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Un aspecto importante de las reivindicaciones de un sindicato (sindicalismo) es el nivel salarial relativo de sus miembros. Los estudios estadísticos señalan que, en un mismo sector, los trabajadores que forman parte de un sindicato (sindicados) ganan bastante más que los trabajadores no sindicados con la misma calificación. Lo que mejora la situación de los trabajadores organizados en sindicatos frente a los no organizados. Sin embargo, el poder sindical está limitado por la resistencia de los empresarios. Estos pueden modificar los procesos productivos para ahorrar mano de obra, subcontratar el trabajo a otras empresas menos sindicalizadas o importar los componentes de otros países. En casos extremos, los empresarios incluso pueden trasladar toda la producción a un lugar no controlado por los sindicatos o a países menos sindicalizados.

El marco legislativo que delimita la actividad de lo sindicatos ha permitido que éstos presionen a los gobiernos. Los sindicatos británicos se han convertido en el principal apoyo económico del Partido Laborista y en Norteamérica se han asociado al Partido Demócrata. Una de las principales razones de este tipo de asociaciones entre los sindicatos y los partidos políticos es el hecho de compartir los mismos principios e ideales sociales. En Francia, España e Italia, existen sindicatos que están más o menos vinculados a diferentes partidos políticos. En las democracias occidentales, la proporción de trabajadores sindicados ha variado mucho a lo largo del tiempo y según el país. En los últimos años la sindicación ha ido disminuyendo en los países de la OCDE a medida que mejoraba el nivel de bienestar económico. Por ello, en algunos países, los sindicatos han optado por una actitud diferente, apostando por el consenso con la patronal y gobierno y abandonando la confrontación. Así, por ejemplo, en algunos países europeos, especialmente Alemania, los sindicatos tienen representantes en los consejos de administración donde tienen voz y voto. Resulta muy representativo el caso de los sindicatos ingleses; sus ingresos están disminuyendo, al igual que el número de sindicados y parece existir un creciente escepticismo entre los trabajadores sobre los posibles beneficios de afiliarse a un sindicato. Para evitar la fuga de afiliados los sindicatos se están viendo obligados a introducir cambios, convirtiéndose en organizaciones más profesionales.

Desde que Margaret Thatcher llegó al poder en 1979, año en el que había un 60% de afiliación, el número de miembros en los sindicatos ha caído de forma alarmante, llegando en la actualidad a un nivel de sindicación del 31%. Sin embargo, no es sólo un problema británico. Con las transformaciones de la economía, la tasa de afiliación a nivel mundial se ha reducido a un 10%; aún es alta en los países escandinavos (más del 70%), pero ha descendido en Alemania, donde los sindicatos fueron muy influyentes hasta situarse en un 25%. En EEUU el nivel de afiliación a los sindicatos ha descendido hasta el 13%. Esto ha repercutido gravemente en las finanzas de los sindicatos y en su poder de negociación.

Probablemente el futuro de los sindicatos radique en los servicios individuales como seguros, préstamos a tipo de interés reducido, construcción de viviendas baratas y sistemas de pensiones complementarios para satisfacer las necesidades de sus miembros. Y a buscar nuevos afiliados en grupos hasta ahora poco representados como mujeres, jóvenes e inmigrantes (aunque los inmigrantes que van a los países ricos son vistos a menudo como competidores por los trabajadores nacionales). Los procesos de privatización y desregulación han contribuido a reducir el poder de los sindicatos, hoy escasamente implantados en el sector privado mientras siguen teniendo su bastión en el sector público. Sin embargo, los sindicatos seguirán jugando un papel fundamental en el diseño de los convenios colectivos, en la configuración y organización del trabajo y en mejorar las condiciones económicas y sociales de los trabajadores

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¿ Qué es un sindicato ?

Escrito el 4 febrero 2007 por en Diccionario de Economía

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Un aspecto importante de las reivindicaciones de un sindicato (sindicalismo) es el nivel salarial relativo de sus miembros. Los estudios estadísticos señalan que, en un mismo sector, los trabajadores que forman parte de un sindicato (sindicados) ganan bastante más que los trabajadores no sindicados con la misma calificación. Lo que mejora la situación de los trabajadores organizados en sindicatos frente a los no organizados. Sin embargo, el poder sindical está limitado por la resistencia de los empresarios. Estos pueden modificar los procesos productivos para ahorrar mano de obra, subcontratar el trabajo a otras empresas menos sindicalizadas o importar los componentes de otros países. En casos extremos, los empresarios incluso pueden trasladar toda la producción a un lugar no controlado por los sindicatos o a países menos sindicalizados.

El marco legislativo que delimita la actividad de lo sindicatos ha permitido que éstos presionen a los gobiernos. Los sindicatos británicos se han convertido en el principal apoyo económico del Partido Laborista y en Norteamérica se han asociado al Partido Demócrata. Una de las principales razones de este tipo de asociaciones entre los sindicatos y los partidos políticos es el hecho de compartir los mismos principios e ideales sociales. En Francia, España e Italia, existen sindicatos que están más o menos vinculados a diferentes partidos políticos. En las democracias occidentales, la proporción de trabajadores sindicados ha variado mucho a lo largo del tiempo y según el país. En los últimos años la sindicación ha ido disminuyendo en los países de la OCDE a medida que mejoraba el nivel de bienestar económico. Por ello, en algunos países, los sindicatos han optado por una actitud diferente, apostando por el consenso con la patronal y gobierno y abandonando la confrontación. Así, por ejemplo, en algunos países europeos, especialmente Alemania, los sindicatos tienen representantes en los consejos de administración donde tienen voz y voto. Resulta muy representativo el caso de los sindicatos ingleses; sus ingresos están disminuyendo, al igual que el número de sindicados y parece existir un creciente escepticismo entre los trabajadores sobre los posibles beneficios de afiliarse a un sindicato. Para evitar la fuga de afiliados los sindicatos se están viendo obligados a introducir cambios, convirtiéndose en organizaciones más profesionales.

Desde que Margaret Thatcher llegó al poder en 1979, año en el que había un 60% de afiliación, el número de miembros en los sindicatos ha caído de forma alarmante, llegando en la actualidad a un nivel de sindicación del 31%. Sin embargo, no es sólo un problema británico. Con las transformaciones de la economía, la tasa de afiliación a nivel mundial se ha reducido a un 10%; aún es alta en los países escandinavos (más del 70%), pero ha descendido en Alemania, donde los sindicatos fueron muy influyentes hasta situarse en un 25%. En EEUU el nivel de afiliación a los sindicatos ha descendido hasta el 13%. Esto ha repercutido gravemente en las finanzas de los sindicatos y en su poder de negociación.

Probablemente el futuro de los sindicatos radique en los servicios individuales como seguros, préstamos a tipo de interés reducido, construcción de viviendas baratas y sistemas de pensiones complementarios para satisfacer las necesidades de sus miembros. Y a buscar nuevos afiliados en grupos hasta ahora poco representados como mujeres, jóvenes e inmigrantes (aunque los inmigrantes que van a los países ricos son vistos a menudo como competidores por los trabajadores nacionales). Los procesos de privatización y desregulación han contribuido a reducir el poder de los sindicatos, hoy escasamente implantados en el sector privado mientras siguen teniendo su bastión en el sector público. Sin embargo, los sindicatos seguirán jugando un papel fundamental en el diseño de los convenios colectivos, en la configuración y organización del trabajo y en mejorar las condiciones económicas y sociales de los trabajadores

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Un aspecto importante de las reivindicaciones de un sindicato (sindicalismo) es el nivel salarial relativo de sus miembros. Los estudios estadísticos señalan que, en un mismo sector, los trabajadores que forman parte de un sindicato (sindicados) ganan bastante más que los trabajadores no sindicados con la misma calificación. Lo que mejora la situación de los trabajadores organizados en sindicatos frente a los no organizados. Sin embargo, el poder sindical está limitado por la resistencia de los empresarios. Estos pueden modificar los procesos productivos para ahorrar mano de obra, subcontratar el trabajo a otras empresas menos sindicalizadas o importar los componentes de otros países. En casos extremos, los empresarios incluso pueden trasladar toda la producción a un lugar no controlado por los sindicatos o a países menos sindicalizados.

El marco legislativo que delimita la actividad de lo sindicatos ha permitido que éstos presionen a los gobiernos. Los sindicatos británicos se han convertido en el principal apoyo económico del Partido Laborista y en Norteamérica se han asociado al Partido Demócrata. Una de las principales razones de este tipo de asociaciones entre los sindicatos y los partidos políticos es el hecho de compartir los mismos principios e ideales sociales. En Francia, España e Italia, existen sindicatos que están más o menos vinculados a diferentes partidos políticos. En las democracias occidentales, la proporción de trabajadores sindicados ha variado mucho a lo largo del tiempo y según el país. En los últimos años la sindicación ha ido disminuyendo en los países de la OCDE a medida que mejoraba el nivel de bienestar económico. Por ello, en algunos países, los sindicatos han optado por una actitud diferente, apostando por el consenso con la patronal y gobierno y abandonando la confrontación. Así, por ejemplo, en algunos países europeos, especialmente Alemania, los sindicatos tienen representantes en los consejos de administración donde tienen voz y voto. Resulta muy representativo el caso de los sindicatos ingleses; sus ingresos están disminuyendo, al igual que el número de sindicados y parece existir un creciente escepticismo entre los trabajadores sobre los posibles beneficios de afiliarse a un sindicato. Para evitar la fuga de afiliados los sindicatos se están viendo obligados a introducir cambios, convirtiéndose en organizaciones más profesionales.

Desde que Margaret Thatcher llegó al poder en 1979, año en el que había un 60% de afiliación, el número de miembros en los sindicatos ha caído de forma alarmante, llegando en la actualidad a un nivel de sindicación del 31%. Sin embargo, no es sólo un problema británico. Con las transformaciones de la economía, la tasa de afiliación a nivel mundial se ha reducido a un 10%; aún es alta en los países escandinavos (más del 70%), pero ha descendido en Alemania, donde los sindicatos fueron muy influyentes hasta situarse en un 25%. En EEUU el nivel de afiliación a los sindicatos ha descendido hasta el 13%. Esto ha repercutido gravemente en las finanzas de los sindicatos y en su poder de negociación.

Probablemente el futuro de los sindicatos radique en los servicios individuales como seguros, préstamos a tipo de interés reducido, construcción de viviendas baratas y sistemas de pensiones complementarios para satisfacer las necesidades de sus miembros. Y a buscar nuevos afiliados en grupos hasta ahora poco representados como mujeres, jóvenes e inmigrantes (aunque los inmigrantes que van a los países ricos son vistos a menudo como competidores por los trabajadores nacionales). Los procesos de privatización y desregulación han contribuido a reducir el poder de los sindicatos, hoy escasamente implantados en el sector privado mientras siguen teniendo su bastión en el sector público. Sin embargo, los sindicatos seguirán jugando un papel fundamental en el diseño de los convenios colectivos, en la configuración y organización del trabajo y en mejorar las condiciones económicas y sociales de los trabajadores

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