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China: primera economía del mundo

China es el país con mayor tamaño económico y poblacional del mundo. A finales de los años setenta del siglo pasado, China comenzó una política reformista que consistió en cambiar su modelo económico autárquico por otro más abierto a los mercados internacionales. Desde entonces (1978), la extraordinaria apertura comercial y la utilización de las exportaciones como motor del crecimiento han llevado a China a mantener tasas de crecimiento superiores al 10%. En el año 2007, justo antes de la crisis económica, la economía del país asiático estaba creciendo por encima del 14%.

ChinaAhora, China es el primer exportador mundial de bienes; es, además, un destino muy codiciado para la inversión extranjera, por sus reducidos costes laborales y su abundante mano de obra; y cada vez más es un mercado de servicios en el que las empresas financieras y de telecomunicaciones, chinas y extranjeras, buscan satisfacer las necesidades de más de 1.300 millones de consumidores.

China adelanta a Estados Unidos

En 2014 China se ha convertido en la primera potencia económica del mundo. Según el Fondo Monetario Internacional, el país asiático es responsable del 16,5% del Producto Interior Bruto (PIB) global, si se mide a paridad de poder adquisitivo, por encima de Estados Unidos (EEUU) que pasa a un segundo puesto con una participación del 16,3%.

Durante los últimos 35 años China ha estado creciendo a un ritmo extraordinario (una media anual del 10%) y aunque EEUU también ha crecido lo ha hecho a un ritmo mucho menor (2,7% de media anual). Ésta es la razón por la que China ha superado a EEUU al menos si se mide a paridad de poder adquisitivo.

Los informes y la mayor parte de los datos económicos que se utilizan habitualmente se expresan a precios corrientes, lo que se denomina a veces “términos nominales” que es la producción de bienes y servicios producidos en un país durante un año (su PIB) valorados a los precios de mercado del país. Para poder comparar las diferentes economías del mundo el PIB de cada país se convierte a dólares al tipo de cambio vigente. Como se puede deducir, el resultado de esta comparación entre países dependerá no sólo del volumen de producción generado sino también de los diferentes niveles de precios de los productos y servicios de cada país y del tipo de cambio de la moneda local con el dólar.

Por este motivo, para hacer la comparación más homogénea y evitar las distorsiones que generan los precios y la volatilidad de los tipos de cambio, el FMI mide también el PIB a “paridad de poder adquisitivo” o “paridad de poder de compra”. Mediante este cálculo se desea eliminar el efecto que causan en el cálculo del PIB las distorsiones de los precios y para ello se toman como referencia los precios de los bienes y servicios de EEUU. Dicho de otra forma, la paridad de poder adquisitivo refleja qué valor tendría la producción de los bienes y servicios generados en China poniéndolos al mismo precio que en Estados Unidos. Como hemos visto, así, la producción china (su PIB) es mayor que la estadounidense. Además, esto no sólo pasa con China. India es el tercer país del mundo en PIB medido a paridad de poder adquisitivo y el décimo a precios de mercado.

Desarrollo humano desigual

En cualquier caso son diferentes maneras de calcular el valor de lo producido en un país. Sin embargo, no aportan información acerca si ésa buena situación económica tiene un efecto positivo sobre la población. ¿Los países que más producen son los más avanzados? ¿Es el PIB el mejor indicador de desarrollo económico?

Una forma de poder comparar el bienestar entre los países es calculando la renta per cápita que consiste en dividir la producción entre la población. Así se puede conocer cuál es el valor de la producción de bienes y servicios que corresponde en media a cada habitante. Al igual que sucede con el PIB, la renta per cápita también se puede calcular a “paridad de poder adquisitivo”. China tiene una renta per cápita  a precios corrientes  de 6.807 dólares lo que la se sitúa en la posición 81 del mundo. Pero si en vez de precios corrientes ponemos los precios de EEUU entonces China tendría una renta per cápita a paridad de poder adquisitivo de casi el doble (11.904 dólares). En cambio la renta per cápita de EEUU es de 53.143 dólares. De ese modo aunque China sea la primera potencia mundial en PIB total a paridad de poder adquisitivo, sin embargo, está muy lejos de serla cuando lo que se mide es la renta per cápita.

En ocasiones podríamos pensar que existe una cierta relación entre un mayor PIB per cápita y un mayor grado de desarrollo, ya que podría garantizar un mayor bienestar a sus ciudadanos. Lamentablemente, esto no es cierto y por ese motivo las Naciones Unidas calculan en Índice de Desarrollo Humano (IDH).

El IDH mide los ingresos económicos y además, estudia si el país es capaz de proveer a sus ciudadanos de un ambiente adecuado para desarrollarse personalmente. Con éste objetivo, realiza diferentes mediciones que se pueden resumir en tres variables básicas: 1) esperanza de vida al nacer, 2) educación: número medio de años de escolaridad y 3) PIB per capita medido a paridad de poder adquisitivo. El resultado es un valor entre 1 (alto desarrollo humano) y 0 (muy bajo desarrollo humano).

En la clasificación del IDH de este año 2014 China ocupa la posición 91 de los 187 países estudiados. Es una manifestación clara de que no sólo es importante crecer económicamente sino también asegurar una cierta calidad de vida a los ciudadanos. Las grandes desigualdades sociales en China y la baja cualificación de gran parte de su mano de obra, quedan patentes en el valor de su IDH y están muy lejos del paradigma de igualdad que proclama el Partido Comunista. Además, los desequilibrios continuarán en el futuro ya que, según Naciones Unidas, el consumo de los habitantes más pobres está creciendo de forma más lenta de lo que lo hace el de los más ricos. Un dato: China es el segundo país con más millonarios del mundo (después de EEUU).

Nuevo modelo económico

Para reducir esta desigualdad desde el año 2010, el gobierno de China está produciendo un cambio en la política económica: apoyar el consumo interno para mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos. En esta línea el gobierno chino ha venido apreciando el yuan lo que ha permitido abaratar las importaciones chinas, aumentando el consumo y mejorando así el nivel de vida de su población. En este sentido, el aparato productivo chino ha ido reemplazando  poco a poco la producción volcada y dedicada a las exportaciones, como motor de su crecimiento económico, por una producción dirigida a satisfacer la demanda interna. En definitiva, poner más énfasis en garantizar y mejorar el bienestar de la población para promover la igualdad y justicia social.

Una economía china propulsada por el consumo, gracias a la creciente clase media, está teniendo una tasa de crecimiento menor pero también está menos expuesta a los ciclos de auge y contracción de las crisis internacionales: un cambio que para muchos merece la pena.

El éxito de este nuevo modelo depende de cómo se enfrente China a sus tareas pendientes y a algunos nuevos retos: 1) en el ámbito institucional: reducir de forma efectiva la participación del estado en la economía y liberalizar el mercado de servicios, cuestión que será especialmente ventajosa para las empresas europeas con presencia en el país; 2) reducir el volumen de deuda (pública y privada) que asciende al 250% de su PIB uno de los niveles más elevados dentro de los países emergentes y que unido a un menor crecimiento económico podría presentar dificultades de pago; 3) cumplir la normativa internacional del comercio, a la que se comprometió en 2001 al entrar en la OMC, especialmente la relacionada con los derechos de propiedad intelectual y 4) vigilar el extraordinario desarrollo del sector de la construcción que ha generado un exceso de oferta inmobiliaria que, junto con la ralentización económica, se enfrenta al estallido de una gran burbuja.

Así las cosas, China tiene ahora la posibilidad de aprovechar la calidad científica y técnica de un importante conjunto de profesionales altamente cualificados que se han formado en el extranjero y que ahora están comenzando a regresar lo que sin duda está incrementando el capital humano. Para satisfacer la demanda generada por el auge de la clase media China tiene que aumentar su productividad y seguir apostando por la innovación tecnológica. Esto le permitirá seguir siendo muy competitiva y avanzar hacia el liderazgo mundial.

Fuente: Rafael Pampillón y Cristina Mª de Haro «China: primera economía del mundo». Expansión; 10 de noviembre de 2014; página 47.