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El nuevo presidente de México es un político de 43 años, con experiencia, bien formado, correcto, de trato fácil, conservador, católico y con un perfil promercado y a favor de la iniciativa empresarial. En este sentido Calderón no cree que el motor generador de empleo deba ser el Gobierno y está en contra de elevar el gasto público por encima de los ingresos fiscales. Su elección va a ser, por eso, bien recibida por los mercados. Su gestión supondrá un avance económico para el país.
La responsabilidad de Felipe Calderón es grande y ofrecerá una alternativa diferente a los experimentos populistas que se están dando en Argentina, Bolivia y Venezuela. Los empresarios españoles, con intereses en México, tienen razones para estar contentos.
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