Hoy, 26 de julio, el petróleo tipo Brent cotizaba a 44,5 dólares/barril, cuando hace un mes lo hacía a 53. Esto supone una caída de 8,5 dólares. Los precios del petróleo llevan bajando más de dos años como consecuencia de la mayor oferta y la menor demanda. La primera se debe a un crecimiento de la producción gracias a las nuevas tecnologías de fracking (“fractura hidráulica”) y a la entrada de nuevos productores en el mercado de la exportación.
En el otro lado, la reducción de la demanda mundial está provocada por la desaceleración económica global que, a su vez, es consecuencia de la incertidumbre generada por los conflictos políticos, el problema de los refugiados, el protagonismo de los movimientos populistas que se están presentando en diferentes latitudes, y el menor crecimiento de China.
Estos bajos precios del crudo afectan negativamente a los países que lo producen. Por el contrario, benefician a los importadores, a los cuales se les abarata la producción de energía. En el caso de los primeros, la situación ha sido tan dramática que muchos pequeños productores han tenido que cerrar sus pozos, dado que el precio de venta no llegaba para cubrir sus costes.
Históricamente, el precio del crudo sufre de una enorme volatilidad. A principios de este año, llegó a cotizar a 27 dólares/barril, frente a los 115 de junio de 2014. Para evitar estas variaciones tan bruscas (y problemáticas), desde hace muchos años se están buscando y utilizando fuentes alternativas de energía. Otro de los objetivos es que la producción y el consumo de esa energía causen el menor impacto ambiental posible. De hecho, éste se ha convertido en un tema prioritario de la agenda política de casi todos los países del mundo.
La importancia de la energía proviene de ser uno de los engranajes más fuertes de la economía, tratándose de una de las variables que tiene una correlación más alta con el crecimiento económico, hasta el punto de que el grado de su utilización permite explicar la evolución del PIB mundial. Además, es una excelente medida para visualizar el progreso de un país. Por eso, entre las metas que persigue el Banco Mundial para reducir la pobreza extrema y lograr un desarrollo de las economías emergentes, está el lograr que 1.1 billones de personas que no tienen acceso a la energía eléctrica puedan hacerlo de forma eficiente y limpia. De ahí la necesidad de saber qué tipo de energía debemos utilizar para que el crecimiento económico sea sostenible a nivel mundial y ambiental.
Otras fuentes de energía
British Petroleum acaba de publicar su informe “BP Energy Outlook” correspondiente a 2015: el consumo mundial de energía creció un 1%, el más bajo de la última década. El lado positivo es que el uso del carbón, tan contaminante, experimentó una caída en la demanda del 1,8% (1 millón de toneladas) y de un 4% en su producción. Esto es consecuencia del desarrollo de nuevas tecnologías de mezclas, que se están empleando en EEUU y China. Adicionalmente, se observa un efecto de sustitución muy marcado, debido a las políticas de incentivo de producción de energías más limpias, y a la caída del precio del petróleo. Esto es positivo, ya que la producción de energía con gas y petróleo emite al ambiente una menor cantidad de CO2 que la generada con carbón. Por lo anterior, economías como las de Australia y Colombia, en las que el carbón tiene un peso importante en sus exportaciones y en la recaudación fiscal, se están viendo muy golpeadas, tanto por la reducción de la demanda como por el bajo precio de este mineral.
Afortunadamente, el año pasado, las energías limpias (no provenientes de productos fósiles) presentaron un crecimiento del 3,6%. Fue debido a las mejoras tecnológicas, la mayor eficiencia, la reducción de costes, y a las políticas energéticas que se están aplicando en la Unión Europea (UE) y China. Por ejemplo, el gigante asiático se acaba de convertir en el cuarto productor más grande del mundo de energía nuclear.
Por último, la producción de energía por centrales hidroeléctricas sigue teniendo un crecimiento muy bajo, aunque constante. En los casos de las energías renovables, la eólica continúa siendo la predominante a nivel mundial. Asimismo, en 2015 la producción de la solar se vio mucho más diversificada geográficamente, debido a que, en años anteriores, el único país que se encontraba a la vanguardia en la producción de energía por medio de esta fuente era EEUU.
El futuro de la energía
Las proyecciones a largo plazo de las diversas agencias y empresas del sector muestran que la demanda seguirá creciendo. Sin embargo, lo que parece que está cambiando es cómo se va a distribuir. Los países emergentes, como crecen más que los desarrollados, serán en el futuro mucho más relevantes en la demanda mundial de energía. Un gran ejemplo es el de India, la cual se espera que se convierta en el primer demandante, sobrepasando a China. Y eso que esta última continuará exhibiendo un crecimiento estable del PIB, del 6% anual, pero con un aumento en la demanda mucho menor, como consecuencia de sus nuevas políticas e investigaciones para hacer más eficiente el consumo energético.
En cuanto a la fuente de producción, se espera que el 60% de la energía siga proviniendo de fuentes fósiles. El gas tendrá un mayor crecimiento y participación, seguido por el petróleo. Por su parte, el carbón tendrá una demanda menor, a pesar de que se espera que India lo siga utilizando a medio plazo como su principal fuente de producción.
En lo que respecta a las energías renovables, cobrarán una mayor fuerza, debido a que cada día se vuelven más competitivas en el mercado gracias a la reducción de sus costos. Donde más extendido estará su uso será en la UE, seguida de EEUU. El crecimiento va estar impulsado por la solar y la eólica, ya que se espera que el de la hídrica y nuclear se produzca a una tasa constante.
Panorama mundial
Así las cosas, durante este 2016, no son previsibles aumentos significativos en el consumo de energía. Esta semana, el Fondo Monetario Internacional volvió a revisar a la baja las proyecciones de crecimiento de la economía mundial para el 2016 y 2017 y, en especial, rebajó las previsiones para los países desarrollados. En este mismo sentido, este jueves, el Banco Central Europeo señaló que la recuperación en la Zona Euro se está produciendo a un ritmo muy moderado. En el futuro, continuará proliferando los riesgos de un bajo crecimiento en la zona por la incertidumbre sobre el crecimiento global.
La desaceleración de la economía mundial y los efectos negativos que tiene la volatilidad del precio del petróleo exige que las economías dependientes de las exportaciones de materias primas se replanteen una vez más su modelo productivo. Deberían avanzar hacia uno nuevo, en el que tengan más relevancia la diversificación, la productividad y el valor añadido.
Rafael Pampillón (Universidad CEU San Pablo e Instituto de Empresa) y Carolina Ramírez (Master en Economía por University College London). “El mapa de la energía”. Expansión. 23 de julio.
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