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El BCE sienta las bases para la solución de los problemas en la zona euro

El BCE por primera vez en mucho tiempo no ha defraudado las expectativas del mercado. Va a hacer frente a la inestabilidad financiera que está sufriendo la zona euro, pese a la oposición del Bundesbank y sus miedos atávicos a riesgos inexistentes.

La decisión de poner en marcha un nuevo programa de compra de deuda pública ha partido de un correcto diagnóstico de la situación en los mercados financieros de la zona euro: los mercados financieros sufren severas distorsiones provocadas por unas expectativas de fragmentación que pueden llegar a materializarse (“expectativas autocumplidas”) y que están impidiendo una correcta transmisión de la política monetaria.

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El BCE tratará con sus compras de bonos crear una barrera frente a escenarios extremos que ayude, además, a restaurar la confianza de los inversores en el proyecto de unión monetaria. Por tanto, por primera vez el BCE atiende a la principal función que deben asumir los bancos centrales a corto plazo, que no es otra que la estabilidad financiera. Sin ella es completamente ineficiente todo el mecanismo de transmisión de la política monetaria testado en las últimas décadas.

La base de este nuevo papel que asume el BCE es el nuevo programa de compra de deuda pública (“Outright Monetary Transactions”). Es un programa completamente distinto del anterior por su condicionalidad, transparencia, condiciones de prelación en el cobro y volumen. El BCE comprará en el mercado secundario bonos con vencimiento entre 1 y 3 años. Esta decisión se justificaría por i) su proximidad al plazo de las LTROS; ii) por la mayor influencia del BCE sobre este tramo de la curva de tipos, y iii) la mayor sensibilidad de los costes de financiación del sector privado a estos plazos. No se cuantifica el máximo volumen de compra, aunque se esterilizarán todas las operaciones. El programa será mucho más transparente que el anterior pues semanalmente se publicará el volumen de compras y se dará detalle mensual de la posición por países.

Puede ser utilizado por países que ya estén bajo un programa de asistencia. Y, lo más importante, las compras de un país estarán sujetas a una condicionalidad macroeconómica estricta, completa y efectiva. Por tanto, para que se ponga en marcha debe haber una petición expresa de activación de los fondos EFSF/ESM por parte del país interesado. Esta es la principal diferencia con el programa anterior que se da por finalizado, aunque el BCE mantendrá los títulos hasta vencimiento.

Dos detalles más muy importantes:

-Se suspenderá el programa cuando se hayan alcanzado los objetivos que persigue o cuando un país no cumpla las condiciones impuestas.
– El BCE renuncia a la condición de acreedor preferente en los bonos que adquiera con el nuevo programa. La mantiene en los adquiridos con el programa anterior.

La reacción del mercado ha sido muy positiva. El buen comportamiento de los activos de riesgo en agosto vino explicado, en buena parte, por las esperanzas depositadas en las decisiones que hoy adoptara el BCE. Aunque en la recta final de dicho mes la cautela se impuso por el temor a una nueva decepción, hoy aquellas expectativas son hechos y los mercados de deuda pública periférica y la renta variable lo celebran con alzas. En deuda periférica, hemos asistido a la tercera jornada consecutiva con reducción de las primas de riesgo. La del bono español a 10 años cede 40 pb hasta 450 pb, con lo que lleva una caída acumulada de 100 pb. La rentabilidad del bono se sitúa en el 6,10%. En los mercados de valores, la cautela de los últimos días ha dado paso a sólidas ganancias apoyadas por un aumento del volumen de negocio. Las plazas que más suben son las periféricas, sobresaliendo la española, cuyo Ibex ha subido más de un 4,5%.

Por tanto, la decisión del BCE es acertada. El programa es suficiente en todos sus aspectos para ser eficaz en contener las tensiones de la deuda periférica y dar tiempo para que las medidas puestas en marcha por los responsables políticos den frutos. Es verdad que estamos hablando de una condición necesaria, aunque no suficiente para la solución de los problemas en la zona euro. Pero sin un correcto funcionamiento de los mercados financieros en la UEM o, lo que es lo mismo, con unas fuertes expectativas de ruptura del euro, la viabilidad de la moneda única quedaba seriamente amenazada. Ahora la pelota está en mano de los gobiernos y, por tanto, de la política. Esperemos que estén a la altura en las próximas semanas.