Hace unos meses sugería en este blog que una medida alternativa del crecimiento económico de las naciones, que tuviera en cuenta su coste ambiental, mostraría un dibujo bien distinto del “milagro chino”. Sin duda su modelo de crecimiento se encuentra muy condicionado por su intensidad material y energética.
El World Energy Outlook 2007, recientemente publicado por la Agencia Internacional de la Energía (AIE), presenta un escenario de referencia en el que la demanda energética mundial podría superar en un 50% a la actual hacia el 2030. China e India serían responsables del 45% de ese incremento. La AIE proyecta que la demanda de energía primaria en China se duplique entre el 2005 y el 2030, con una tasa media anual de crecimiento del 3,2%, superando a EEUU como el mayor consumidor de energía en el mundo hacia el 2010. Los recursos energéticos chinos son notables (especialmente el carbón, que todavía supone el 80% de su generación), pero de fuerte impacto ambiental y claramente insuficientes para atender el crecimiento de su demanda. La nación está acometiendo importantes esfuerzos para responder a esta situación, aunque sin duda serán necesarias medidas adicionales.
Pero, dejemos algún espacio al optimismo. Un reciente informe del Worldwatch Institute muestra un pujante y prometedor sector de energías renovables en China.
Según este informe, es probable que la nación alcance, e incluso supere, su objetivo de obtener un 15% de su energía a partir de fuentes renovables en el año 2020. Más allá, si perdura el compromiso oficial de diversificar su aprovisionamiento energético y convertirse en un líder global en renovables, más del 30% de su generación podría ser de este origen hacia el 2050. Si en el último año la inversión mundial en energía renovable fue cercana a los 35.000 millones de euros, en 2007 se espera que China haya invertido más de 7.000 millones, tan sólo por detrás de Alemania. La producción de turbinas eólicas y paneles solares se duplicó en 2006, pudiendo llegar a superar a los líderes en Europa, Japón y Norte América en los próximos tres años. La generación eólica, la tecnología de más rápido crecimiento en China, ha duplicado su capacidad tan sólo en 2006. Al tiempo, la capacidad de generación solar se incrementó desde los 350 megavatios en 2005 hasta los más de 1.000 en 2006, esperándose llegar a 1.500 en 2007.
A pesar de todo lo anterior, China ya ha superado a EEUU como el mayor emisor de gases de efecto invernadero, tras triplicar sus emisiones entre el año 2000 y el 2006. En el 17º Congreso del Partido, celebrado durante el pasado mes de octubre, el gigante asiático aceptó cierta responsabilidad en el problema del cambio climático, pero también pidió equidad y apoyo internacional para alcanzar de modo sostenible la convergencia real con las naciones más ricas. Sin duda el Mecanismo de Desarrollo Limpio contemplado por el Protocolo de Kioto provee de interesantes oportunidades para ambas partes, y para el negocio de las renovables en particular. China constituye el mercado más grande para este esquema, con un enorme potencial estimado en cerca de 8.000 millones de dólares al año en términos de comercio de emisiones.
Confiemos en que las previsiones más optimistas se cumplan, y no sólo por el bien de China. ¿Qué futuro nos espera en otro caso?
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