La semana pasada conocimos los resultados definitivos de las elecciones legislativas en el Reino Unido. El pueblo ha dado la victoria al Partido Conservador que ha ganado por mayoría absoluta. Se ha cumplido, una vez más, el famoso eslogan de la campaña de Bill Clinton de 1992: “Es la economía, estúpido”. Porque, como muestran los indicadores, ha sido la buena gestión económica de David Cameron la que ha marcado la diferencia de votos a favor de los conservadores y en contra del Partido Laborista.
No es la primera vez que los asuntos económicos deciden unas elecciones en Gran Bretaña. Por ejemplo, los gobiernos laboristas de Harold Wilson (hasta 1976) y James Callaghan (hasta marzo de 1979) no fueron capaces de resolver la crisis del petróleo y su partido fue derrotado por el Partido Conservador en las elecciones de 1979. Con la victoria de Margaret Thatcher, que gobernó desde 1979 hasta 1990, el Reino Unido consiguió activar el crecimiento económico, estabilizar los precios y restaurar su posición como potencia económica mundial. Más recientemente, en 2010, el Partido Conservador derrotó al Partido Laborista debido a la mala gestión de la crisis económica del primer ministro Gordon Brown. Y también la nueva victoria de Cameron, conocida ayer, se justifica en el contexto de la buena gestión de la economía. Motivos no faltan:
1º) La elevada confianza de los electores en el actual Gobierno Conservador que supo sacar a la economía de la crisis económica y ponerla en el camino del crecimiento. O lo que es lo mismo, el deseo de los votantes de conservar una política económica que favorece la creación de empresas y el buen funcionamiento de los mercados y que ha permitido bajar la tasa de paro al 5,7%, su nivel más bajo desde el año 2007. Los votantes han dicho “no” a los laboristas y a posibles nuevos experimentos que aumentasen el gasto y los ingresos públicos.
2º) Antes de las elecciones los medios de comunicación nos han querido trasmitir la grave situación de desigualdad económica que sufría la población británica. Era un aspecto decisivo para que según las encuestas se produjera un empate entre laboristas y conservadores. Sin embargo, parece que los británicos dan a la distribución de la renta menos importancia de lo que se pensaba. La balanza se ha inclinado más hacia el crecimiento y a la eficiencia de la economía.
3º) Parece que han gustado las promesas electorales de los conservadores para esta segunda legislatura: a) aumentar a 30 horas semanales el tiempo que un padre trabajador pueda estar con su hijo, b) construir 200.000 viviendas para nuevos compradores menores de 40 años, c) crear un sistema de préstamos para masters y doctorados y d) recortar los presupuestos de los ministerios y aumentar las medidas contra la evasión fiscal.
4º) Muchos más votantes de los que contestaron las encuestas están siendo conscientes de que la mejoría de la economía ha llegado a sus casas y han vuelto a confiar en los conservadores. Es decir, cada vez más ciudadanos perciben que su bienestar aumenta (microeconomía) como consecuencia de la recuperación económica (macroeconomía): la macro se está acercando a la micro.
Paralelismo con España
¿Cómo podemos interpretar la situación del Reino Unido en clave española? Es curioso pero parece que la economía española está siguiendo un camino parecido al de la británica. A partir del año 2013 ambas economías comenzaron a crecer de forma más estable y duradera y en 2014 aceleraron su recuperación. Es más, en 2015 se prevé que ambas economías crezcan un 3% que es un ritmo mayor que el de 2014 y por encima de las otras grandes economías de la Unión Europea: Alemania (2%), Francia (1%) o Italia (0,5%). Como consecuencia tanto España como Gran Bretaña están aumentando su nivel de empleo y mejorando rápidamente la situación económica de sus habitantes.
¿Qué factores han ayudado a que el Reino Unido y España se encuentren ahora en una situación privilegiada? En primer lugar, durante la crisis la libra esterlina se devaluó mucho y ha seguido en niveles depreciados, lo que ha ayudado a los exportadores británicos. En España, como no teníamos peseta que devaluar, se ha ido produciendo una fuerte devaluación interna. Una notable mejora de la competitividad que está ejerciendo un efecto favorable sobre nuestra producción y nuestros intercambios comerciales con el exterior.
En segundo lugar, ambos países llevan años reduciendo de forma lenta pero segura su déficit público. Un déficit que en 2010 superaba, en ambas economías, el 11% del PIB y que en este año 2015 se situará cerca del 4,5% del PIB. La reducción del déficit fiscal debe seguir siendo un objetivo prioritario de la política económica de los gobiernos de Madrid y Londres que tienen que cumplir el objetivo pactado con Bruselas y situarlo por debajo del 3% en el año 2016.
En tercer lugar, las políticas expansivas del Banco Central Europeo y Banco de Inglaterra están permitiendo bajísimos tipos de interés que están animando el crédito y la confianza de la inversión extranjera tanto en España como en Gran Bretaña. La consecuencia es que junto al crecimiento económico se está produciendo un elevado crecimiento del empleo. Un mayor empleo gracias, en parte, a la moderación salarial que está permitiendo mantener tasas de inflación muy bajas y, en el caso de España, negativas.
Finalmente, dos grandes motores económicos de Gran Bretaña (el sistema financiero) y de España (el turismo) están funcionando con increíble fuerza y precisión. El Reino Unido posee el cuarto sistema bancario del mundo, el mayor sector asegurador de Europa y en su bolsa cotizan más empresas extranjeras que en la bolsa de Nueva York. Por su parte, la industria turística de España ha progresado rápidamente hasta situarse (según publicó la semana pasada el World Economic Forum) como la más competitiva del mundo.
En definitiva, tanto para Gran Bretaña como para España, las perspectivas de futuro son buenas, también para los trabajadores. En ambos países los salarios empiezan a aumentar ligeramente. Además como los precios de los bienes de consumo no crecen (o incluso disminuyen como es el caso de España), debido a la gran competencia entre los oferentes de este tipo de bienes y a la reducción de costes energéticos (por los bajos precios del petróleo) los salarios reales empiezan a experimentar un crecimiento mayor.
En resumen, el resultado de las elecciones británicas es muy diferente del que mostraban los sondeos de opinión que concluían que ningún candidato lograría el control de la Cámara de los Comunes. Es muy probable que la victoria por mayoría absoluta del Partido Conservador sea el más favorable para el futuro de la economía británica: genera menos inquietud en las empresas y seguirá dando prioridad al crecimiento económico y a la reducción del déficit público. En este sentido sería de desear que los resultados de las elecciones que se celebrarán en España durante este año, con pactos o sin pactos, permitan formar gobiernos estables que mantengan a la economía española en la senda del crecimiento económico y del empleo. Los ciudadanos británicos han dado un ejemplo de sensatez y de continuidad. Se demuestra además que, a medida que pasa el tiempo, las necesarias políticas de ajuste por muy impopulares y dolorosas que sean suelen dar buenos resultados económicos y son agradecidas por los ciudadanos.
Fuente: Rafael Pampillón . “La victoria de Cameron y la economía española“. Expansión, 9 de mayo de 2015. Pagina 43.
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