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¿Será España la próxima Alemania?

Como recoge hoy la prensa económica [1], un informe de los analistas del banco inversión Morgan Stanley sugiere que España «podría ser la próxima Alemania» gracias el recorte de los costes laborales y la mejora de las exportaciones.

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Hace ya seis años, intentábamos explicar en este blog [3] las llamadas políticas de “empobrecer al vecino” (beggar thy neighbour), como aquellas que pretenden la solución de los problemas económicos domésticos, habitualmente la falta de crecimiento y el desempleo, a través de medidas que pueden implicar un perjuicio a otros países, como el uso de devaluaciones competitivas o el establecimiento de barreras a la importación. Para ello, nos hacíamos eco de un informe de la OCDE, firmado por Olivier Blanchard, del MIT, en el que se señalaba a España como la siguiente víctima, tras la recuperación de Alemania, de lo que llamaba “las depresiones por turnos bajo el euro”.

De acuerdo con esta visión, las características de nuestra área monetaria (lejos del óptimo señalado por Mundell [4]: movilidad de los factores, flexibilidad en los precios y transferibilidad presupuestaria) predisponen a los Estados miembros a sufrir indefectiblemente una sucesión de expansiones y depresiones, cada vez en un país.

Todo se inicia con una expansión de la demanda localizada en una economía, que lleva a incrementos salariales, pérdida de competitividad relativa frente al resto del área y, finalmente, a una contracción que no puede ser mitigada por la carencia de políticas monetarias nacionales y la imposibilidad del recurso a la devaluación.

De acuerdo con Blanchard, la depresión “migra” a través de nuestra área monetaria respondiendo a los cambios en los costes laborales relativos entre países. Un crecimiento sostenido de los salarios de uno de los miembros por encima de la media, no compensado por incrementos equivalentes de productividad, sitúa al país como firme candidato en la ruleta del choque asimétrico.

El informe de la OCDE advertía sobre la moderación salarial y las ganancias en la productividad de la economía alemana, tras su salida del “purgatorio” de atonía y desempleo que por fin parecía abandonar. Por oposición, llamaba la atención sobre el punto del ciclo en que se entonces se encontraban los costes laborales relativos de sus socios comerciales del Sur, y en particular de España.

La devaluación interna

El comportamiento relativo de los tipos de cambio reales de ambos países con base en sus costes laborales unitarios hablaba por sí solo. La evolución de nuestra cuenta corriente apuntaba en la misma dirección. Entonces, en 2007, nos preguntábamos desde estas mismas líneas si España sería la siguiente economía “en la ruleta”, como finalmente fue. Hoy, si aceptamos los optimistas augurios de Morgan Stanley, podríamos estar dejando atrás nuestro turno en este funesto juego.