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Malas noticias en Alemania para la zona euro

El sorprendente frenazo de la actividad alemana al final de 2012 aleja cualquier esperanza de que Alemania pueda servir como motor de crecimiento para el resto de Europa o para el mundo y deja patente la vulnerabilidad de una unión económica donde el socio más fuerte depende de los países en crisis para su propio crecimiento a través de las exportaciones.

Alemania se contrajo un 0,5% intertrimestral en los últimos tres meses de 2012, en contra de las expectativas. Esto dejó el aumento del PIB para 2012 en tan solo el 0,7%. Y el Gobierno anunció que esperaba un crecimiento del 0,4% interanual en 2013.

Según los analistas, esta contracción alemana puede resultar corta. Pero la ralentización de su economía subraya la importancia de los países del sur para un país tan orientado a las exportaciones, y disipa cualquier esperanza de que Alemania vaya a tirar del crecimiento del sur de Europa. A diferencia de EE UU, motor tradicional de la economía mundial, el consumo privado en Alemania representa tan solo el 57% del PIB (el 70% en EE UU).
¿Exportar o consumir?
En momentos como el actual, cuando la inversión es débil, Alemania solo crece gracias a las exportaciones. Sin su tradicional superávit comercial, Alemania hubiera mostrado una caída del PIB del 0,4% en 2012. Las exportaciones dependen a su vez de la fuerza del consumo en países como España, dentro de Europa, o China y EE UU, fuera del Viejo Continente. Cuando se enfrían esos mercados, el crecimiento alemán se resiente y se puede convertir en un lastre para el crecimiento europeo.
Ha habido muchas voces en los últimos años reclamando una reorientación de la economía alemana hacia el consumo doméstico en vez de las exportaciones. Pero no hay ninguna indicación de que Alemania se plantee cambiar de modelo. Es un país de ahorradores, preocupado actualmente por el alto nivel de su deuda pública (86% del PIB, comparado con el 94% en España). El envejecimiento de la población alemana, más avanzado que en España, hará peligrar su sistema de pensiones públicas y los alemanes quieren reducir su endeudamiento antes de que la bomba demográfica estalle.
Superávit exterior
Como resultado de esta débil demanda doméstica, Alemania muestra todos los años un superávit por cuenta corriente de alrededor del 5% del PIB, comparado con el déficit en EE UU y en países de la periferia. Este superávit no se ha reducido en los últimos años a pesar de las presiones de los socios europeos para que infle su economía y reduzca su dependencia de las exportaciones para poder crecer.
Tasa de paro
A pesar de sus implicaciones negativas para el modelo europeo de crecimiento, incluso una Alemania en contracción ofrece lecciones positivas para España. Su mercado laboral debería servir como ejemplo a seguir para salir de la profunda crisis del empleo que actualmente sufrimos. Alemania, que registraba tasas de paro en el entorno del 9% durante los noventa y que tuvo un desempleo de más del 11% antes de la crisis actual, lo ha reducido por debajo del 6% mientras subía en casi todos los países desarrollados. Lo ha conseguido no solo gracias al crecimiento, sino también por el sistema Kurzarbeit, que da subvenciones públicas a los trabajadores que vean reducidas sus jornadas laborales.
Agenda 2010 de Schroeder
Pero el gran secreto de sus buenos resultados en el empleo son las reformas difíciles en el Estado de bienestar implementadas antes de la crisis, que cambiaron radicalmente el subsidio del paro en Alemania e introdujeron incentivos y sanciones para que los parados volvieran rápidamente al mercado laboral y aceptaran un empleo aunque fuera con salario bajo. Estos cambios ayudaron a aumentar el empleo de manera espectacular. Son un ejemplo a seguir para España, que debería aprovechar el momento actual para convertir su subsidio de desempleo en un apoyo para los que realmente no pueden conseguir trabajo, evitando así el fraude y limitando el gasto excesivo para el Estado.
Alemania también sirve de ejemplo de cómo un país de rentas altas puede controlar sus costes laborales y aumentar su productividad, manteniéndose competitivo en mercados internacionales. Cierto es que el euro ha sido una ayuda enorme para Alemania: ya no sube su moneda contra las de sus socios comerciales dentro del área del euro. Pero ha seguido controlando sus costes como si viviera con el antiguo marco alemán. Es una lección para los países periféricos, que, según los últimos datos, España parece estar aprendiendo.
Conclusión
La deceleración alemana es una mala noticia para las perspectivas a corto plazo en España y la zona euro. Pero hay lecturas más importantes detrás. Alemania ha sabido hacer a tiempo unas reformas difíciles en sus prestaciones sociales que siguen posponiéndose en España a pesar de su profunda crisis de empleo. Esto le deja con una tasa de paro aceptable incluso en momentos de deceleración. Además, el dato deja claro que no se puede contar con Alemania para apoyar el crecimiento en los países del sur. Aunque le puede servir de ejemplo, España tiene que mirar más allá de Alemania para encontrar un motor que tire de su economía y le ayude a volver a crecer.
Fuente: Gayle Allard. El Pais, domingo, 20 enero 2013.