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    [post_content] => Sí, sí, comprendo que a estas alturas este desconcierto no es propio de un español como soy yo. Pero llevo tantos años explicando esto de la economía, que todo me da vueltas en la cabeza y últimamente me acecha permanentemente el concepto de los costes de oportunidad. Son esos costes, o falta de ganancia, en los que uno incurre si hace otras cosas. Y es que ando perplejo. No estoy en edad de tener más hijos y por ello estoy perdiendo 2.400 €/ año de ayuda social por no intentarlo  -y con la posibilidad in vitro de los mellizos sería el doble-. No tengo hijos en edad escolar y pierdo 6.000 € por no agobiar a mi hijo para que apruebe el curso, aunque yo le tenga que hacer los deberes. Gano más de 3.200 € al mes y no tengo derecho a que el Estado me garantice una vivienda. Creo que tengo más de 30 años y ya no me dan 240 €/mes por irme de mi casa, algo que seguro está deseando mi mujer. Dicen que van a bajar los impuesto pero tampoco voy a tocar bola ni en IRPF, ni casi en Patrimonio.... Y tampoco tengo pensión que me incrementen ahora, por eso de la inflación no prevista por no comer conejo.  ¿Es que no le intereso a nadie? ¿Nadie va a darme algo para que le vote? ¿Tan extraño soy?

En fin...., fuera de bromas, estos programas sociales, además del coste presupuestario que suponen por las subvenciones en sí, del coste de gestión para las distintas administraciones públicas que son responsables de administrarlos y de la distorsión que implican en el mercado de la compra y alquileres de viviendas, profesores particulares, carnes y alimentos en general  e,  incluso, de los anticonceptivos, tienen algo muy positivo: los candidatos han optado por los incentivos para cambiar los comportamientos. No nos han obligado por ley a tener un hijo más, ni a irnos de casa al tener una edad o a aprobar por mandato las asignaturas de un curso de enseñanza básica. Nos premian por adoptar determinados comportamientos. La ley y los incentivos, al fin parece que algo ha cambiado. Es como si el Gobierno y la oposición hubieran hecho caso a aquella gente tan de derechas y tan olvidados que se encuadraban en la Economía de la Oferta. Claro que puede que en período electoral nos muestren los incentivos y después caiga sobre nosotros todo el peso de la ley o simplemente nos olviden, como están haciendo conmigo. Claro que seguro que me lo tengo merecido.

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19
Dic

Por favor, ayuda: no sé a quien votar.

Escrito el 19 diciembre 2007 por Jose Maria O´kean Alonso en Economía española

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En fin...., fuera de bromas, estos programas sociales, además del coste presupuestario que suponen por las subvenciones en sí, del coste de gestión para las distintas administraciones públicas que son responsables de administrarlos y de la distorsión que implican en el mercado de la compra y alquileres de viviendas, profesores particulares, carnes y alimentos en general  e,  incluso, de los anticonceptivos, tienen algo muy positivo: los candidatos han optado por los incentivos para cambiar los comportamientos. No nos han obligado por ley a tener un hijo más, ni a irnos de casa al tener una edad o a aprobar por mandato las asignaturas de un curso de enseñanza básica. Nos premian por adoptar determinados comportamientos. La ley y los incentivos, al fin parece que algo ha cambiado. Es como si el Gobierno y la oposición hubieran hecho caso a aquella gente tan de derechas y tan olvidados que se encuadraban en la Economía de la Oferta. Claro que puede que en período electoral nos muestren los incentivos y después caiga sobre nosotros todo el peso de la ley o simplemente nos olviden, como están haciendo conmigo. Claro que seguro que me lo tengo merecido.

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En fin…., fuera de bromas, estos programas sociales, además del coste presupuestario que suponen por las subvenciones en sí, del coste de gestión para las distintas administraciones públicas que son responsables de administrarlos y de la distorsión que implican en el mercado de la compra y alquileres de viviendas, profesores particulares, carnes y alimentos en general e, incluso, de los anticonceptivos, tienen algo muy positivo: los candidatos han optado por los incentivos para cambiar los comportamientos. No nos han obligado por ley a tener un hijo más, ni a irnos de casa al tener una edad o a aprobar por mandato las asignaturas de un curso de enseñanza básica. Nos premian por adoptar determinados comportamientos. La ley y los incentivos, al fin parece que algo ha cambiado. Es como si el Gobierno y la oposición hubieran hecho caso a aquella gente tan de derechas y tan olvidados que se encuadraban en la Economía de la Oferta. Claro que puede que en período electoral nos muestren los incentivos y después caiga sobre nosotros todo el peso de la ley o simplemente nos olviden, como están haciendo conmigo. Claro que seguro que me lo tengo merecido.

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