Ayer se conocieron los resultados de las pruebas de resistencia (“stress-test”) del sector financiero español, en el marco del examen realizado por la Autoridad Bancaria Europea (EBA), agencia de reciente creación y ubicada en Londres. Un examen que superaron la mayoría de los bancos y cajas españoles dentro del intenso y rápido proceso de reestructuración en el que se encuentra inmerso el sector desde hace doce meses.
El ejercicio se verá completado a corto plazo con la publicación del riesgo de las entidades en el sector de la construcción e inmobiliario, así como con la anunciada salida a Bolsa de Bankia y Banca Cívica la próxima semana.
Fortalezas
En el caso de España se ha examinado la práctica totalidad de su sector bancario. Somos el país con mayor número de entidades participantes con gran diferencia sobre el resto, con 25 de un total de 91, que representan alrededor del 95% de los activos totales del sector bancario español, frente a una media de solo el 65% en el ámbito europeo.
La principal consecuencia que se deriva es que ahora, a diferencia de otros países, existe menos incertidumbre y más transparencia acerca de la situación de solvencia del conjunto de bancos y cajas españoles.
Objetivo
El objetivo de estas pruebas es determinar la fortaleza de las entidades, evaluando el deterioro patrimonial en escenarios macroeconómicos y financieros muy adversos. El punto de corte ha sido un 5% de recursos propios sobre el total de activos, que es un nivel muy exigente (Basilea III requiere en estos momentos un 4,5%). En total, hay 8 entidades europeas que no superan la prueba, de ellas 5 españolas.
¿Por qué hay tantas españolas que suspenden?
a) Por la elevada participación española: se han presentado casi todas las instituciones.
b) Porque se han supuesto fuertes caídas de los precios de los activos inmobiliarios.
c) Porque los escenarios macroeconómicos que se utilizan son altamente improbables. Un ejemplo, el escenario adverso incluye una caída del PIB del 1% este año, algo que con los datos del primer semestre, supondría un cataclismo económico en la segunda parte del año. Y, por si fuera poco, las pérdidas esperadas en las carteras crediticias asociadas a los escenarios son muchos más severas que para el resto de países, partiendo de los datos de 2010, año muy negativo para el sector. Es decir, la prueba para España partía de unos escenarios macro y micro muchos más duros.
Las provisiones anticíclicas
También se debe destacar la no consideración de las provisiones, genéricas y subestándar de las entidades españolas para cumplir los requisitos de capital mínimos fijados por la EBA. Estas provisiones tienen un peso importante en el balance de las entidades españolas y, por tanto, su exclusión supone una desventaja en la nota final, a la vez que distorsiona el análisis comparativo entre países.
De hecho, la EBA ha reconocido que estas provisiones garantizan una alta capacidad de resistencia a las entidades del sistema financiero español en todos los escenarios, pero en aras de la homogeneidad sólo las considera como medida mitigadora de segundo orden. Es decir, sólo aparecen en el último cálculo de capital al mismo nivel que las plusvalías, etc.
Este aspecto ha penalizado con mayor intensidad a aquellas entidades que inmersas en procesos de saneamiento han venido realizando abultadas provisiones e incrementando sus fondos de insolvencias. No deja de ser paradójico que los esfuerzos realizados en saneamientos extraordinarios con el objetivo de devolver al capital su naturaleza de último recurso ante pérdidas y facilitar los procesos de reestructuración de las cajas de ahorros, ahora no se hayan valorado en toda su extensión.
Por tanto, no parece que las entidades financieras españolas hayan jugado precisamente con ventaja en este ejercicio. Ninguna se ha retirado del mismo ante una mala nota, como hizo el jueves el Helaba Landesbank de Alemania.
Los resultados son positivos para el sistema financiero español, pero no despejan todas las dudas.
Pero los resultados aún siendo buenos no despejan todas las incertidumbres. No se debe olvidar, por ejemplo, las dificultades que siempre existen para calificar el nivel de riesgo de determinados activos. A ello se une las dudas sobre la capacidad de crecimiento y generación de empleo de la economía española y sus necesidades de financiación. Problemas que seguirán afectando de modo relevante a nuestra economía y a nuestro sistema bancario mientras no se hagan las reformas necesarias para resolverlos.
Fuente: R. Pampillon. “Examen a la banca europea“. Expansión. 16 de julio de 2011, página 47.
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