Dimos cuenta ayer, en este blog, que Venezuela había devaluado el bolívar. Las razones que han llevado al gobierno de Hugo Chávez a la devaluación son tres: a) salir de la recesión económica y como consecuencia aumentar el nivel de empleo; b) corregir el déficit público y c) fomentar las exportaciones y encarecer las importaciones y aumentar así las reservas internacionales del Banco Central.
Sin embargo, es necesario considerar que los males de la economía venezolana no proceden solo de un bolívar que, sin duda, estaba sobrevalorado sino y sobre todo por no haber acometido reformas fiscales en profundidad y no haber combatido la ineficacia y corrupción de la clase política. Por tanto la solución a los problemas económicos de Venezuela deben pasar no solo por la devaluación sino también por la reforma fiscal y la aparición de un conjunto de políticos y funcionarios que se comprometan a gobernar el país sin robar un bolívar.
¿Porque la devaluación del bolívar va a generar presiones inflacionistas?
La devaluación de una moneda, en este caso el bolívar, con respecto a otra/s genera presiones inflacionistas básicamente por:
1)Los precios en bolívares de los bienes importados tanto de consumo como de inversión aumentarán (inflación).
2) Los precios, en moneda local (bolívares), de los servicios provenientes del exterior aumentarán (más inflación).
3) Los costes de producción de aquellas empresas cuyas materias primas son importadas aumentarán; entonces si las empresas quieren mantener su margen trasladarán ese aumento a los costes y vía precios al comprador final (más inflación).
4) Los gastos financieros de aquellas empresas que tengan créditos en moneda extranjera se incrementarán; este incremento en los costes financieros se trasladará vía precio al consumidor, si es que la empresa quiere mantener su margen (más inflación).
5) Teniendo en cuenta que la devaluación incentiva las exportaciones, el incremento en éstas, generará un mayor nivel de divisas y, por tanto el banco central deberá comprar una parte emitiendo a cambio bolívares (base monetaria) lo que por el efecto multiplicador aumentará la cantidad de dinero y, por tanto, la inflación.
6) Además un aumento de las exportaciones (aumento de la demanda agregada) generará un esfuerzo mayor sobre el aparato productivo (oferta agregada) lo que también tenderá a tensionar los precios (más inflación).
Perjudicados por la devaluación
Esta devaluación, como todas la devaluaciones, va a tener fuertes efectos redistributivos, perjudicando a los venezolanos que tienen deudas en dólares, reales, euros, etc. que tendrán que convertir ahora más bolívares que antes de la devaluación para pagar esas deudas y beneficiando a los acreedores en dólares que ahora recibirán más bolívares por cada dólar que habían prestado. En el caso particular de la deuda pública venezolana, mucha de ella nominada en moneda extranjera, la devaluación tendrá un impacto muy negativo sobre el déficit fiscal –aumenta la carga de intereses expresado en moneda doméstica– y sobre las futuras necesidades de financiación. En este sentido, la devaluación va a crear más dificultades al Gobierno para hacerse con las divisas necesarias para pagar los servicios de la deuda pública en dólares.
Por otro lado, como vimos que la devaluación va a generar inflación, perjudica fundamentalmente a los perceptores de ingresos fijos, que suelen ser los más débiles (por ejemplo rentistas y jubilados).
Quizá sean las pequeñas y medianas empresas quienes estarán en la situación más comprometida con deudas en dólares y flujos de ingresos (ventas) vinculados básicamente al mercado doméstico (bolívares). Para las familias que mantienen deudas en moneda extranjera, la devaluación aumentará la relación deuda/ingresos provocando recomposiciones en la estructura de gastos del hogar con un efecto negativo sobre el consumo. En términos generales, la devaluación para las familias y pequeñas empresas puede generar un “efecto pobreza”.
A pesar de todos estos problemas parece que, tal como vimos ayer, los beneficios de esta devaluación van a superar a los costes. Pero lo más acertado sería romper con el sistema de tipo de cambio fijo y controlado y adoptar un sistema flotante. Tener tipos de cambio fijo es tanto como aceptar el fracaso de otras medidas de política económica para controlar la inflación lo que transmite poca credibilidad a los inversores. De ahí que en el mundo ha habido una clara tendencia a abandonar los regímenes de cambio fijo para adoptar tipos flotantes.
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