WP_Post Object ( [ID] => 4190 [post_author] => 115 [post_date] => 2007-06-26 09:31:21 [post_date_gmt] => 2007-06-26 08:31:21 [post_content] => Miguel Roig dice en un comentario al post ¿Ha comenzado la decadencia de los Estados Unidos? que escribí el sábado, en este blog de economía, que los argumentos de Samuel P. Huntington son una memez. La opinión de Miguel Roig está avalada también por Francis Fukuyama quien critica el libro de Huntington (¿Quiénes somos?) . Señala Fukuyama que la amenaza más grave para el imperio americano no proviene, como dice Samuel P. Huntington de los inmigrantes mexicanos sino de las propias contradicciones internas de los estadounidenses y más concretamente de los wasp (white anglosaxon protestantes). A diferencia de Huntington, Fukuyama cree que “los inmigrantes hispanos contribuyen a reforzar algunos valores culturales como el énfasis en la familia y en el trabajo, así como el carácter cristiano (solidario) de la sociedad americana”. Para Fukuyama los verdaderos protestantes de ahora son esos propietarios de tiendas coreanas, o empresarios indios, o ingenieros taiwaneses o conductores de camión rusos o taxistas hispanos que tienen pluriempleo en el mercado laboral relativamente libre y desregulado de Estados Unidos. Fukuyama recuerda que cuando vivió en Los Ángeles había siempre grupos de “chicanos reunidos en ciertas intersecciones a las 7 de la mañana, esperando ser contratados para trabajar como jornaleros. Ahí no faltaba la ética del trabajo: por eso los hispanos han desplazado a los afroamericanos en los trabajos no especializados en cualquier ciudad en la que compiten con ellos”. Desde mi punto de vista, probablemente equivocado, una de las amenazas al imperio americano es la propia insolidaridad internacional de Estados Unidos frente al resto del mundo. ¿En qué se manifiesta? en que no ha firmado los acuerdos de Kioto, (con un 5% de la población mundial es responsable del 25% de las emisiones totales de gases contaminantes), se fue de la Cumbre del racismo (cuando Israel abandonó la Reunión al ser acusada por los países árabes de racista), solo aporta el 0,1 % del PIB en Ayuda Oficial al Desarrollo (cuando la media de los países donantes es 0,4 y los países nórdicos y Holanda entregan más del 0,7%), no quiere que sus ciudadanos se sujeten al Tribunal Penal Internacional, es incapaz de poner fin a los conflictos de Oriente Medio y tiene una política agraria, al igual que Europa y Japón, muy proteccionista y, por tanto, insolidaria con el Tercer Mundo. De paso, hay que considerar que el hecho de que Estados Unidos sea hoy la única gran súper-potencia, sitúa a la nación norteamericana ante una responsabilidad mayor que el resto de las naciones, sea en el terreno del reparto de los bienes económicos, en la defensa del medio ambiente, o en el mantenimiento de un orden internacional que asegure una paz justa en todos los continentes. De ahí que pienso que son las propias decisiones de Norteamérica adoptadas de forma unilateral y no siempre al servicio de los objetivos antes señalados las que minan su propia identidad y no el inmigrante mexicano. [post_title] => ¿Hacia donde va Estados Unidos? [post_excerpt] => [post_status] => publish [comment_status] => open [ping_status] => closed [post_password] => [post_name] => hacia_donde_va [to_ping] => [pinged] => [post_modified] => 2007-06-26 09:31:21 [post_modified_gmt] => 2007-06-26 08:31:21 [post_content_filtered] => [post_parent] => 0 [guid] => https://economy.blogs.ie.edu/archives/2007/06/hacia_donde_va.php [menu_order] => 0 [post_type] => post [post_mime_type] => [comment_count] => 9 [filter] => raw )
Miguel Roig dice en un comentario al post ¿Ha comenzado la decadencia de los Estados Unidos? que escribí el sábado, en este blog de economía, que los argumentos de Samuel P. Huntington son una memez. La opinión de Miguel Roig está avalada también por Francis Fukuyama quien critica el libro de Huntington (¿Quiénes somos?) . Señala Fukuyama que la amenaza más grave para el imperio americano no proviene, como dice Samuel P. Huntington de los inmigrantes mexicanos sino de las propias contradicciones internas de los estadounidenses y más concretamente de los wasp (white anglosaxon protestantes). A diferencia de Huntington, Fukuyama cree que “los inmigrantes hispanos contribuyen a reforzar algunos valores culturales como el énfasis en la familia y en el trabajo, así como el carácter cristiano (solidario) de la sociedad americana”. Para Fukuyama los verdaderos protestantes de ahora son esos propietarios de tiendas coreanas, o empresarios indios, o ingenieros taiwaneses o conductores de camión rusos o taxistas hispanos que tienen pluriempleo en el mercado laboral relativamente libre y desregulado de Estados Unidos. Fukuyama recuerda que cuando vivió en Los Ángeles había siempre grupos de “chicanos reunidos en ciertas intersecciones a las 7 de la mañana, esperando ser contratados para trabajar como jornaleros. Ahí no faltaba la ética del trabajo: por eso los hispanos han desplazado a los afroamericanos en los trabajos no especializados en cualquier ciudad en la que compiten con ellos”.
Desde mi punto de vista, probablemente equivocado, una de las amenazas al imperio americano es la propia insolidaridad internacional de Estados Unidos frente al resto del mundo. ¿En qué se manifiesta? en que no ha firmado los acuerdos de Kioto, (con un 5% de la población mundial es responsable del 25% de las emisiones totales de gases contaminantes), se fue de la Cumbre del racismo (cuando Israel abandonó la Reunión al ser acusada por los países árabes de racista), solo aporta el 0,1 % del PIB en Ayuda Oficial al Desarrollo (cuando la media de los países donantes es 0,4 y los países nórdicos y Holanda entregan más del 0,7%), no quiere que sus ciudadanos se sujeten al Tribunal Penal Internacional, es incapaz de poner fin a los conflictos de Oriente Medio y tiene una política agraria, al igual que Europa y Japón, muy proteccionista y, por tanto, insolidaria con el Tercer Mundo.
De paso, hay que considerar que el hecho de que Estados Unidos sea hoy la única gran súper-potencia, sitúa a la nación norteamericana ante una responsabilidad mayor que el resto de las naciones, sea en el terreno del reparto de los bienes económicos, en la defensa del medio ambiente, o en el mantenimiento de un orden internacional que asegure una paz justa en todos los continentes. De ahí que pienso que son las propias decisiones de Norteamérica adoptadas de forma unilateral y no siempre al servicio de los objetivos antes señalados las que minan su propia identidad y no el inmigrante mexicano.
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