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    [post_content] => Según nos acercamos al final de un año complicado, en el que se hicieron realidad los temores al potencial desestabilizar de la vertiente financiera, es buen momento para empezar a discutir las claves que definirán los escenarios macroeconómicos para 2008. O lo que es lo mismo, los factores y riesgos que pueden convertir una desaceleración de la actividad global en algo más preocupante.

En primer lugar, será fundamental que la confianza retorne al sector financiero. Para ello, las entidades deben terminar de reconocer el impacto de las turbulencias financieras de este verano sobre las cuentas de resultados. En estos momentos habrían aflorado poco más de 40 m.m. de dólares, cuando los cálculos son de unas pérdidas potenciales en la banda de 100-300 m.m. de dólares. Es decir, todavía se esconde mucho debajo de la alfombra, donde no suele mirar la suegra. El último trimestre del año, cuando los auditores deben velar por la veracidad de la información, es un buen momento para reconocer las pérdidas forma mucho más aproximada a la realidad. Esta es la condición necesaria para que las primas de riesgo en los mercados monetarios retornen a niveles más normales y para que los mercados de crédito se vuelvan a abrir.  De lo contrario, la probabilidad de un “credit-crunch” aumentaría de manera notable y, por tanto, el enfriamiento económico podría ser mucho más intenso. Evidentemente, los países y agentes más afectados serían aquellos con necesidades de financiación más elevadas.


La segunda clave va a ser el comportamiento de los precios de la energía y, por tanto, de la inflación. Hacer previsiones sobre los precios del petróleo es cada vez una tarea más complicada, incluso para los expertos. La cantidad de factores que se deben meter en la coctelera: riesgo político, especulación en los mercados, previsiones metereológicas, convierten cualquier previsión en una mera apuesta. Pero, parece difícil que desde estos niveles los precios puedan seguir subiendo a los ritmos de este año (51%). Es decir, sólo por efecto comparación, la inflación en la OCDE debería ir cediendo a partir del segundo trimestre, aunque en los primeros meses del año los crecimientos de precios pueden superar el 4% en EEUU y el 2,5% en la UEM. Por tanto, no vamos a un escenario de estanflación, pero sí a una peor combinación de crecimiento e inflación. Por tanto, problemas para los bancos centrales. Aunque lo importante es que las expectativas de inflación permanezcan ancladas en niveles parecidos a los actuales.

La tercera será la evolución del ciclo inmobiliario en países como EEUU, España, Irlanda o Reino Unido. Ya hace unos años el FMI advirtió que estábamos ante un “boom” global en los mercados de la vivienda y que en el momento de la corrección, ésta también se produciría de forma generalizada. Aquí la clave será si el ajuste se va a producir solamente vía actividad o también caerán los precios.

Finalmente, será importantísimo el perfil de ajuste del dólar, una vez que ha quedado bastante claro en los últimos meses que, tanto las autoridades, como economistas de gran prestigio (Martin Feldstein) abogan por un debilitamiento adicional del billete verde. Con la demanda externa aportando crecimiento y el déficit por cuenta corriente corrigiéndose, no cabe esperar otra cosa. En este sentido, es hora de que la contribución del yuan y sus monedas satélites sea mucho más importante, pues además esa apreciación serviría para combatir los problemas macroeconómicos internos de China (inflación, sobrecalentamiento). De lo contrario, el euro podría entrar en zona muy peligrosa (1,5-1,6) para nuestras exportaciones.

Alguno puede pensar que son demasiados frentes abiertos a la vez, pero es lo que hay, bastantes más preguntas que respuestas.


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Claves para el 2008

Escrito el 16 noviembre 2007 por José Ramón Diez Guijarro en Uncategorized

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En primer lugar, será fundamental que la confianza retorne al sector financiero. Para ello, las entidades deben terminar de reconocer el impacto de las turbulencias financieras de este verano sobre las cuentas de resultados. En estos momentos habrían aflorado poco más de 40 m.m. de dólares, cuando los cálculos son de unas pérdidas potenciales en la banda de 100-300 m.m. de dólares. Es decir, todavía se esconde mucho debajo de la alfombra, donde no suele mirar la suegra. El último trimestre del año, cuando los auditores deben velar por la veracidad de la información, es un buen momento para reconocer las pérdidas forma mucho más aproximada a la realidad. Esta es la condición necesaria para que las primas de riesgo en los mercados monetarios retornen a niveles más normales y para que los mercados de crédito se vuelvan a abrir.  De lo contrario, la probabilidad de un “credit-crunch” aumentaría de manera notable y, por tanto, el enfriamiento económico podría ser mucho más intenso. Evidentemente, los países y agentes más afectados serían aquellos con necesidades de financiación más elevadas.


La segunda clave va a ser el comportamiento de los precios de la energía y, por tanto, de la inflación. Hacer previsiones sobre los precios del petróleo es cada vez una tarea más complicada, incluso para los expertos. La cantidad de factores que se deben meter en la coctelera: riesgo político, especulación en los mercados, previsiones metereológicas, convierten cualquier previsión en una mera apuesta. Pero, parece difícil que desde estos niveles los precios puedan seguir subiendo a los ritmos de este año (51%). Es decir, sólo por efecto comparación, la inflación en la OCDE debería ir cediendo a partir del segundo trimestre, aunque en los primeros meses del año los crecimientos de precios pueden superar el 4% en EEUU y el 2,5% en la UEM. Por tanto, no vamos a un escenario de estanflación, pero sí a una peor combinación de crecimiento e inflación. Por tanto, problemas para los bancos centrales. Aunque lo importante es que las expectativas de inflación permanezcan ancladas en niveles parecidos a los actuales.

La tercera será la evolución del ciclo inmobiliario en países como EEUU, España, Irlanda o Reino Unido. Ya hace unos años el FMI advirtió que estábamos ante un “boom” global en los mercados de la vivienda y que en el momento de la corrección, ésta también se produciría de forma generalizada. Aquí la clave será si el ajuste se va a producir solamente vía actividad o también caerán los precios.

Finalmente, será importantísimo el perfil de ajuste del dólar, una vez que ha quedado bastante claro en los últimos meses que, tanto las autoridades, como economistas de gran prestigio (Martin Feldstein) abogan por un debilitamiento adicional del billete verde. Con la demanda externa aportando crecimiento y el déficit por cuenta corriente corrigiéndose, no cabe esperar otra cosa. En este sentido, es hora de que la contribución del yuan y sus monedas satélites sea mucho más importante, pues además esa apreciación serviría para combatir los problemas macroeconómicos internos de China (inflación, sobrecalentamiento). De lo contrario, el euro podría entrar en zona muy peligrosa (1,5-1,6) para nuestras exportaciones.

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En primer lugar, será fundamental que la confianza retorne al sector financiero. Para ello, las entidades deben terminar de reconocer el impacto de las turbulencias financieras de este verano sobre las cuentas de resultados. En estos momentos habrían aflorado poco más de 40 m.m. de dólares, cuando los cálculos son de unas pérdidas potenciales en la banda de 100-300 m.m. de dólares. Es decir, todavía se esconde mucho debajo de la alfombra, donde no suele mirar la suegra. El último trimestre del año, cuando los auditores deben velar por la veracidad de la información, es un buen momento para reconocer las pérdidas forma mucho más aproximada a la realidad. Esta es la condición necesaria para que las primas de riesgo en los mercados monetarios retornen a niveles más normales y para que los mercados de crédito se vuelvan a abrir. De lo contrario, la probabilidad de un “credit-crunch” aumentaría de manera notable y, por tanto, el enfriamiento económico podría ser mucho más intenso. Evidentemente, los países y agentes más afectados serían aquellos con necesidades de financiación más elevadas.


La segunda clave va a ser el comportamiento de los precios de la energía y, por tanto, de la inflación. Hacer previsiones sobre los precios del petróleo es cada vez una tarea más complicada, incluso para los expertos. La cantidad de factores que se deben meter en la coctelera: riesgo político, especulación en los mercados, previsiones metereológicas, convierten cualquier previsión en una mera apuesta. Pero, parece difícil que desde estos niveles los precios puedan seguir subiendo a los ritmos de este año (51%). Es decir, sólo por efecto comparación, la inflación en la OCDE debería ir cediendo a partir del segundo trimestre, aunque en los primeros meses del año los crecimientos de precios pueden superar el 4% en EEUU y el 2,5% en la UEM. Por tanto, no vamos a un escenario de estanflación, pero sí a una peor combinación de crecimiento e inflación. Por tanto, problemas para los bancos centrales. Aunque lo importante es que las expectativas de inflación permanezcan ancladas en niveles parecidos a los actuales.

La tercera será la evolución del ciclo inmobiliario en países como EEUU, España, Irlanda o Reino Unido. Ya hace unos años el FMI advirtió que estábamos ante un “boom” global en los mercados de la vivienda y que en el momento de la corrección, ésta también se produciría de forma generalizada. Aquí la clave será si el ajuste se va a producir solamente vía actividad o también caerán los precios.

Finalmente, será importantísimo el perfil de ajuste del dólar, una vez que ha quedado bastante claro en los últimos meses que, tanto las autoridades, como economistas de gran prestigio (Martin Feldstein) abogan por un debilitamiento adicional del billete verde. Con la demanda externa aportando crecimiento y el déficit por cuenta corriente corrigiéndose, no cabe esperar otra cosa. En este sentido, es hora de que la contribución del yuan y sus monedas satélites sea mucho más importante, pues además esa apreciación serviría para combatir los problemas macroeconómicos internos de China (inflación, sobrecalentamiento). De lo contrario, el euro podría entrar en zona muy peligrosa (1,5-1,6) para nuestras exportaciones.

Alguno puede pensar que son demasiados frentes abiertos a la vez, pero es lo que hay, bastantes más preguntas que respuestas.

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