La Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba (Parlamento) designó hoy domingo a los integrantes del nuevo Consejo de Estado y de Ministros. Fidel Castro dejó ayer la presidencia de Cuba. Su sucesor, su hermano Raúl Castro, cuenta con el apoyo del Partido Comunista, de las Fuerzas Armadas, sobre las que ha ejercido el mando desde el triunfo de la Revolución, y de los servicios de seguridad que ha controlado desde 1989. No ha habido sorpresas ya que Raúl ya había sido designado sucesor en enero de 1959 y Presidente en funciones a mediados de 2006.
Como ha indicado recientemente Brian Latell en un artículo (“Cuba’s Transition Begins”) publicado en The Wall Street Journal, sea cual sea el camino que elija Raúl su elección garantiza que Cuba será gobernada de modo distinto que como lo hizo Fidel. Raúl va a ser un presidente más abierto, que su hermano, sabe consultar a sus subordinados y sabe delegar. Desde el triunfo de la Revolución y también desde que hace casi dos años se hiciera cargo de la presidencia interina del país, Raúl ha trabajado con gente de distintas generaciones y sensibilidades políticas.
En el ámbito económico, en más de una ocasión Raúl ha sabido explicar la cruda realidad cubana. Ha reconocido que muchos de los problemas de Cuba están causados por la falta de incentivos que genera el sistema económico cubano. Por eso en los últimos meses ha estado haciendo llamadas a la responsabilidad de los cubanos para que contribuyan a crear soluciones para los actuales problemas económicos. Raúl quiere que en materia económica las cosas cambien. Se ha quejado de la baja productividad del trabajador cubano que tiene como consecuencia los pobres salarios que recibe. El salario promedio en Cuba, menos de 20 dólares al mes, es “claramente insuficiente para satisfacer todas las necesidades básicas”. Por lo que piensa que prácticamente ese salario ha dejado de cumplir su papel de asegurar el principio socialista de que cada cual debe aportar según su capacidad y recibir según su trabajo.
Pero los últimos discursos de Raúl Castro, aunque apuntan a que va a haber cambios económicos, no hay en ellos ni sombra de apertura política. Es decir, que por ahora, al igual que su hermano, no tiene ninguna intención de abrir Cuba a la libertad de expresión y a la democracia. Y aunque el número de cubanos dispuestos a expresar su descontento en público ha aumentado, también lo han hecho las represalias del gobierno.
De acuerdo con Brian Latell, antes citado, todo hace pensar que después de casi medio siglo de dictadura de Fidel, comienza la transición económica en Cuba. Pasar de una economía socialista, controlada y planificada a otra más libre y abierta es un desafío colosal. Raúl Castro hereda un sistema económico quebrado y en bancarrota, una población profundamente frustrada, descontenta, con deseos de cambio y grandes problemas económicos. El sucesor de Fidel tiene el reto de aumentar la satisfacción y el bienestar económico del pueblo para lo cual tendrán que resolver los problemas de un desastroso sistema de transporte, desabastecimiento de alimentos, un sector agrícola atrasado y de muy baja productividad, una severa escasez de viviendas, una industria obsoleta, desempleo y la cada vez peor distribución de la renta entre los cubanos con acceso al peso convertible y los pobres, mucho más numerosos, que tienen que sobrevivir con unos pesos cubanos que les permiten comprar muy pocas cosas.
A Cuba se le abren ahora muchos caminos para pasar de una economía socialista a una economía de mercado tal como ya he explicado en otra entrada en este blog de economía (Cuba después de la muerte de Fidel Castro). Pero, tal como dije en la entrada de ayer (Fidel Castro, Hugo Chávez y la Iglesia Católica), lo deseable sería conseguir, junto con las reformas económicas, la liberación de los presos políticos, alcanzar un sistema democrático y detener la violación de los derechos humanos.
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