Pocas sorpresas en los datos desagregados de Contabilidad Nacional del primer trimestre, presentados por el INE este jueves. En un momento en el que se espera un punto de inflexión en el ciclo en la segunda parte del año, los datos de crecimiento trimestrales tienen más valor que las tasas interanuales. En este sentido, los ritmos de caída del PIB se van moderando (-0,5% trimestral frente al -0,8% de los últimos meses de 2012), con una mejora de la aportación de la demanda nacional al crecimiento (-0,6 p.p. frente a los -2 p.p. del trimestre anterior) y un claro empeoramiento del comportamiento de la demanda externa (aporta 0,1 p.p. frente al +1,2 p.p. anterior).
Todos los componentes de la demanda interna restaron crecimiento, salvo la inversión en bienes de equipo, que creció un 0,1%, tras el desplome anterior (-5,2%). Por su parte, contrasta la intensa moderación del descenso del gasto de las familias (-0,4% vs -1,9%) con la aceleración del ajuste en el caso del gasto público (-1,2% vs -0,3%). En cuanto a la demanda externa, redujo drásticamente su aportación positiva al crecimiento trimestral (0,1 pp vs 1,2 pp), ya que las exportaciones se resienten, lastradas por un entorno exterior también recesivo, y caen con cierta intensidad (-1,3%), mientras que las importaciones frenaron su descenso (-1,7%). Por el lado de la oferta, la construcción parece haber superado lo más agudo del ajuste y cae por debajo del 1% trimestral. En cambio, la industria intensifica su deterioro (-1,5%), en sintonía con la ausencia de dinamismo en la demanda, tanto interna como externa.
En términos interanuales la caída del PIB se acelera una décima hasta el 2%, la contracción más intensa desde finales de 2009. Desde que arrancó la crisis el PIB ha retrocedido un 7% hasta niveles de 2005. Como aspectos positivos, sigue destacando la prolongada mejora de la competitividad, derivada, tanto del avance de la productividad, sobre todo por hora trabajada, como de la continuada caída de los costes laborales unitarios (-3,2%). Sin embargo, en este último caso moderan sensiblemente su retroceso, una vez superado el impacto de la eliminación de la paga extra de diciembre a los funcionarios.
El buen dato de la inversión productiva, que deberá ser confirmado en próximos trimestres, apunta en la línea de nuestras previsiones: una vez asentadas en los mercados exteriores, las empresas comienzan a invertir. En cambio, el deterioro del mercado laboral, junto con la contención de los salarios y la necesidad de recomponer el raquítico ahorro, en mínimos históricos, dificulta la recuperación del gasto de las familias. Por tanto, se mantiene el fuerte ritmo de destrucción de empleo, un 4,5% interanual (761.200 puestos de trabajo); en este sentido, la pérdida acumulada a lo largo de la crisis es mucho mayor que en el caso del PIB: un 18,3% hasta niveles de 2000.
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