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    [post_content] => Si ayer utilizábamos la excusa de la visita del presidente Roh Moo Hyun a España, para comentar el éxito de Corea del Sur, hoy quiero tocar un tema con ciertas similitudes: las relaciones comerciales y económicas de China con África. La excusa: la gira de doce días que el presidente Hu Jintao acaba de realizar por ocho países africanos: Camerún, Liberia, Sudán, Zambia, Namibia, Sudáfrica, Mozambique y las islas Seychelles. Es un asunto sobre el que ya escribí en este mismo blog a raíz de la celebración, el pasado mes de noviembre, de la cumbre sino-africana de Pekín. 

El mayor paralelismo que podemos encontrar a la gira africana de Hu (la segunda en menos de un año), es la excelente película de Berlanga “Bienvenido Mr. Marshall”. Si en aquella, los habitantes del castellano pueblo de Villar del Río, preparaban un colosal recibimiento a los americanos (de los que esperaban una lluvia de dólares para acabar con sus penalidades), algo parecido ocurre con las visitas que el presidente chino hace a África. Sólo que en este caso, no se trata de sueños, sino de realidades. Porque lo primero que hace el gobierno chino es rascarse generosamente la cartera. Así, durante la gira, China ha anunciado entre otras muchas medidas, la concesión de 300 millones de dólares en créditos preferenciales, la condonación de la deuda a 33 de países del continente, la duplicación de la ayuda humanitaria, y ayudas para la construcción de escuelas, hospitales, infraestructuras, un nuevo centro de convenciones para la Unión Africana y hasta un estadio de fútbol en Maputo, la capital de Mozambique.

Y todo esto ¿a cambio de qué? Pues de garantizarse el suministro de las abundantes materias primas africanas: petróleo (30% de las importaciones chinas de crudo proceden de África), metales como cobalto, manganeso y hierro, maderas etc…. Y para ello nada mejor que invertir en infraestructuras y en procesos extractivos: se calcula que en África operan 800 empresas chinas con un volumen de inversión acumulada superior a los 6.000 millones de dólares.


Por tanto, el interés es mutuo. China se abastece de materias primas y coloca sus manufacturas en el continente y los países africanos reciben ayuda y tienen un nuevo socio comercial (en 2006, el comercio bilateral creció un 40% hasta los 55.500 millones de dólares y se espera duplicarlo para 2010), que además actúa sin condicionamientos políticos o injerencias internas. Aunque precisamente, es por esta política de no injerencia, por lo que China recibe las mayores críticas por parte de los gobiernos occidentales y por las organizaciones defensoras de los derechos humanos. El mejor ejemplo lo encontramos en el conflicto de Darfur: China ha vetado en el Consejo de Seguridad de la ONU el envío de cascos azules a la región sudanesa de Darfur (donde se calcula que 200.000 personas han muerto a manos de las milicias armadas progubernamentales), puesto que el gobierno islamista de Sudán es un fiel aliado y su creciente industria petrolera está controlada por los chinos. Además, y aunque de forma tímida, empiezan a surgir algunas críticas en la propia África, por la forma en que las empresas chinas gestionan los recursos minerales o forestales o por como tratan a sus trabajadores. Dicho de otra manera, ¿China tiene una verdadera voluntad de ayudar a los países africanos en su camino hacia el desarrollo, o estamos ante una nueva forma de colonialismo económico?
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16
Feb

¡¡Bienvenido Mister Hu!!

Escrito el 16 febrero 2007 por JUAN CARLOS MARTINEZ en China, Economía Mundial

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El mayor paralelismo que podemos encontrar a la gira africana de Hu (la segunda en menos de un año), es la excelente película de Berlanga “Bienvenido Mr. Marshall”. Si en aquella, los habitantes del castellano pueblo de Villar del Río, preparaban un colosal recibimiento a los americanos (de los que esperaban una lluvia de dólares para acabar con sus penalidades), algo parecido ocurre con las visitas que el presidente chino hace a África. Sólo que en este caso, no se trata de sueños, sino de realidades. Porque lo primero que hace el gobierno chino es rascarse generosamente la cartera. Así, durante la gira, China ha anunciado entre otras muchas medidas, la concesión de 300 millones de dólares en créditos preferenciales, la condonación de la deuda a 33 de países del continente, la duplicación de la ayuda humanitaria, y ayudas para la construcción de escuelas, hospitales, infraestructuras, un nuevo centro de convenciones para la Unión Africana y hasta un estadio de fútbol en Maputo, la capital de Mozambique.

Y todo esto ¿a cambio de qué? Pues de garantizarse el suministro de las abundantes materias primas africanas: petróleo (30% de las importaciones chinas de crudo proceden de África), metales como cobalto, manganeso y hierro, maderas etc…. Y para ello nada mejor que invertir en infraestructuras y en procesos extractivos: se calcula que en África operan 800 empresas chinas con un volumen de inversión acumulada superior a los 6.000 millones de dólares.


Por tanto, el interés es mutuo. China se abastece de materias primas y coloca sus manufacturas en el continente y los países africanos reciben ayuda y tienen un nuevo socio comercial (en 2006, el comercio bilateral creció un 40% hasta los 55.500 millones de dólares y se espera duplicarlo para 2010), que además actúa sin condicionamientos políticos o injerencias internas. Aunque precisamente, es por esta política de no injerencia, por lo que China recibe las mayores críticas por parte de los gobiernos occidentales y por las organizaciones defensoras de los derechos humanos. El mejor ejemplo lo encontramos en el conflicto de Darfur: China ha vetado en el Consejo de Seguridad de la ONU el envío de cascos azules a la región sudanesa de Darfur (donde se calcula que 200.000 personas han muerto a manos de las milicias armadas progubernamentales), puesto que el gobierno islamista de Sudán es un fiel aliado y su creciente industria petrolera está controlada por los chinos. Además, y aunque de forma tímida, empiezan a surgir algunas críticas en la propia África, por la forma en que las empresas chinas gestionan los recursos minerales o forestales o por como tratan a sus trabajadores. Dicho de otra manera, ¿China tiene una verdadera voluntad de ayudar a los países africanos en su camino hacia el desarrollo, o estamos ante una nueva forma de colonialismo económico?
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El mayor paralelismo que podemos encontrar a la gira africana de Hu (la segunda en menos de un año), es la excelente película de Berlanga “Bienvenido Mr. Marshall”. Si en aquella, los habitantes del castellano pueblo de Villar del Río, preparaban un colosal recibimiento a los americanos (de los que esperaban una lluvia de dólares para acabar con sus penalidades), algo parecido ocurre con las visitas que el presidente chino hace a África. Sólo que en este caso, no se trata de sueños, sino de realidades. Porque lo primero que hace el gobierno chino es rascarse generosamente la cartera. Así, durante la gira, China ha anunciado entre otras muchas medidas, la concesión de 300 millones de dólares en créditos preferenciales, la condonación de la deuda a 33 de países del continente, la duplicación de la ayuda humanitaria, y ayudas para la construcción de escuelas, hospitales, infraestructuras, un nuevo centro de convenciones para la Unión Africana y hasta un estadio de fútbol en Maputo, la capital de Mozambique.

Y todo esto ¿a cambio de qué? Pues de garantizarse el suministro de las abundantes materias primas africanas: petróleo (30% de las importaciones chinas de crudo proceden de África), metales como cobalto, manganeso y hierro, maderas etc…. Y para ello nada mejor que invertir en infraestructuras y en procesos extractivos: se calcula que en África operan 800 empresas chinas con un volumen de inversión acumulada superior a los 6.000 millones de dólares.


Por tanto, el interés es mutuo. China se abastece de materias primas y coloca sus manufacturas en el continente y los países africanos reciben ayuda y tienen un nuevo socio comercial (en 2006, el comercio bilateral creció un 40% hasta los 55.500 millones de dólares y se espera duplicarlo para 2010), que además actúa sin condicionamientos políticos o injerencias internas. Aunque precisamente, es por esta política de no injerencia, por lo que China recibe las mayores críticas por parte de los gobiernos occidentales y por las organizaciones defensoras de los derechos humanos. El mejor ejemplo lo encontramos en el conflicto de Darfur: China ha vetado en el Consejo de Seguridad de la ONU el envío de cascos azules a la región sudanesa de Darfur (donde se calcula que 200.000 personas han muerto a manos de las milicias armadas progubernamentales), puesto que el gobierno islamista de Sudán es un fiel aliado y su creciente industria petrolera está controlada por los chinos. Además, y aunque de forma tímida, empiezan a surgir algunas críticas en la propia África, por la forma en que las empresas chinas gestionan los recursos minerales o forestales o por como tratan a sus trabajadores. Dicho de otra manera, ¿China tiene una verdadera voluntad de ayudar a los países africanos en su camino hacia el desarrollo, o estamos ante una nueva forma de colonialismo económico?

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