Según noticias e informes recientes, el efecto de la crisis económica mundial en Estados Unidos está haciendo que el número de trabajadoras, por primera vez, haya superado al de hombres-trabajadores. Esto no sería noticia si este cambio en la tendencia en la proporción de hombres y mujeres que componen la oferta laboral no viniera acompañado de cambios en la calidad de la oferta laboral. Según las últimas cifras: “Del 38% que representaban las mujeres en el total de estadounidenses empleados en 1970 ha subido hasta el 49,8% a finales del segundo trimestre de 2009.” . Pero estas afirmaciones no implican un cambio en los salarios de las mujeres, ni en la brecha diferencial entre ellos, más al contrario, parece que el crecimiento de la poblacion activa femenina se debe a su mayor disponibilidad con sueldos menores que los masculinos. Es decir, por un lado están dispuestas a recibir un sueldo menor porque su marido ya recibe uno y el suyo se considera como complementario; y por otro lado, en el caso de que el marido se encuentre desempleado, están dispuestas a trabajar a casi cualquier coste por mantener la economía familiar a flote, y/o a crear su propia empresa, cuando las condiciones del mercado son adversas.
Sin embargo en el caso español no parece tan evidente. La mano de obra femenina, pesa a ofrecer en media niveles de cualificación más altos que los hombres, ha venido ocupando empleos en el sector servicios, en muchas ocasiones a tiempo parcial y con importante temporalidad. Esto hace que muy posiblemente el efecto de la crisis económica sobre las trabajadoras españolas sea que las haga más vulnerables al desempleo, una tendencia opuesta a la que se dá en Estados Unidos, donde la incorporación de la mujer al mercado laboral no es tan reciente.
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