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    [post_content] => El pasado viernes, durante una entrevista para Antena 3 Televisión que fue parcialmente emitida el domingo, un periodista me preguntó si los recientes movimientos inversores de India fuera de sus fronteras debían “preocupar” a las economías desarrolladas. El motivo de la noticia era la adquisición de Jaguar y Land Rover a Ford por parte del grupo industrial indio Tata por 2.300 millones de dólares, un precio de ganga. Casualmente ese mismo viernes el grupo cerraba otra operación aquí en España, de muy inferior entidad, con la adquisición del 79% del fabricante aragonés de hormigoneras Serviplem. Por supuesto, mi respuesta al periodista fue “No”.

Pero aquí querría llamar la atención del lector sobre otra dimensión de esta cuestión. Con frecuencia buscamos similitudes y diferencias entre las economías de China e India [1, 2, 3]. Ambos países, importantes receptores de capital externo en los últimos años, están realizando relevantes y crecientes inversiones en el exterior. Además de las diferencias en sus respectivas magnitudes (16.130 millones de US$ en 2006 desde China -sin Hong Kong- frente a 9.676 desde India) y en los respectivos orígenes de estas inversiones (mayoritariamente empresas públicas en China frente a grandes conglomerados privados en India), ¿qué diferencias cabría esperar en sus respectivas motivaciones y destinos?


Como es bien sabido, el modelo de crecimiento chino se ha fundamentado en una base industrial manufacturera, intensiva en mano de obra, pero también en términos materiales y energéticos [4]. En consecuencia, hasta el momento sus inversiones en el exterior se han orientado fundamentalmente a los destinos y oportunidades que garantizan la seguridad de suministro demandada por tal modelo [5, 6 ]. India por su parte es una economía de servicios, y en ese sentido cabría esperar que el criterio de suministro externo y la actividad extractiva fuera menos determinante en sus decisiones de inversión fuera del país, frente a otros criterios como la adquisición de activos estratégicos, el acceso a nuevas tecnologías y competencias, o el fortalecimiento de sus posiciones en los mercados globales. Así lo confirman las cifras recogidas en el World Investment Report 2007 de la UNCTAD: la inversión directa china hacia el exterior en industrias extractivas (motivo suministro) es muy superior, en términos porcentuales y absolutos, a la equivalente con origen en la India, predominantemente guiada por motivos de mercado y estratégicos.

En cualquier caso, parece evidente que deberemos acostumbrarnos a algunos cambios en los flujos de inversión internacionales. Volviendo a la pregunta del periodista, ¿debería esto preocupar a las economías desarrolladas?

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3
Abr

Cambio de tornas

Escrito el 3 abril 2008 por Javier Carrillo en Economía Global

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Pero aquí querría llamar la atención del lector sobre otra dimensión de esta cuestión. Con frecuencia buscamos similitudes y diferencias entre las economías de China e India [1, 2, 3]. Ambos países, importantes receptores de capital externo en los últimos años, están realizando relevantes y crecientes inversiones en el exterior. Además de las diferencias en sus respectivas magnitudes (16.130 millones de US$ en 2006 desde China -sin Hong Kong- frente a 9.676 desde India) y en los respectivos orígenes de estas inversiones (mayoritariamente empresas públicas en China frente a grandes conglomerados privados en India), ¿qué diferencias cabría esperar en sus respectivas motivaciones y destinos?


Como es bien sabido, el modelo de crecimiento chino se ha fundamentado en una base industrial manufacturera, intensiva en mano de obra, pero también en términos materiales y energéticos [4]. En consecuencia, hasta el momento sus inversiones en el exterior se han orientado fundamentalmente a los destinos y oportunidades que garantizan la seguridad de suministro demandada por tal modelo [5, 6 ]. India por su parte es una economía de servicios, y en ese sentido cabría esperar que el criterio de suministro externo y la actividad extractiva fuera menos determinante en sus decisiones de inversión fuera del país, frente a otros criterios como la adquisición de activos estratégicos, el acceso a nuevas tecnologías y competencias, o el fortalecimiento de sus posiciones en los mercados globales. Así lo confirman las cifras recogidas en el World Investment Report 2007 de la UNCTAD: la inversión directa china hacia el exterior en industrias extractivas (motivo suministro) es muy superior, en términos porcentuales y absolutos, a la equivalente con origen en la India, predominantemente guiada por motivos de mercado y estratégicos.

En cualquier caso, parece evidente que deberemos acostumbrarnos a algunos cambios en los flujos de inversión internacionales. Volviendo a la pregunta del periodista, ¿debería esto preocupar a las economías desarrolladas?

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Pero aquí querría llamar la atención del lector sobre otra dimensión de esta cuestión. Con frecuencia buscamos similitudes y diferencias entre las economías de China e India [1, 2, 3]. Ambos países, importantes receptores de capital externo en los últimos años, están realizando relevantes y crecientes inversiones en el exterior. Además de las diferencias en sus respectivas magnitudes (16.130 millones de US$ en 2006 desde China -sin Hong Kong- frente a 9.676 desde India) y en los respectivos orígenes de estas inversiones (mayoritariamente empresas públicas en China frente a grandes conglomerados privados en India), ¿qué diferencias cabría esperar en sus respectivas motivaciones y destinos?


Como es bien sabido, el modelo de crecimiento chino se ha fundamentado en una base industrial manufacturera, intensiva en mano de obra, pero también en términos materiales y energéticos [4]. En consecuencia, hasta el momento sus inversiones en el exterior se han orientado fundamentalmente a los destinos y oportunidades que garantizan la seguridad de suministro demandada por tal modelo [5, 6 ]. India por su parte es una economía de servicios, y en ese sentido cabría esperar que el criterio de suministro externo y la actividad extractiva fuera menos determinante en sus decisiones de inversión fuera del país, frente a otros criterios como la adquisición de activos estratégicos, el acceso a nuevas tecnologías y competencias, o el fortalecimiento de sus posiciones en los mercados globales. Así lo confirman las cifras recogidas en el World Investment Report 2007 de la UNCTAD: la inversión directa china hacia el exterior en industrias extractivas (motivo suministro) es muy superior, en términos porcentuales y absolutos, a la equivalente con origen en la India, predominantemente guiada por motivos de mercado y estratégicos.

En cualquier caso, parece evidente que deberemos acostumbrarnos a algunos cambios en los flujos de inversión internacionales. Volviendo a la pregunta del periodista, ¿debería esto preocupar a las economías desarrolladas?

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