Esta mañana el INE acaba de publicar los datos de la Contabilidad Nacional Trimestral correspondientes al periodo enero-marzo del presente año. Como ya se conocía por el avance trimestral aparecido la semana pasada, se recuperan las tasas de crecimiento intertrimestral positivas tras año y medio de caídas continuas, aunque persiste la caída interanual, eso sí, más moderada. En realidad, los datos de crecimiento anual (-1,3%) y trimestral (+0,1%) conocidos hoy coinciden con los publicados en la estimación o avance de la Contabilidad Nacional Trimestral el pasado día 12 de mayo.
La aportación negativa al crecimiento agregado de la demanda nacional se reduce de –5,3 a –2,5 puntos, mientras que la demanda externa disminuye su contribución al crecimiento del PIB trimestral (de 2,2 a 1,2 puntos).
¿Se mantendrá la recuperación económica?
Por supuesto, la pregunta relevante es la que cabe hacerse sobre la solidez de esta recuperación. Y la respuesta no puede ser demasiado optimista. A corto plazo nos encontramos con la incertidumbre acerca de los efectos que para la reactivación económica puedan tener las distintas medidas de consolidación fiscal aprobadas, anunciadas o insinuadas por el gobierno. Así, en los próximos meses tanto la subida del IVA -o la que ya se rumorea que se aplicará en otros tributos- como el recorte del gasto público ejercerán de política contractiva de la demanda agregada. A estas dudas hemos de sumar también las que genera la difícil situación financiera por la que atraviesan diversos países europeos y que podría derivar en nuevos encarecimientos de la financiación de la que tan necesitada está España.
Reformas estructurales
Pero creo que las mayores amenazas siguen vislumbrándose en un horizonte temporal más largo. Corremos el riesgo de entrar en una larga fase de estancamiento si no se acometen las reformas estructurales cuya necesidad no se quiso ver mientras nuestra economía crecía. Los problemas que hoy padecemos son las consecuencias lógicas de los excesos y desequilibrios de un crecimiento nada sano. Y esos problemas no se corrigen con el jarabe del recorte del gasto, sino que requieren de cirugía en forma de cambios estructurales en sistemas básicos para el funcionamiento de nuestra economía, como el mercado laboral. Haremos mal si el alivio transitorio de las presiones intensas vividas recientemente nos relaja y nos lleva a posponer un tratamiento a todas luces necesario.
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