Aunque hoy las aguas bajan algo más calmadas, tras el anuncio de que Abu Dhabi concederá una línea de financiación de 10.000 millones de dólares a Dubai que, entre otras cosas, permitirá pagar los 4.100 millones de dólares del bono islámico que vencía el lunes próximo; sigue existiendo una elevada tensión en los mercados de deuda de todo el mundo. Mientras no se clarifiquen temas como los mecanismos de actuación en caso de que un país no haga frente a sus pagos dentro de la UEM o, la calidad de algunas garantías públicas, los inversores van a seguir discriminando entre emisores.
El caso más claro es el de la UEM, donde se están formando varios grupos de países con diferentes niveles de riesgo. El primero estaría formado por los países centrales de Europa, como Francia, Holanda o Finlandia que estarían pagando una prima de riesgo con respecto al bono alemán inferior a los 30 puntos básicos (riesgo muy bajo). Luego estarían los países que estarían pagando entre 40 y 65 puntos básicos, es decir, con un riesgo medio-bajo como Austria, Bélgica, o España. Algo más alejado estaría el bono italiano (82 puntos básicos) y, finalmente, tanto Irlanda (164 p.b.), como Grecia (230 p.b.) se considerarían como los países con el riesgo más elevado desde la UEM. Desde el viernes pasado, sin embargo, sólo el bono griego se ha visto castigado (se ha ampliado la prima de riesgo en 20 puntos básicos), mientras el resto de los “spreads” se han reducido.
Esta semana será crucial para Grecia, pues el gobierno deberá presentar un plan creíble de consolidación de las cuentas públicas a medio plazo. Pues como recordaba Almunia este fin de semana, el resto de países europeos puede ayudar a Grecia, pero no resolver sus problemas. De hecho, el Tratado de Maastricht contienen una claúsula de no “bail-out”. Un ejemplo que debería seguir es el de Irlanda, cuyas medidas de austeridad anunciadas el pasado viernes van en la dirección correcta. Hay que recordar que Irlanda fue el primer país de la OCDE en dar un viraje a la política fiscal, centrándose en la consolidación de las finanzas públicas en el medio plazo y, reconociendo que los grados de libertad se habían agotado.
Irlanda lo está haciendo bien
El presupuesto elaborado por el Gobierno de Irlanda para el año 2010 prevé un recorte del gasto público de 4.051 millones de euros, equivalentes al 2,2% del PIB. Los gastos de capital se reducirán en 961 millones de euros. El gobierno ha revisado su programa de inversiones, priorizando los proyectos que aceleren la recuperación y mejoren la competitividad de la economía. Los gastos corrientes sufrirán un recorte de 3.090 millones de euros, de los cuales 1.005 corresponden a retribuciones del personal de las AA.PP. y 760 a gasto social. En materia de fiscalidad, el presupuesto incluye algunos cambios menores, como un recorte del tipo de gravamen del IVA del 21,5% al 21%, un nuevo “impuesto verde” sobre los combustibles fósiles o la eliminación de la deducción por intereses de hipotecas a partir de 2017.
Reducción del gasto público y aumento de impuestos
El gobierno irlandés ya aprobó en abril un presupuesto de emergencia que contemplaba recortes de gastos por valor de 1.500 millones de euros, y un endurecimiento de la fiscalidad personal que permitiría recaudar 1.800 millones. Irlanda ha sido el país de la UEM más golpeado por la crisis, como consecuencia del colapso de su mercado inmobiliario y del sobredimensionamiento de su sistema bancario: el PIB encadenará tres años de contracción: -3,0% en 2008, -7,5% en 2009, y -1,4% en 2010. El impacto de la crisis sobre las finanzas públicas está siendo demoledor: el déficit se situará en torno al 13% del PIB en el trienio 2009-11. Este deterioro de la posición presupuestaria, unido a los rescates bancarios llevados a cabo por el gobierno y a la creación de un “banco malo”, llevarán la deuda pública a niveles próximos al 95% del PIB en 2011 (casi cuatro veces más que antes de la crisis).
La necesidad del ajuste
Por tanto, la situación de los déficits estructurales -más de 5 puntos de PIB en países como España, EEUU, Gran Bretaña o Japón- y el aumento del ratio de la deuda de 2006 a 2010 –alrededor de 35 puntos de PIB en los países AAA- ya están obligando a priorizar la estabilización de las finanzas públicas sobre la consolidación de la recuperación, en buen número de países. Los avisos de las últimas semanas (Dubai, Grecia) ponen de manifiesto la enorme sensibilidad que van a tener los mercados a partir de ahora. En este contexto, la credibilidad de las estrategias de consolidación fiscal va a ser fundamental, teniendo en cuenta el proceso de segmentación y discriminación en el riesgo soberano que ya se está produciendo. Las cuentas públicas deberán mostrar flexibilidad para adaptarse a la nueva coyuntura, manteniendo la capacidad de pago.
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