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Cuenta  Thomas Sargent, en “The ends of  four big inflations” (capítulo del libro coordinado por Robert Hall y titulado “Inflation” (1982) y publicado por  University of Chicago Press), que tras finalizar la Primera Guerra Mundial, la Alemania derrotada se vio obligada a satisfacer un conjunto de exigencias económicas impuestas por los países vencedores, a la vez que afrontaba la reconstrucción del país. El gobierno alemán, puesto en la encrucijada, no tuvo otra alternativa que emitir dinero en cantidades importantes para poder financiar estos compromisos. La consecuencia natural de esta política de expansión monetaria fue una hiperinflación brutal, es decir, un incremento de los precios de todos los bienes y servicios nunca visto. Entre enero de 1922 y noviembre de 1923 el nivel medio de los precios se multiplicó por 20.000 millones. Casi nada.

La consecuencia de esta hiperinflación fue el uso ineficiente de los recursos productivos y un aumento brutal de la incertidumbre. Esta ineficiencia e incertidumbre, ligadas a la inflación, generó una fuerte desconfianza de las empresas y las familias en el sistema económico por lo que disminuyeron el consumo, la inversión, el crecimiento económico y el empleo. Es decir, se generó una crisis de confianza en el sistema. (Cuando una economía está en crisis y muestra altos niveles de desempleo y sus factorías reflejan un exceso de capacidad productiva sin utilizar es obvio que los recursos no están siendo eficazmente utilizados por el sistema de mercado).

Ciertamente que transcurren casi 10 años entre la crisis generada por la hiperinflación en Almania de los años 20  y la crisis de los años 30. Pero el recuerdo de la hiperinflación, la crisis económica de los años 20 y la de los años 30 hacen que los alemanes se inclinen por una opción más ordenada, firme, diferente y radical: el nacionalsocialismo. La solución que dio Hitler, siguiendo a Keynes, fue la misma que dio Roosevelt en EEUU y consistió en aumentar los gastos del Gobierno con el fin de emplear la mano de obra parada y los recursos de capital no utilizados. En resumen, el recuerdo de la hiperinflación y la crisis consecuente fue aprovechada por Hitler para subir al poder y mantenerse en él.

La hiperinflación de Zimbabue

En nuestros días la hiperinflación más llamativa está en Zimbabue un país donde la violación de los derechos humanos y la corrupción son tan escandalosas como la hiperinflación que alcanzó el 8.000% anual en diciembre de 2007, aunque otras fuentes citan porcentajes más altos de un 100.000%. Esta inflación deja a la moneda local virtualmente sin valor. Así el tipo de cambio está fijado en un dólar igual a 25.000.000 de dólares zimbabuenses. El salario mínimo de un obrero del campo está fijado en 10 millones de dólares zimbabuenses al mes. Pero con ese dinero no se puede comprar ni una barra de pan.

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Hiperinflación (marzo de 2008): Un hombre con miles de billetes se dirige a hacer la compra en Harare (Zimbabue), el país que, en estos momentos, tiene la mayor inflación del mundo (un 100.000%). Fuente: El País de 8 de marzo de 2008


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5
Abr

La hiperinflación

Escrito el 5 abril 2008 por en Diccionario de Economía

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Cuenta  Thomas Sargent, en “The ends of  four big inflations” (capítulo del libro coordinado por Robert Hall y titulado “Inflation” (1982) y publicado por  University of Chicago Press), que tras finalizar la Primera Guerra Mundial, la Alemania derrotada se vio obligada a satisfacer un conjunto de exigencias económicas impuestas por los países vencedores, a la vez que afrontaba la reconstrucción del país. El gobierno alemán, puesto en la encrucijada, no tuvo otra alternativa que emitir dinero en cantidades importantes para poder financiar estos compromisos. La consecuencia natural de esta política de expansión monetaria fue una hiperinflación brutal, es decir, un incremento de los precios de todos los bienes y servicios nunca visto. Entre enero de 1922 y noviembre de 1923 el nivel medio de los precios se multiplicó por 20.000 millones. Casi nada.

La consecuencia de esta hiperinflación fue el uso ineficiente de los recursos productivos y un aumento brutal de la incertidumbre. Esta ineficiencia e incertidumbre, ligadas a la inflación, generó una fuerte desconfianza de las empresas y las familias en el sistema económico por lo que disminuyeron el consumo, la inversión, el crecimiento económico y el empleo. Es decir, se generó una crisis de confianza en el sistema. (Cuando una economía está en crisis y muestra altos niveles de desempleo y sus factorías reflejan un exceso de capacidad productiva sin utilizar es obvio que los recursos no están siendo eficazmente utilizados por el sistema de mercado).

Ciertamente que transcurren casi 10 años entre la crisis generada por la hiperinflación en Almania de los años 20  y la crisis de los años 30. Pero el recuerdo de la hiperinflación, la crisis económica de los años 20 y la de los años 30 hacen que los alemanes se inclinen por una opción más ordenada, firme, diferente y radical: el nacionalsocialismo. La solución que dio Hitler, siguiendo a Keynes, fue la misma que dio Roosevelt en EEUU y consistió en aumentar los gastos del Gobierno con el fin de emplear la mano de obra parada y los recursos de capital no utilizados. En resumen, el recuerdo de la hiperinflación y la crisis consecuente fue aprovechada por Hitler para subir al poder y mantenerse en él.

La hiperinflación de Zimbabue

En nuestros días la hiperinflación más llamativa está en Zimbabue un país donde la violación de los derechos humanos y la corrupción son tan escandalosas como la hiperinflación que alcanzó el 8.000% anual en diciembre de 2007, aunque otras fuentes citan porcentajes más altos de un 100.000%. Esta inflación deja a la moneda local virtualmente sin valor. Así el tipo de cambio está fijado en un dólar igual a 25.000.000 de dólares zimbabuenses. El salario mínimo de un obrero del campo está fijado en 10 millones de dólares zimbabuenses al mes. Pero con ese dinero no se puede comprar ni una barra de pan.

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Hiperinflación (marzo de 2008): Un hombre con miles de billetes se dirige a hacer la compra en Harare (Zimbabue), el país que, en estos momentos, tiene la mayor inflación del mundo (un 100.000%). Fuente: El País de 8 de marzo de 2008


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Cuenta Thomas Sargent, en “The ends of four big inflations” (capítulo del libro coordinado por Robert Hall y titulado “Inflation” (1982) y publicado por University of Chicago Press), que tras finalizar la Primera Guerra Mundial, la Alemania derrotada se vio obligada a satisfacer un conjunto de exigencias económicas impuestas por los países vencedores, a la vez que afrontaba la reconstrucción del país. El gobierno alemán, puesto en la encrucijada, no tuvo otra alternativa que emitir dinero en cantidades importantes para poder financiar estos compromisos. La consecuencia natural de esta política de expansión monetaria fue una hiperinflación brutal, es decir, un incremento de los precios de todos los bienes y servicios nunca visto. Entre enero de 1922 y noviembre de 1923 el nivel medio de los precios se multiplicó por 20.000 millones. Casi nada.

La consecuencia de esta hiperinflación fue el uso ineficiente de los recursos productivos y un aumento brutal de la incertidumbre. Esta ineficiencia e incertidumbre, ligadas a la inflación, generó una fuerte desconfianza de las empresas y las familias en el sistema económico por lo que disminuyeron el consumo, la inversión, el crecimiento económico y el empleo. Es decir, se generó una crisis de confianza en el sistema. (Cuando una economía está en crisis y muestra altos niveles de desempleo y sus factorías reflejan un exceso de capacidad productiva sin utilizar es obvio que los recursos no están siendo eficazmente utilizados por el sistema de mercado).

Ciertamente que transcurren casi 10 años entre la crisis generada por la hiperinflación en Almania de los años 20 y la crisis de los años 30. Pero el recuerdo de la hiperinflación, la crisis económica de los años 20 y la de los años 30 hacen que los alemanes se inclinen por una opción más ordenada, firme, diferente y radical: el nacionalsocialismo. La solución que dio Hitler, siguiendo a Keynes, fue la misma que dio Roosevelt en EEUU y consistió en aumentar los gastos del Gobierno con el fin de emplear la mano de obra parada y los recursos de capital no utilizados. En resumen, el recuerdo de la hiperinflación y la crisis consecuente fue aprovechada por Hitler para subir al poder y mantenerse en él.

La hiperinflación de Zimbabue

En nuestros días la hiperinflación más llamativa está en Zimbabue un país donde la violación de los derechos humanos y la corrupción son tan escandalosas como la hiperinflación que alcanzó el 8.000% anual en diciembre de 2007, aunque otras fuentes citan porcentajes más altos de un 100.000%. Esta inflación deja a la moneda local virtualmente sin valor. Así el tipo de cambio está fijado en un dólar igual a 25.000.000 de dólares zimbabuenses. El salario mínimo de un obrero del campo está fijado en 10 millones de dólares zimbabuenses al mes. Pero con ese dinero no se puede comprar ni una barra de pan.

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Hiperinflación (marzo de 2008): Un hombre con miles de billetes se dirige a hacer la compra en Harare (Zimbabue), el país que, en estos momentos, tiene la mayor inflación del mundo (un 100.000%). Fuente: El País de 8 de marzo de 2008

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