Ayer fui a poner un comentario a la entrada de Valentín, pero como me estaba quedando largo, casi he preferido colgarlo hoy en forma de entrada. Estoy de acuerdo con mucho de lo que él argumentaba sobre decisión de entregar 2.500 euros por niño nacido u adoptado. En primer lugar que es electoralista (faltan ocho meses para que acabe la legislatura), mediática (por donde y como se ha anunciado) y que desde luego improvisada (pues todavía no acaba de estar claro ni como ni cuando se va a pagar, ni de donde van a salir los fondos de los que se nutrirá). También creo que no es la manera más adecuada para fomentar la natalidad, ni para canalizar las ayudas a las familias y que otras medidas que tendrían un impacto más efectivo: más plazas en guarderías públicas (a mediados de 2006 unos 25.000 niños menores de tres años estaban en lista de espera para obtener una plaza), escolaridad gratuita en la enseñanza infantil, un más fácil acceso a la vivienda y, sobre todo, aquellas medidas que favorecieran de forma real la conciliación laboral para las madres trabajadoras.
Pero lo que me gusta de la decisión de Zapatero, es que por fin se pone sobre la mesa, la necesidad de fomentar la natalidad y de ayudar a las familias con hijos. Durante mucho tiempo, en España, hablar de fomentar la natalidad o de ayudar a las familias era considerado poco menos que retrógrado, probablemente porque recordaba a la propaganda natalista del fraquismo. Y así nos fue. Casi sin darnos cuenta, pasamos de tener una de las mayores tasas de fecundidad en los años setenta de Europa, a tener la segunda más baja a mediados de los noventa. Esa caída de la natalidad tan fuerte que hemos tenido durante casi tres décadas, y de la que parece que empezamos a recuperarnos gracias en parte al incremento de nacimientos motivado por la inmigración, provocará si no cambian mucho las cosas, que España sea el país más envejecido de Europa en 2050.
Por tanto, se acaba de inaugurar la época en la que las ayudas a las familias, la conciliación laboral o el fomento de la natalidad, entran en la arena política, por su gran impacto mediático. Es decir, serán unas de las propuestas estrella de los partidos políticos en sus próximos programas electorales, al igual que ya lo son las reducciones de impuestos, la construcción de infraestructuras o la mejora de las pensiones. Y eso es bueno, porque no olvidemos que una sociedad que se estanca demográficamente y envejece, acaba estancándose económica y socialmente.
Pero respecto al efecto llamada que cita Valentín, no tendría porque producirse, si en principio los 2.500 euros son para los residentes legales, aunque no me cabe ninguna duda que las mafias que trafican con personas, tratarán de explotarlo todo lo que puedan en su beneficio. Yo creo que efecto llamada no viene motivado por que te puedan dar una ayuda por tener un hijo, sino por la situación de bonanza económica que atraviesa España. Los inmigrantes vienen porque les llamamos nosotros; les necesitamos para que cuiden a nuestros hijos y ancianos, para que trabajen en nuestros campos, construyan nuestras viviendas e infraestructuras, o nos atiendan en bares, restaurantes, comercios…
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