La fuerte subida de los precios de los hidrocarburos han generado una fuetre presión ciudadana para que se reduzcan los elevados impuestos que gravan los hidrocarburos (gasolina y gasóleo). ¿Debería el gobierno rebajar los impuestos sobre los hidrocarburos? Creo que no ¿Qué experiencia tenemos cuando en España se ha reducido la fiscalidad de los hidrocarburos? Me parece que fue mala ¿Qué ocurrió en España en 1974, cuando se produjo la primera crisis del petróleo? En la década de los años 70 la fuerte subida del precio del crudo supuso para España, tal como está sucediendo ahora, un aumento de costes empresariales (shock de oferta negativo) que degeneró en una fuerte crisis económica. ¿Qué debe hacer un gobierno cuando suben los precios de una materia prima, como, por ejemplo, el petróleo? La historia económica muestra que las autoridades económicas deben transmitir rápidamente los aumentos de costes a los precios.
Sin embargo, en España, durante la década de los años 70, ocurrió lo contrario. En la primera parte de la crisis del petróleo se puso en práctica una perversa política económica que impidió el traslado del aumento del coste del petróleo a los precios de los productos finales. Las subidas del precio del petróleo quedaron parcialmente absorbidas por una reducción del impuesto sobre los hidrocarburos, es decir, por una menor recaudación fiscal. De esta manera, el Estado pasó de ingresar por el monopolio de petróleos 26.355 millones de pesetas en 1973 a ingresar sólo 234 millones en 1974 (una reducción del 99%), lo que supone que, en relación con la situación anterior, el Estado estaba subvencionando y mucho el consumo de productos petrolíferos.
Entre los resultados negativos de esta política, el menos importante fue la pérdida de recaudación fiscal para la Hacienda Pública. Lo más grave fue que retrasó el necesario ajuste a la crisis. Es decir, durante los años posteriores a la primera crisis del petróleo nuestro aparato productivo se volvió más intensivo en energía. Esto hizo que fuéramos todavía más vulnerables al impacto de la segunda crisis del petróleo; es decir a la subida del precio del petróleo que se produjo en 1979-1980.
Si la política de repercutir el precio del petróleo en el precio del producto final fue necesaria entonces, con el precio del petróleo a 12 dólares el barril, es absolutamente imprescindible ahora con el petróleo a 138 dólares. De ahí que la mayor parte de los economistas no les parezca oportuno rebajar la fiscalidad que grava los hidrocarburos. Tratar de disminuir los costes de los derivados del crudo al consumidor final a través de la rebaja de la fiscalidad reduciría el incentivo para el ahorro de energía que supone el incremento del precio. La consecuencia sería un trasvase mayor de renta hacia los países exportadores de petróleo y un mayor empobrecimiento de la economía española.
¿Debe desaparecer el céntimo sanitario como exigen los transportistas? Claramente no.
Además no se debe olvidar que en España los 1.000 litros de gasolina Euro Súper 95 solo pagan 396 euros de impuestos cuando Alemania aplica un impuesto de 655 euros; Francia, 606; Italia, 564 y Reino Unido, 631.
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