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May

El gobierno laborista británico presentó esta semana un borrador del documento que definirá su estrategia energética durante los próximos 40 años. En él se plantean dos objetivos básicos: reducir su dependencia enérgica exterior y luchar contar el cambio climático. En lo referente a la dependencia, el gobierno británico es consciente de que la producción de petróleo y gas en sus yacimientos del Mar de Norte empieza a estar en franca regresión, por lo que cada vez necesitará abastecerse en los mercados internacionales en mayor medida. Esto implica un riesgo estratégico y económico, por la falta de estabilidad de muchos países productores y porque algunos de ellos quieren convertir su producción de hidrocarburos en una poderosa arma política (el mejor ejemplo lo tenemos en los intentos de Irán y Rusia de cartelizar el mercado gasístico, mediante la creación de una OPEP del gas).


Y en lo referente al cambio climático, también se muestra preocupado por emisiones de CO2. No olvidemos que el gobierno británico fue el patrocinador del famoso Informe Stern, en el que se cuantificaban los inmensos efectos económicos que el cambio climático va a producir. Tampoco hay que olvidar, que el precio del petróleo es un poderoso argumento para apostar por la energía de origen nuclear. Desde mediados de enero está subiendo y ya ha vuelto a situarse por encima de los 70$/ barril, debido a las tensiones geopolíticas desatadas por la continuación del programa nuclear iraní.

Para reducir su dependencia exterior y combatir el cambio climático, Londres apuesta por una mayor eficiencia energética y por un aumento del peso de las energías renovables, que deberían suponer el 20% de la generación eléctrica en 2020. Pero también por el uso de la energía nuclear. Actualmente el Reino Unido cuenta con 19 reactores nucleares, que producen el 18% de su energía primaria y que deberían ir cerrando de aquí a 2025. Todo indica que se prolongarán los permisos de explotación y que se procederá a la construcción de nuevos reactores que los sustituyan.

Pero no es sólo el gobierno británico el que se replantea la opción nuclear. Finlandia y Francia están construyendo reactores y otros países como Alemania han decidido no desmantelar sus instalaciones nucleares. En España, el Gobierno se ha mostrado abiertamente en contra de reactivar la opción nuclear y mantiene su intención de ir cerrando las centrales nucleares a medida que vayan venciendo sus permisos de explotación, por lo que en los próximos años iremos viendo como la energía de origen nuclear, que actualmente supone algo más del 20% de la generación eléctrica, irá perdiendo peso.

¿Se debe considerar la energía nuclear como alternativa a los combustibles fósiles para reducir las emisiones a la atmósfera de gases productores del efecto invernadero? ¿Debe apostar España al igual que otros países europeos por la energía nuclear? A pesar de sus menores efectos contaminantes, ¿no supone un riesgo la gestión de sus residuos? ¿Qué debemos hacer?

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