WP_Post Object ( [ID] => 4281 [post_author] => 13668 [post_date] => 2007-10-04 16:28:48 [post_date_gmt] => 2007-10-04 15:28:48 [post_content] => El Centro de la Nieve y el Hielo de Estados Unidos acaba de publicar un informe sobre la extensión de los hielos en el Océano Ártico, donde constata la gran reducción que han experimentado durante este año. Como consecuencia de unas temperaturas anormalmente elevadas, este verano se ha derretido la misma superficie que en los últimos quince años. Si este ritmo se mantiene, los hielos podrían desaparecer totalmente durante el verano del hemisferio norte hacia 2020, veinte años antes de lo que se pensaba hasta hace poco. La noticia, que por si sola es escalofriante, podría servir para reflexionar sobre el cambio climático, pero no es esa mi intención. Hoy prefiero escribir sobre las expectativas económicas que se abren si continúa el deshielo. Desde que se viene constatando la disminución de la superficie helada durante el verano, los países ribereños del Ártico (Rusia, Estados Unidos por Alaska, Canadá, Dinamarca por Groenlandia y Noruega), han comenzado a posicionarse para reafirmar sus derechos territoriales en la zona, puesto que los intereses económicos en juego son enormes. Por un lado, se podrían abrir dos rutas marítimas (los pasos del noreste y del noroeste) que acortarían sensiblemente los tiempos de navegación entre el sudeste asiático y el norte de Europa o la costa este norteamericana. Por otra parte, y esto es lo más importante, se cree que el fondo marino del Ártico guarda importantes reservas naturales, especialmente de petróleo y gas. Y aunque hoy suene un poco a ciencia-ficción la posibilidad de explotarlas, en un futuro cercano, no lo será tanto, sobre todo si el barril de petróleo continúa su senda alcista y se sitúa por encima de los 100 dólares, algo que podría ocurrir antes de lo que pensamos. Por tanto, no es extrañar que una expedición rusa colocara el pasado mes de agosto una bandera bajo el polo norte, ni que los canadienses planeen abrir una base militar en la zona. La paradoja está servida. El calentamiento del planeta debido a la emisión de gases productores del efecto invernadero, parece ser el responsable de la reducción de los hielos árticos. Esta reducción de la superficie helada, permitirá a su vez, la explotación de los hidrocarburos que hay en el lecho marino. Y esos hidrocarburos contribuirán a aumentar, aún más, el efecto invernadero, puesto que su utilización provocará la emisión de nuevos gases contaminantes. Suena a chiste, ¿no?. ¿Qué se debería hacer? ¿Prohibir la explotación comercial del Ártico, al igual que está prohibida la explotación comercial de la Antártida? ¿Explotar sus riquezas? ¿Limitar aún más la emisión de gases contaminantes, endureciendo las condiciones del Protocolo de Kyoto, para frenar el deshielo de los polos? [post_title] => El Ártico se derrite [post_excerpt] => [post_status] => publish [comment_status] => open [ping_status] => closed [post_password] => [post_name] => el_artico_se_de [to_ping] => [pinged] => [post_modified] => 2023-12-13 13:55:04 [post_modified_gmt] => 2023-12-13 12:55:04 [post_content_filtered] => [post_parent] => 0 [guid] => https://economy.blogs.ie.edu/archives/2007/10/el_artico_se_de.php [menu_order] => 0 [post_type] => post [post_mime_type] => [comment_count] => 3 [filter] => raw )
El Centro de la Nieve y el Hielo de Estados Unidos acaba de publicar un informe sobre la extensión de los hielos en el Océano Ártico, donde constata la gran reducción que han experimentado durante este año. Como consecuencia de unas temperaturas anormalmente elevadas, este verano se ha derretido la misma superficie que en los últimos quince años. Si este ritmo se mantiene, los hielos podrían desaparecer totalmente durante el verano del hemisferio norte hacia 2020, veinte años antes de lo que se pensaba hasta hace poco.
La noticia, que por si sola es escalofriante, podría servir para reflexionar sobre el cambio climático, pero no es esa mi intención. Hoy prefiero escribir sobre las expectativas económicas que se abren si continúa el deshielo. Desde que se viene constatando la disminución de la superficie helada durante el verano, los países ribereños del Ártico (Rusia, Estados Unidos por Alaska, Canadá, Dinamarca por Groenlandia y Noruega), han comenzado a posicionarse para reafirmar sus derechos territoriales en la zona, puesto que los intereses económicos en juego son enormes. Por un lado, se podrían abrir dos rutas marítimas (los pasos del noreste y del noroeste) que acortarían sensiblemente los tiempos de navegación entre el sudeste asiático y el norte de Europa o la costa este norteamericana. Por otra parte, y esto es lo más importante, se cree que el fondo marino del Ártico guarda importantes reservas naturales, especialmente de petróleo y gas. Y aunque hoy suene un poco a ciencia-ficción la posibilidad de explotarlas, en un futuro cercano, no lo será tanto, sobre todo si el barril de petróleo continúa su senda alcista y se sitúa por encima de los 100 dólares, algo que podría ocurrir antes de lo que pensamos. Por tanto, no es extrañar que una expedición rusa colocara el pasado mes de agosto una bandera bajo el polo norte, ni que los canadienses planeen abrir una base militar en la zona.
La paradoja está servida. El calentamiento del planeta debido a la emisión de gases productores del efecto invernadero, parece ser el responsable de la reducción de los hielos árticos. Esta reducción de la superficie helada, permitirá a su vez, la explotación de los hidrocarburos que hay en el lecho marino. Y esos hidrocarburos contribuirán a aumentar, aún más, el efecto invernadero, puesto que su utilización provocará la emisión de nuevos gases contaminantes. Suena a chiste, ¿no?.
¿Qué se debería hacer? ¿Prohibir la explotación comercial del Ártico, al igual que está prohibida la explotación comercial de la Antártida? ¿Explotar sus riquezas? ¿Limitar aún más la emisión de gases contaminantes, endureciendo las condiciones del Protocolo de Kyoto, para frenar el deshielo de los polos?
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