahora que dicho crecimiento se ha ralentizado hasta el 1,2% debería preocupar aún menos. Sin embargo, la constante subida de los precios de los alimentos está reavivando las tesis de Malthus y de los maltusianos.

¿Cuáles son, pues, las razones de la subida de los precios de los alimentos? 

1º) Los cambios en el estilo de vida que se están dando en los países que experimentan un rápido crecimiento económico, como en Asia. Los chinos se han vuelto más ricos y han empezado a consumir más carne. Esto provoca que la demanda de alimentos básicos como los cereales aumente ya que cuanto más ganado se necesita para alimentar al hombre, más cereal es necesario para nutrir al ganado.

2º) La obsesión de EEUU por los biocombustibles  ha hecho que el Gobierno dé importantes incentivos fiscales a la producción de biocombustibles. Casi el 30% de las tierras que antes se dedicaban a producir comida para personas, ahora producen para los automóviles. Esto es un despropósito, diga lo que diga el anuncio de Abengoa.

3º) La aversión europea a los transgénicos que está causando reducciones importantes de la oferta mundial de alimentos. Como ha señalado Xavier Sala i Martí  (“El problema de la intervención” La Vanguardia 17 de mayo de 2008 ) los países africanos tienen miedo a utilizar semillas transgénicas por el riesgo de no poder exportar algún día sus productos agrícolas a Europa. Y desgraciadamente los agricultores de estos países se niegan a adoptar maíz, trigo o arroz transgénicos que les permitirían obtener productividades superiores

4º) El extraño y perverso proteccionismo mediante el cual algunos países están limitando sus exportaciones de alimentos. En un principio esta medida puede aliviar al país que impone las restricciones a la exportación, generando una sobreoferta en su mercado interno pero desgraciadamente reduce la oferta en el mercado mundial. Los aranceles sobre las exportaciones es una respuesta potencialmente peligrosa ya que frena el comercio internacional.

Los modelos económicos presentan importantes limitaciones al crecimiento, algo que no sucede con el ingenio del ser humano. El avance tecnológico y la capacidad de innovar son las principales razones por las que los postulados de Maltus y los maltusianos son erróneos, tanto ahora, como hace dos siglos.

Por último, como se ha demostrado en repetidas ocasiones, y así lo hemos hemos señalado en este blog de economía,  el hambre en el mundo tiene solución. Solo hay que aplicar las medidas adecuadas.

Fuente: The Economist (Malthus, the false prophet)





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7
Jun

Malthus, falso profeta.

Escrito el 7 junio 2008 por en Economía Mundial

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El principio fundamental de la teoría maltusiana es hacer depender el crecimiento de la población de las condiciones materiales de la economía, especialmente de la oferta de alimentos. En su primer ensayo, Malthus afirmaba: "La población, libre de restricciones, crece en progresión geométrica. Los alimentos aumentan sólo en progresión aritmética". Esta ley nunca fue probada, como el mismo Malthus reconoció en su obra posterior, más madura. Los datos con los que trabajó Malthus eran muy endebles. Al darse cuenta de que estos datos contradecían su modelo, Malthus se retractó de su afirmación juvenil. Con la esperanza de que su primer trabajo fuera olvidado, publicó una segunda edición del “Ensayo sobre la población”, la de 1803, muy  distinta de la primera: después de todo, pensó, nadie lee una primera edición cuando se ha publicado ya la segunda. Sin embargo, el texto original ha sido mucho más leído que la versión revisada.

Hoy, la mayoría de los expertos reconoce que el mundo produce suficientes alimentos para todos. En los últimos 50 años, la producción de alimentos ha superado el crecimiento de la población. Si el incremento de la población mundial no ha supuesto un problema en las últimas 5 décadas, cuando éste registraba tasas de crecimiento entorno al 2%, ahora que dicho crecimiento se ha ralentizado hasta el 1,2% debería preocupar aún menos. Sin embargo, la constante subida de los precios de los alimentos está reavivando las tesis de Malthus y de los maltusianos.

¿Cuáles son, pues, las razones de la subida de los precios de los alimentos? 

1º) Los cambios en el estilo de vida que se están dando en los países que experimentan un rápido crecimiento económico, como en Asia. Los chinos se han vuelto más ricos y han empezado a consumir más carne. Esto provoca que la demanda de alimentos básicos como los cereales aumente ya que cuanto más ganado se necesita para alimentar al hombre, más cereal es necesario para nutrir al ganado.

2º) La obsesión de EEUU por los biocombustibles  ha hecho que el Gobierno dé importantes incentivos fiscales a la producción de biocombustibles. Casi el 30% de las tierras que antes se dedicaban a producir comida para personas, ahora producen para los automóviles. Esto es un despropósito, diga lo que diga el anuncio de Abengoa.

3º) La aversión europea a los transgénicos que está causando reducciones importantes de la oferta mundial de alimentos. Como ha señalado Xavier Sala i Martí  (“El problema de la intervención” La Vanguardia 17 de mayo de 2008 ) los países africanos tienen miedo a utilizar semillas transgénicas por el riesgo de no poder exportar algún día sus productos agrícolas a Europa. Y desgraciadamente los agricultores de estos países se niegan a adoptar maíz, trigo o arroz transgénicos que les permitirían obtener productividades superiores

4º) El extraño y perverso proteccionismo mediante el cual algunos países están limitando sus exportaciones de alimentos. En un principio esta medida puede aliviar al país que impone las restricciones a la exportación, generando una sobreoferta en su mercado interno pero desgraciadamente reduce la oferta en el mercado mundial. Los aranceles sobre las exportaciones es una respuesta potencialmente peligrosa ya que frena el comercio internacional.

Los modelos económicos presentan importantes limitaciones al crecimiento, algo que no sucede con el ingenio del ser humano. El avance tecnológico y la capacidad de innovar son las principales razones por las que los postulados de Maltus y los maltusianos son erróneos, tanto ahora, como hace dos siglos.

Por último, como se ha demostrado en repetidas ocasiones, y así lo hemos hemos señalado en este blog de economía,  el hambre en el mundo tiene solución. Solo hay que aplicar las medidas adecuadas.

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El principio fundamental de la teoría maltusiana es hacer depender el crecimiento de la población de las condiciones materiales de la economía, especialmente de la oferta de alimentos. En su primer ensayo, Malthus afirmaba: «La población, libre de restricciones, crece en progresión geométrica. Los alimentos aumentan sólo en progresión aritmética». Esta ley nunca fue probada, como el mismo Malthus reconoció en su obra posterior, más madura. Los datos con los que trabajó Malthus eran muy endebles. Al darse cuenta de que estos datos contradecían su modelo, Malthus se retractó de su afirmación juvenil. Con la esperanza de que su primer trabajo fuera olvidado, publicó una segunda edición del “Ensayo sobre la población”, la de 1803, muy distinta de la primera: después de todo, pensó, nadie lee una primera edición cuando se ha publicado ya la segunda. Sin embargo, el texto original ha sido mucho más leído que la versión revisada.

Hoy, la mayoría de los expertos reconoce que el mundo produce suficientes alimentos para todos. En los últimos 50 años, la producción de alimentos ha superado el crecimiento de la población. Si el incremento de la población mundial no ha supuesto un problema en las últimas 5 décadas, cuando éste registraba tasas de crecimiento entorno al 2%, ahora que dicho crecimiento se ha ralentizado hasta el 1,2% debería preocupar aún menos. Sin embargo, la constante subida de los precios de los alimentos está reavivando las tesis de Malthus y de los maltusianos.

¿Cuáles son, pues, las razones de la subida de los precios de los alimentos?

1º) Los cambios en el estilo de vida que se están dando en los países que experimentan un rápido crecimiento económico, como en Asia. Los chinos se han vuelto más ricos y han empezado a consumir más carne. Esto provoca que la demanda de alimentos básicos como los cereales aumente ya que cuanto más ganado se necesita para alimentar al hombre, más cereal es necesario para nutrir al ganado.

2º) La obsesión de EEUU por los biocombustibles ha hecho que el Gobierno dé importantes incentivos fiscales a la producción de biocombustibles. Casi el 30% de las tierras que antes se dedicaban a producir comida para personas, ahora producen para los automóviles. Esto es un despropósito, diga lo que diga el anuncio de Abengoa.

3º) La aversión europea a los transgénicos que está causando reducciones importantes de la oferta mundial de alimentos. Como ha señalado Xavier Sala i Martí (“El problema de la intervención” La Vanguardia 17 de mayo de 2008 ) los países africanos tienen miedo a utilizar semillas transgénicas por el riesgo de no poder exportar algún día sus productos agrícolas a Europa. Y desgraciadamente los agricultores de estos países se niegan a adoptar maíz, trigo o arroz transgénicos que les permitirían obtener productividades superiores

4º) El extraño y perverso proteccionismo mediante el cual algunos países están limitando sus exportaciones de alimentos. En un principio esta medida puede aliviar al país que impone las restricciones a la exportación, generando una sobreoferta en su mercado interno pero desgraciadamente reduce la oferta en el mercado mundial. Los aranceles sobre las exportaciones es una respuesta potencialmente peligrosa ya que frena el comercio internacional.

Los modelos económicos presentan importantes limitaciones al crecimiento, algo que no sucede con el ingenio del ser humano. El avance tecnológico y la capacidad de innovar son las principales razones por las que los postulados de Maltus y los maltusianos son erróneos, tanto ahora, como hace dos siglos.

Por último, como se ha demostrado en repetidas ocasiones, y así lo hemos hemos señalado en este blog de economía, el hambre en el mundo tiene solución. Solo hay que aplicar las medidas adecuadas.

Fuente: The Economist (Malthus, the false prophet)

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