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    [post_content] => No hace mucho, el 31 de enero comentábamos en este mismo blog que sobraban universidades y faltaban alumnos  y concluíamos  diciendo que ante el declive demográfico y las exigencias de una competencia internacional, en Francia se han anunciado ya las primeras fusiones entre universidades públicas. Pues bien, hace poco leí un artículo en ACEPRENSA donde Carmen Montón señalaba que a finales del siglo XX, el gobierno holandés trató de fomentar las fusiones entre las escuelas superiores, que imparten estudios de grado superior sobre todo en carreras de tipo técnico. Esta medida prometía una serie de ventajas como el ahorro de costes, en la medida en que las escuelas podrían compartir departamentos, recursos humanos, recursos informáticos, mantenimiento, servicio técnico, imprenta...

Las fusiones de universidades se multiplicaron en Holanda dando como resultado megainstituciones, algunas con 40.000 studiantes. Sin embargo, estas fusiones obedecieron en parte al miedo a la competencia. Parece que se trata de una moda que convierte instituciones de identidades muy diversas en escuelas masificadas en las que desaparece la cultura que las originó, con sus peculiaridades en cuanto al estilo de la enseñanza y el ideario de la institución. Los defensores de las fusiones afirman que, además de las ventajas económicas, antes citadas, garantizan una mayor diversidad de carreras. Sin embargo, en una universidad grande hay muchas disciplinas y especialidades, pero no existe contacto entre ellas. La masificación, al menos en España, se ha demostrado que es ineficaz en términos adémicos. Hay mucho más contacto con filósofos, matemáticos, politólogos, economistas y gente de letras en una pequeña universidad que en una grande. Además las megauniversidades corren el peligro de perder el control de calidad y la tendencia es que las horas de clase sean cada vez menos.

Sin embargo, el descontento en Holanda sobre las fusiones de universidades es solo una muestra del clima general respecto a la enseñanza. Incluso asociaciones de estudiantes se manifestaron ya la semana pasada en Holanda pidiendo más horas de clase y el Parlamento holandés ha acordado llevar adelante una investigación independiente sobre la calidad de las reformas introducidas durante los últimos 25 años, entre ellas las fusiones.


    [post_title] => Las fusiones universitarias, un tema controvertido
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24
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Las fusiones de universidades se multiplicaron en Holanda dando como resultado megainstituciones, algunas con 40.000 studiantes. Sin embargo, estas fusiones obedecieron en parte al miedo a la competencia. Parece que se trata de una moda que convierte instituciones de identidades muy diversas en escuelas masificadas en las que desaparece la cultura que las originó, con sus peculiaridades en cuanto al estilo de la enseñanza y el ideario de la institución. Los defensores de las fusiones afirman que, además de las ventajas económicas, antes citadas, garantizan una mayor diversidad de carreras. Sin embargo, en una universidad grande hay muchas disciplinas y especialidades, pero no existe contacto entre ellas. La masificación, al menos en España, se ha demostrado que es ineficaz en términos adémicos. Hay mucho más contacto con filósofos, matemáticos, politólogos, economistas y gente de letras en una pequeña universidad que en una grande. Además las megauniversidades corren el peligro de perder el control de calidad y la tendencia es que las horas de clase sean cada vez menos.

Sin embargo, el descontento en Holanda sobre las fusiones de universidades es solo una muestra del clima general respecto a la enseñanza. Incluso asociaciones de estudiantes se manifestaron ya la semana pasada en Holanda pidiendo más horas de clase y el Parlamento holandés ha acordado llevar adelante una investigación independiente sobre la calidad de las reformas introducidas durante los últimos 25 años, entre ellas las fusiones.


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Las fusiones de universidades se multiplicaron en Holanda dando como resultado megainstituciones, algunas con 40.000 studiantes. Sin embargo, estas fusiones obedecieron en parte al miedo a la competencia. Parece que se trata de una moda que convierte instituciones de identidades muy diversas en escuelas masificadas en las que desaparece la cultura que las originó, con sus peculiaridades en cuanto al estilo de la enseñanza y el ideario de la institución. Los defensores de las fusiones afirman que, además de las ventajas económicas, antes citadas, garantizan una mayor diversidad de carreras. Sin embargo, en una universidad grande hay muchas disciplinas y especialidades, pero no existe contacto entre ellas. La masificación, al menos en España, se ha demostrado que es ineficaz en términos adémicos. Hay mucho más contacto con filósofos, matemáticos, politólogos, economistas y gente de letras en una pequeña universidad que en una grande. Además las megauniversidades corren el peligro de perder el control de calidad y la tendencia es que las horas de clase sean cada vez menos.

Sin embargo, el descontento en Holanda sobre las fusiones de universidades es solo una muestra del clima general respecto a la enseñanza. Incluso asociaciones de estudiantes se manifestaron ya la semana pasada en Holanda pidiendo más horas de clase y el Parlamento holandés ha acordado llevar adelante una investigación independiente sobre la calidad de las reformas introducidas durante los últimos 25 años, entre ellas las fusiones.

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