Esta semana tuvo lugar en Madrid una reunión de la “Conferencia Internacional de Donantes”, a la que asistieron representantes de 85 Estados y organismos oficiales involucrados en los programas de ayuda a Haití. La nación más pobre de América, vive sumida en una profunda crisis económica, política y social desde hace años. Tras sufrir las espantosas y despóticas dictaduras de François Duvalier (Papa Doc) entre 1957y 1971 y de la de su hijo y sucesor, Jean-Claude Duvalier (Baby Doc) entre 1971 y 1986, el país no supo encontrar el camino hacia la normalización, y desde entonces se ha visto sumido en una inestabilidad política crónica y en una situación de violencia, que ha llevado a la ONU a tutelar militarmente el retorno a la normalidad, con la presencia de cascos azules desde 2004.
Actualmente Haití tiene un Presidente y un Parlamento elegidos por sufragio universal, y hoy domingo, celebra elecciones locales para completar su mapa democrático. Pero si el retorno a la normalidad política parece ir por buen camino, la situación económica y social, continúa siendo desastrosa. Con una renta per capita de 450 dólares al año, casi dos tercios de los ocho millones y medio de haitianos viven bajo el umbral de la pobreza, y se calcula que dos millones han tenido que emigrar en las últimas décadas, principalmente a Estados Unidos. Además en Haití existe un grave problema de seguridad: gran parte del territorio se encuentra bajo el control de bandas armadas, que ante la débil presencia del Estado, campan a sus anchas. Para acabar con la situación, la ONU ha incentivado económicamente la entrega de armas, con escasos resultados. La solución pasa por una mayor presencia policial, pero sobre todo por medidas para fomentar la escolarización y el empleo. Con un 40% de sus habitantes menores de 15 años, el país necesitará escolarizar en los próximos años a más de 500.000 niños, una tarea que parece imposible pues sólo el 20% de la oferta educativa en primaria es pública. Actualmente la tasa de analfabetismo supera el 40% de la población.
Y para crear empleo, Haití busca fomentar su potencial turístico, mejorar sus infraestructuras, y desarrollar industrias manufactureras y agroalimentarias, que pueden tener un gran futuro por sus bajos costes de mano de obra y por su cercanía a Estados Unidos. Su primer ministro, Jacques-Édouard Alexis, que asistió a la Conferencia de Madrid, es consciente de que su país necesita mucha ayuda, pero también inversiones y para ello, lo primero es erradicar la violencia. “Haití debe encontrar la paz consigo mismo, antes de poder desarrollarse y prosperar”, declaró. Esperemos que esta vez, Haití, que fue la primera república negra independiente de la historia, consiga encontrarla.
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