A Cuba después de la muerte de Fidel se le abren varias alternativas:
1) Transformación cubana a la española: La muerte de Fidel produciría dentro del partido comunista un cambio hacia la democracia. Se produciría dentro de la Isla un frente común, donde podría haber algunos exiliados, pero siempre de forma minoritaria, para hacer la transición de la dictadura a la democracia. Se abriría un periodo de incertidumbre hasta llegar a una transición pacífica, durante el que se podrían producir tensiones sociales temporales.
2) Transformación cubana a la china: Reformas económicas con partido comunista único. Raúl Castro optaría por un sistema de libertad económica con represión política, como el existente en China. Más que por convencimiento que tuviera Raúl de las virtudes del mercado y de la competencia sería por una necesidad derivada de compensar con mejoras económicas la falta del líder máximo, Fidel, cuyo carisma entre los cubanos es innegable.
3) Transformación cubana a la venezolana: Generar un nuevo liderazgo carismático, tipo Chávez, que transforme el castrismo en chavismo. En otro orden de cosas no se debe olvidar que el presidente venezolano, Hugo Chávez, controla el petróleo que recibe Cuba, y al final él puede tener mucho que decir sobre quién va a mandar en La Habana, de ahí que algunos lo hayan empezado a incluir en sus análisis sobre el futuro.
4) Transformación cubana a la rumana: Muere Fidel y el pueblo se levanta en armas contra el Gobierno y el partido comunista cuyos principales líderes se exilian a Venezuela. Entra en la Isla el exilio cubano de Miami y se produce un frente común de oposición al castrismo interno y externo para transformar la dictadura en democracia. En este proceso se podría producir violencia e incluso sería posible una guerra civil abierta.
5) Transformación cubana a la soviética: Sustituir a Fidel Castro por la nomenclatura. ¿Quienes formarían la nomenclatura? además de Raúl Castro estarían José Ramón Machado Ventura, José Ramón Balaguer, Esteban Lazo y, el más joven de todos, Carlos Lage. Los tres primeros, figuras hieráticas del aparato provincial y nacional del Partido Comunista; el cuarto, un primer ministro en funciones desde hace quince años. A ellos se podrían unir, otro líder muy visible de la nomenclatura de la isla, el presidente de la Asamblea Nacional, Ricardo Alarcón, y otro más, el joven ministro de exteriores Felipe Pérez Roque y por último podría estar también el presidente del Banco Central, Francisco Soberón Valdés. ¿Podría haber una guerra abierta entre las diferentes facciones del partido Comunista? ¿Cuánta cohesión habrá dentro de esta nomenclatura y, sobre todo, cuánta tranquilidad social logrará preservar este equipo sucesor, en medio de la múltiple presión de tantos cubanos ansiosos de democracia y de un mejor nivel de vida?
¿Te inclinas por alguna alternativa? O quizá se te ocurre una distinta a estas 5.
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